El Chico de los Puercos [SunHak;The Boyz]

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;Especial Navideño día 5

Advertencia: asalto e intento de violacion, no leer si son sensibles ante estos temas.

[HHJ]

No tenía otra opción más que caminar aprisa, bastante aprisa; tenía miedo, mucho miedo.

Voltee un poco para mirar de reojo otra vez y ahí estaba el mismo tipo caminando a la par mío. Si yo aceleraba el paso, el también.

Mierda.

Había salido de casa con la excusa de que los niños tenían hambre, no quería discutir otea vez con HyungSeo, porque eso era lo qué hacíamos últimamente; discutir, todo englobado en un solo tema.

Dinero.

Las deudas, la renta de la casa, la inscripción de los niños, todo se estaba juntando, y nuestros sueldos no cubrían todo eso.

HyungSeo solía culparme por comprar cosas de más, como ropa para mi o para los niños, decía que debía guardar algo de dinero para estos gastos.

¿Es que acaso yo no podía darme el lujo de comprarme un maldito calzón? Si a él le gusta solo tener dos playeras no tengo que ser igual. Mucho menos mis pequeños.

Pero eso no es lo que importa ahora.

La maldita calle se estaba haciendo eterna, solamente tenía que dar la maldita vuelta y correr, correr como nunca.

No sabía si tenía la intención de asaltarme, asesinarme o secuestrarme. Apresuré disimuladamente más el paso.

Nunca debí hacer eso, porque el otro tipo corrió hacía donde estaba yo, grité muy fuerte e hice lo mismo.

Correr

Ni siquiera di la vuelta en mi calle, la di un par de cuadras antes con tal de encontrar a alguien, mierda, nunca fui tan atlético y ahora eso está cobrando factura.

Inclusive aventé las malditas galletas que eran para la cena, eso era lo que menos me importaba ahora. Lo importante era correr.

El aire me empezaba a faltar y el cansancio en mis piernas cada vez era más notable, había un tipo alto a pocos metros de mí y esperaba alcanzarlo.

Fallé.

El tipo de negro me alcanzó y me empujó hacia una pared donde la luz no llegaba, sentí como ponía algo con filo en mi garganta.

«Vamos a morir» pensó mi omega e intenté negar, no iba a morir, no podía.

Debí quedarme en casa a discutir con HyungSeo a estar en esta situación, podría estar viendo televisión con mis hijos en vez de aguantar las ganas de gritar y de llorar.

—Dame todo el dinero que tengas.

Dios, ayúdame.

—Y-yo n-no...

—¡Dame todo el dinero! —apretó más la navaja contra mi garganta, empecé a llorar.