ᝰ 15

2K 331 45
                                    

𖥸

Deja con un bufido de frustración el cuaderno de su hermano a un lado, deslizándolo por la mesa de madera al no sentirse capaz de pasar una hoja más. El menor, después de que hubieran pasado más de tres meses desde aquella ocasión en la que su madre se molestó por sus bajas calificaciones, sigue sin completar las tareas en la escuela. Todos los días, sin falta, llega una nueva nota de la maestra, nota en la que informa a los tutores del niño sobre la situación de este.

Yeosang está haciendo su mejor intento para ayudar a Jeongin. Antes de ir a trabajar y después, se sienta junto al pequeño para explicarle con mucha paciencia todos los ejercicios que está supuesto a realizar, uno por vez. Sin embargo, por más perseverante que sea, su hermano simplemente no le presta atención en lo más mínimo, o alega no entender nada. Y cuando parece hacerlo, de nada sirve su esfuerzo, pues al día siguiente llega una vez más con miles de tareas incompletas y la ya común nota de la maestra.

Jeongin es un buen niño, está más que seguro de eso. Pero cuando el más joven se lo propone, puede resultarle una completa pesadilla, con todas las letras. Es de los pocos seres humanos capaces de acabar con la gran paciencia de Yeosang. Sabe que no debe estresarse tanto cuando el menor adoñt actitudes tan infantiles y algo caprichosas, después de todo es un niño y todos alguna vez tuvieron aqul comportamiento irritante, pero siempre termina haciéndolo. Le resulta imposible lograr que su hermano finalice sus tareas sin finalizar él con un dolor de cabeza. Dolor de cabeza que volvería al día siguiente, al ver otra vez los cuadernos vacíos del más pequeño.

Trata de que su madre no esté al tanto de todo para no generarle más estrés del que ya, por seguro, debe tener. Se le está dificultando mucho solucionar ese problema sin la ayuda de ella, pues no hay nadie mejor que la Señora Kang para ponerle un freno a los berrinches tan frecuentes de Jeongin. Aún así, Yeosang se mantiene firme en su decisión de que la mujer no intervenga, en lo más mínimo; tiene demasiado con el trabajo como para lidiar con algo más, especialmente si es algo de lo que él puede hacerse cargo como el mayor.

— ¿Por qué no hiciste tus tareas?— le cuestiona a su hermano cuando juntos terminan de completar algunos de los ejercicios de ese día.

Se ha vuelto una rutina, una tortuosa y agobiante rutina de la que desea escapar con todas sus fuerzas. Sus tardes se resumen en pasarse un largo rato tratando de que el más joven se concentre en lo escrito sobre sus cuadernos, explicando una y otra vez el mismo tema, sin obtener resultado alguno que favorezca. Luego de eso, ir al trabajo. Es un alivio que Seonghwa se comporte agradable en aquel lugar, pues lo único que le faltaría para entrar en una crisis de estrés sería seguir manteniendo una pésima relación con aquel chico, siendo que pasan tantas horas juntos.

— No entendía— le evita la mirada el niño.

— ¿No entendías? Es lo mismo que te expliqué ayer por la noche, y me dijiste que entendías.

— Ayer tenía sueño— su hermano se justifica, abultando un poco los labios. No es la primera vez que Jeongin le miente, alegando comprender perfectamente las cosas únicamente para poder irse a dormir, o jugar, cualquiera de las dos opciones es bastante tentadora a su edad.

— Podrías habérmelo dicho— regaña— ¿Qué es lo que no entiendes?— está harto de hacer esa pregunta constantemente, se siente como un robot que repite las mismas cosas en todas las situaciones que se presentan.

— No entiendo nada— se encoge de hombros, como si su respuesta no estresara demasiado al rubio.

— ¿Entendiste lo que acabamos de hacer?

El más joven niega con la cabeza y Yeosang desea arrancarse los pelos por la frustración. En lugar de eso, tiene una reacción bastante más humana, pasándose la mano por el rostro y apoyando su frente contra la mesa, totalmente resignado.

𝐈𝐍𝐒𝐈𝐃𝐈𝐎𝐔𝐒𝐋𝐘 | seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora