ᝰ 33

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𖥸

Presentarse en casa de Seonghwa -o que este lo haga en su departamento- se volvió una parte crucial en su sencilla rutina de sábados, y quizás podría incluir un par de domingos también. Son los momentos de mayor privacidad que pueden compartir juntos.

— No se ha levantado de la cama en todo el día— se queja de su hijo la Señora Park al mismo tiempo que camina de un lado a otro, guardando un par de pertenencias en su cartera.

— ¿Se encuentra muy mal?

Seonghwa lo ha llamado esa tarde, invitándolo una vez más, pero se escuchó inusualmente cansado al hablar. Cuando Yeosang decidió preguntar sobre la razón de aquella impresión, el más alto le explicó que su cabeza dolía demasiado y se hallaba levemente resfriado. Probablemente aquel estado se debía a la lluvia que los atrapó el día anterior. Llegó a considerar rechazar la casual propuesta, pensando que su presencia sólo sería una molestia e impedimento para el buen descanso de su compañero. Su explicación pareció ser una tontería para el mayor cuando fue expresada por la llamada, y es que el muchacho no hizo más que negar rotundamente su suposición, alegando que necesitaba un poco de cariño de su parte.

— No realmente. Seonghwa es bastante dramático— ríe la mujer, logrando sacarle al invitado una pequeña sonrisa ante el acertado comentario—. Puede verse muy serio, pero cuando tiene un pequeño dolor se comporta como un bebé, uno muy llorón.

Yeosang siente que es capaz de confirmar aquello en cierta medida. Fue única la ocasión en la que pudo presenciar al más alto atravesar por cierto malestar físico, y recuerda con total claridad el cariñoso comportamiento que el chico tomó, demasiado afectivo para lo que eran -o más bien no eran- en ese momento.

Intercambia un par de palabras con la Señora Park antes de despedirse amablemente de ella y su esposo, asegurándose de cerrar correctamente la puerta cuando los adultos abandonan la casa. Piensa que Seonghwa debe hallarse genuinamente mal, y es que nunca le ha tocado llegar al hogar del muchacho y no encontrarlo cerca del salón a su espera, a excepción de la primera ocasión.

Con cierta preocupación, da tres pequeños golpes en la puerta perteneciente al cuarto del mayor

— Pasa— escucha del otro lado.

La voz del chico se oye sumamente cansada, mucho más de lo que logró percibir en la llamada telefónica intercambiada hace varias horas. Aún siendo consciente de que Park probablemente está exagerando sus síntomas, no le gusta escucharlo hablar con tanto agotamiento.

Se adentra al interior y pronto se encuentra completamente a oscuras. Tarda un par de segundos en acostumbrar su vista a la casi inexistente iluminación del cuarto. Cuando lo logra, se dirige con pasos cuidadosos hasta la cama de Seonghwa, quien está recostado y envuelto en aquellas mantas que lo cubren hasta sus orejas, dándole la espalda. El más joven toma asiento en la orilla del colchón, alzando su mano hasta colocarla en el hombro ajeno con una divertida sonrisa provocada por la imagen frente a él.

— ¿Seonghwa?— lo llama con voz suave.

El más alto voltea en el mismo instante en que distingue la voz de Kang, tan rápido que el dolor en su cabeza incrementa durante un par de segundos, pero no le brinda tanta importa como la que daría en cualquier otro momento.

En cuestión de fugaces segundos, la cintura del invitado es totalmente apresada por los brazos de aquel que no se encuentra muy bien. Todo sucede velozmente, desconcertado un poco al de hebras más claras pero aún así resultando algo cómico a su parecer. Ni siquiera necesitó moverse para que Park detenga sus acciones de la manera más abrumante y cariñosa, muy propia de él en un par de ocasiones específicas.

𝐈𝐍𝐒𝐈𝐃𝐈𝐎𝐔𝐒𝐋𝐘 | seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora