V E I N T I S I E T E

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BonHwa había leído con cuidado la carta que días atrás le envió Jungkook

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BonHwa había leído con cuidado la carta que días atrás le envió Jungkook. Meditó muy bien su plan, lo formuló durante la noche en su habitación y lo repasó durante todo el día siguiente. Ésta vez había decidido que haría las cosas por si sola, sin meter a más gente en ello. Los rumores por los reinos se esparcían a la velocidad de la luz, gracias a un nuevo pueblerino, se enteró de que Jimin la había negado ante todo Timoría, quizás eso tenía que pasar para que ella reuniera el valor suficiente para olvidarse de una vez por todas de él y pudiera cumplir su verdadera misión. Cuando se enteró, no pudo evitar llorar en su habitación por unas horas, incluso golpeaba la pared de su alcoba intentando sacar toda su furia y todo su dolor lo más pronto posible, tenía que mantenerse firme y de pie, pues Hilgrand se estaba reconstruyendo de una manera impresionante y no podía darse el lujo de botarse. Aquella frase que Jungkook le había escrito le dejó pensativa por al menos dos días.

JiHwan está buscándote, viva o muerta”

La noche caía en silencio, los chicos se hallaban en el comedor conversando de cosas triviales y ella estaba en su biblioteca. Buscó en su reserva de supresores una cantidad suficiente para aguantar el tiempo que fuese necesario en Phoenix, pensó en la idea de presentarse como una mujer, sin embargo, sería un blanco fácil de atacar, encontró en su armario una tela de seda lo suficientemente amplia y larga para cubrir sus pechos, ahora estaba totalmente plana y sin sospechas de que fuese mujer. Ató su cabello en un chongo bastante apretado y compacto para que no se viera su largo, embolsó su arco, algunas flechas y su espada, los supresores, algo de comida para el camino y el libro que YeonJun le dió la primera vez que lo vió. Se sentía de cierta manera protegida por Jungkook, pues él le prometió que la esperaría en la frontera de Phoenix al amanecer. Terminó de vestirse y tomó sus cosas para meterlas en un bolso de cuero que había pertenecido a su padre.

Unos ligeros toques a su puerta le pusieron alerta, en silencio pegó su oreja en la misma y escuchó que era Taehyung quien estaba ahí.

—BonHwa, ¿Aún estás despierta?

Se estaba debatiendo internamente si abrir o no, estaba a unos cuantos minutos de irse y no quería levantar sospechas, sin embargo, tenía mucha fe en el alfa, así que sin más le abrió la puerta, colocando su dedo índice en su boca, para que guardara silencio. Taehyung entró con la confusión a tope, después de haber visto a una reina tan elegante y bien arreglada en la reapertura de uno de los más grandes reinos, ahora dudaba si realmente era esa misma persona. No pudo evitar dejar salir un pequeño grito por la conmoción de verla así.

—¡Guarda silencio, Taehyung! – él asintió – ¿Qué quieres?

—Una explicación...– susurró – de ésto.

BonHwa suspiró.

—No debí haberte dejado entrar, maldición – ella miró de nueva cuenta al alfa – me iré a Phoenix.

—Podemos acompañarte si...– ella negó al instante.

—Nadie más irá – su voz era dura – ésto es un asunto mío y de nadie más. Ustedes cuidarán de Hilgrand, y tú, mi querido amigo, guardarás mi secreto.

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