ᝰ 37

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𖥸

— Eres muy malo estudiando.

— Cállate.

Seonghwa alza ambas manos en el aire—. No estoy diciendo nada que no sea cierto— se excusa maliciosamente, sonriendo divertido cuando Yeosang le dedica una mirada que expresa su molestia. El rostro del mencionado se relaja tan pronto como Park planta un beso en su mejilla.

El más joven regresa su enfoque visual al pesado libro que sostiene, cómodamene situado en el sofá. Ambos llevan la mayor parte de su día frente al televisor, disfrutando de aquellos cómodos silencios que extrañaron con tanta fuerza. Podrían —y desearían— haberse mantenido de aquella manera durante el resto de la tarde; holgazaneando, acurrucados mientras se entretienen con las películas más absurdas que pueden hallar a través de los canales televisivos. Sin embargo, nada es para siempre, y aquel cálido momento post-reconciliación se vio interrumpido cuando Yeosang recordó la inoportuna existencia de sus respectivas responsabilidades. Es así como la atención de Kang cambió su original rumbo hacia Seonghwa, siendo un par de libros los responsables de absorber esta en su totalidad.

— ¿Necesitas ayuda?— cuestiona el más alto, cansado de ver a su compañero frustrarse al no lograr avanzar de página. Cuando rompe cualquier barrera de espacio personal mientras se acerca, puede notar como el cuerpo del rubio se tensa inexplicablemente. Alza una ceja ante la reacción, impropia del chico.

—No realmente. Sólo debo memorizar las últimas fórmulas.

Seonghwa asiente con la cabeza mientras guarda silencio, con el único motivo de regresar a su, indirectamente, delimitado espacio en el sofá.

Fue inevitable notar lo reacio que se encuentra Yeosang de un instante a otro con respecto a su persona. Temeroso, más bien. No es como si el menor rechazara con disgusto cada uno de sus acercamientos, para nada. El sentimiento que predomina en la actitud ajena cada vez que Seonghwa decide accionar es, sin dudas, la inseguridad. Kang se encargó de demostrar, sin desearlo realmente, el profundo miedo que la simple idea de cometer un paso en falso le genera. Le resulta irónico al mayor haber percibido esta actitud titubeante, considerando la seguridad que destacó en las palabras de su enamorado durante la noche anterior, noche que ninguno de los incomunicativos jóvenes se atreve a mencionar todavía.

El de hebras castañas ha perdido la cuenta de la cantidad de ocasiones en las que Yeosang se disculpó por razones absurdas a lo largo del día, tales como haber dejado resposar el pan en la tostadora durante cinco segundos más de los requeridos, o haberlo abrazado con demasiada fuerza al dormir. Estos gestos, y muchos más por los que el joven mostró arrepentimiento, estuvieron lejos de molestar a Park. Son las continuas e innecesarias disculpas las responsables de que cierta irritación surja. Puede comprender la molestia que el menor expresaba cuando él solía adoptar un comportamiento similar. Desea recobrar aquel cariño físico que perdieron al distanciarse durante cierto pequeño período, no oír constantes justificaciones que verdaderamente no solicita. Piensa que, si alguno de los dos se hallara en la posición de insistir al momento de recibir un perdón, esa persona debería ser él.

Yeosang llama involuntariamente su atención al respolar, lanzando sin demasiada fuerza el libro de química a un lado en el sofá. Parece haberse dado por vencido. El menor alcanza su teléfono, encendiéndolo únicamente para alzar ambas cejas al distinguir la hora.

— ¿Quieres tomar algo? Disculpa, me concentré demasiado y olvidé la hora...

Nuevamente, una disculpa.

𝐈𝐍𝐒𝐈𝐃𝐈𝐎𝐔𝐒𝐋𝐘 | seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora