ᝰ 06

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𖥸

El partido de básquet fue al poco tiempo. Claro que Jaemin se molestó por aquella única práctica a la que faltó, lo extraño es que su fría actitud por algo tan mínimo ya lleva más de cinco días.

La situación no ayuda para nada a hacerlo sentir mejor, de hecho, su ánimo sólo empeora. Definitivamente es muy dependiente de Na. Si el pelirosa está triste o feliz él también lo va a estar, si odia a alguien él también lo va a hacer. Así funciona su relación. Pero si el muchacho está molesto con él, con o sin razón aparente, su humor va a decaer por completo y se sentirá culpable por cualquier mínima cosa que haya hecho en el día, hasta que Jaemin decidiera olvidarlo y volver a tratarlo bien. Claro que hace lo posible por no verse desanimado, pues no le gusta que la gente lo note, pero siempre terminan dándose cuenta.

En todas las ocasiones, es él quien se disculpa con Jaemin, y por esa misma razón nunca logra mejorar nada con el chico. Su mejor amigo se ha mal acostumbrado a volver a hablarle cuando lo quisiera o lo necesitara, pues sabe que Seonghwa siempre estará esperando hasta ese momento sin dejar de estar pendiente de él, y nunca duda en aprovechar eso. Pero ninguna de esas ideas llega a pasar por la cabeza del castaño. Está demasiado cegado.

Durante el transcurso de esos días se tomó el trabajo de observar más a detalle el comportamiento que Jaemin tiene con Jeno. Para su sorpresa, los dos chicos frecuentan entre ellos más de lo que cualquiera nota, sólo que son bastante disimulados. Aún así eso no le asegura nada. Hasta se siente un poco mal por dudar de la palabra de su amigo, por lo que termina convenciéndose a sí mismo de que no está haciendo las cosas bien. Decide no indagar más y, nuevamente, confiar de forma ciega en el pelirosa.

Escucha un fuerte estruendo que lo sobresalta en la parte trasera del autoservicio, donde se guardan la mayoría de cajas con los productos nuevos que aún no son puestos en las estanterías, como una especie de depósito. Rueda los ojos fastidiado al suponer que Kang tiró algo, rogando mentalmente porque nada esté roto si es es así.

Camina hasta el cuarto y sus sospechas se ven confirmadas rápidamente. Hay una caja abierta en el suelo, junto a ella está el menor, sentado, recogiendo apresuradamente varias latas regadas sin orden alguno y guardándolas de vuelta. Ninguna estropeada, por suerte.

Deja escapar una risa llena de burla mientras que el más bajo lo mira molesto, juntando aún todo que había caído.

— ¿Qué pasó?— señala la caja, divertido.

— Se cayó la caja.

— ¿Se cayó o la dejaste caer?— pregunta para molestar al mismo tiempo que se pone en cuclillas, empezando también a juntar algunas de las latas— ¿No puedes hacer algo bien?

Yeosang no contesta. Tampoco le dedica a Seonghwa la típica mirada de rechazo que da cuando el muchacho alto hace algún comentario innecesario para molestarlo. Simplemente aprieta los labios y se queda callado, pues quiera o no, lo dicho logra dolerle.

Park observa con curiosidad al de cabellos claros, pues este sólo toma las latas con una sola mano mientras que mantiene la otra casi oculta en el bolsillo de su sudadera. La idea de que posiblemente esconde algo pasa por su cabeza. Sin pensarlo mucho ni ocultar su curiosidad por el detalle, tira de la muñeca contraria y toma la mano que no está utilizando. Levanta ambas cejas.

— ¿Cómo te hiciste esto?— pregunta confundido y un poco sorprendido al ver sangre brotando de la piel del más joven. Este último intenta retirar la mano, pero el castaño no tarda en impedirlo.

— Me corté con el borde del estante— contesta. Seonghwa asiente sin quitar la vista del chico. Aquellos estantes de metal que tienen en el depósito son sumamente afilados en los bordes. En más de una ocasión él se hizo un pequeño corte también, pero nada como lo de Kang.

𝐈𝐍𝐒𝐈𝐃𝐈𝐎𝐔𝐒𝐋𝐘 | seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora