Se llevaron a Eva pocas horas después de que llegara, pero lo bueno fue que volvió un día después. Ed, Lucas y Maya regresaron al mismo tiempo, todos dijeron lo mismo que Dan, que les habían llevado a un bosque, y les habían obligado a transformarse.
Eva fue la que mas asustada volvió, tiritaba y llevaba la ropa prácticamente desgarrada y sucia.
Cuando por fin estuvimos los seis juntos, una sonrisa se extendió por mi rostro, tal vez los conociera más o menos por separado, pero era prácticamente como si lleváramos toda la vida siendo los fantásticos seis.
Los malditos programadores de nuestros horarios nos llevaban todos los días a la misma sala, blanca como el resto pero más aburrida de lo normal.
Por la noche cuando cenábamos todos en una misma mesa, en la que casi no cabíamos con Mario, siempre se me escapaba alguna que otra sonrisa, normalmente Dan no soltaba mi mano, y eso me reconfortaba. Siempre que le miraba directamente a los ojos, me sonrojaba porque me guiñaba un ojo tentadoramente.
Un dia intento besarme en medio de una de las clases de Mario trantando de explicarnos como debíamos romperle la traquea a un animal con las mandíbulas. El problema no fue ese, sino mi gran y poco disimulada manera de hacerle la cobra enfrente de todos. Puede que lo distanciara un poco de mi, al menos físicamente, pero tenia mi pasado y mis motivos para saber que la vida privada era privada y tenia que mantenerse asi pasara lo que pasara.
Pero veía en la mirada de Maya, y sobretodo de Ed, que ellos se hacían una idea de que narices había pasado entre nosotros.
Una noche me quede con Dan sola en la sala comun ya que todos se habían excusado y se habían ido a dormir.
- Me evitas – solto el de repente, ya no me cogía de la mano, me había dado cuenta y me había dolido, pero en gran parte fue culpa mia.
- No… - tartamudee
- No mientas, Ana, se te da fatal. – sus ojos me miraban acusadoramente.
- Yo, entiéndeme – no sabia como explicárselo – no se… - no sabia ni quien era como para saber algo.
Baje la vista, le estaba haciendo pasar un mal rato a mi cerebro haciendo que pensara tanto, pero lo peor era que Dan lo estaba sufriendo más que yo.
- Escúchame – sus suaves dedos levantaron mi barbilla con lentitud – yo te entiendo, ¿vale?
Asentí en silencio, una péqueña parte de mi cerebro sonrio, feliz de que dijera eso.
De repente el pelinegro se levanto de la mesa, y me miro con rabia.
- Y aunque tu seas una monja virgen que no quiere que la toquen en publico – mi boca se abrió ante sus palabras – algún dia seras mia en todos los sentidos – si un volcán pudiera moverse, ahora estarían todos en mis mejillas, no sabia si enfadarme o tratar de controlar mi rubor – y mas vale que te acostumbres a besarme en publico, porque algún día – de repente una sonrisa malvada se extiende por su rostro. – no me voy a poder controlar si algún idiota como Ed te mira como un lobo hambriento, y tengo que marcar MI territorio – mi boca cayó hasta el suelo, ¿habia oído bien? - y a MI pareja.
El chico borro la sonrisa de su rostro, y a grandes zancadas desapareció por el pasillo de su habitación.
No sé si es porque es un mutante y tiene dentro el instinto de un animal incapaz de controlar a su cerebro autóctono que vive en su entrepierna, pero ese no es el comportamiento de una persona normal.
Soy incapaz de controlar el grito de rabia que sale de mi garganta, juro que por mucho que me guste lo voy a asesinar.
Mario empezó a llegar tarde a las clases, y los días que por suerte le veíamos el pelo, tenia ojeras profundas y las arrugas que cubrían su rostro parecían mas acentuadas y viejas que nunca.
La segunda semana en este infierno empieza mas mal imposible, cuando voy por la mañana a la sala comun, hay mas gente de lo normal, van todos de blanco deben de ser científicos por sus s batas blancas y las notas que esperan tomar, con el boli preparado para escribir encima de un folio en blanco.Noto un contraste sorprendente al ver a Mario parado en medio de todos ellos, esta cabizbajo, y casi diría que en cualquier momento una lagrima caería por sus mejillas.
Tardaron unos segundos en reparar en mí, no me di cuenta de que mi tío estaba allí hasta que mirándome le dijo una simple orden a sus hombres.
- Atadla.
Lo más rápido que pudieron me agarraron de los brazos antes de que yo echara a correr, y se llevaron una fuerte patada en la entrepierna, ante esto, uno de los hombres me abofeteo la cara, haciendo que el metálico sabor a sangre inundara mi boca como un caudal. Consiguieron atarme las manos a la espalda, mientras mi labio se hinchaba y luego ame aseguraron a una silla de metal. Había una a mi izquierda y cuatro más a mi derecha. Justo seis, para ti y tus compañeros.
Están de espaldas a los pasillos, y no veo a nada salvo a la gran comitiva de personas que se extienden enfrente de mi, mirándome como si fuera el espectáculo de un circo.
A medida que los demás fueron llegando, la sonrisa de los hombres se iba ensanchando por momentos, nos miraban como si fuéramos un delicioso filete de carne que les haría babear mientras se lo comían, repugnante.
Maya me miraba y yo asentía tratando de darle ánimos, los disminuidos sollozos de Eva me estaban poniendo demasiado angustiada, todos teníamos miedo.
Solo faltaban Dan y Ed, y los guardias cachas decidieron ir a buscarlos a sus habitaciones, Ed salió el primero, retorciéndose tratando de matar a los hombres que le cogían fuertemente de los brazos, tenía la cara cogestionada en una mueca de rabia y gritaba demasiado fuerte:
- Soltadme hijos de… – ante ese casi insulto, un tercer hombre se acerco al chico y le partió el labio en un gancho derecho demasiado bien dirigido.
Pero cuando Dan entra por la puerta de su pasillo, mientras ponen a un nervioso Ed en su silla a mi lado, va sin camiseta, y sus pasos van seguros hasta que mira hacia donde están las sillas, su mirada me encuentra en medio de todo esa tranquilidad, con el labio sangrando.
- ¿Ana? – incluso desde aquí, soy capaz de escuchar su ronca voz.
Y sus ojos de repente cambian. Rabia, puro nervio, animal, sobre protector.
El azul suave que siempre han caracterizado a sus ojos de repente se oscurece, y un Dan salvaje sale a la superficie, no le supone ningún esfuerzo cargarse las cuerdas que aprisionaban sus manos, y en menos de un segundo, los dos hombres que lo traían hasta aquí, yacen inconscientes en el suelo.
Con un alarido de rabia se dirige hacia mí, y por un momento me encojo en mi silla por miedo, le propina un puñetazo a un guardia que se interpone en su camino, y a otro más que se atreve a acercarse, le agarra tan fuerte el cuello que parece que lo va a matar.
Pero lo suelta al instante, dejándolo tosiendo en el suelo, por el rabillo del ojo veo como mi tio levanta una mano, y nadie mas viene a por el chico, este llega a mi lado, y yo casi girada en la silla no le pierdo de vista, su pecho tonificado sube y baja con ansia, se apoya en el respaldo de la silla con una mano, y con la otra agarra mi cuello con delicadeza, nadie pensaría que estas manos pueden llegar a dejar tanta destrucción y ser tan gentiles a la vez, sube mi cara hasta que sus labios están a un suspiro del mío.
Sus ojos son los de la pantera, ha perdido el control ante la bestia.
Para mi gran sorpresa, lame con delicadeza mi labio herido, retirando la sangre reseca que se ha acumulado en la herida. Mis ojos se abren cuando Dan gruñe y cae, yo grito al verle en el suelo prácticamente sin vida. Detrás suya, un guardia apunta una pistola de dardos a donde antes Dan estaba.
Lucho por no llorar, y me giro de nuevo hacia los hombres.
Mi tio sonríe con suficiencia y nos mira a cada uno a los ojos mientras colocan a Dan en la silla, su cabeza cuelga hacia un lado, sin vida.
- Ahora que tengo vuestra atención… - la voz de mi tío me sobresalta, miro hacia Dan una vez mas – tengo algo muy importante que deciros…
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Because we can
RomanceHicieron experimentos conmigo, me metieron dentro el ADN de un animal peligroso cuando era un bebe. He vivido toda mi vida con mis padres, en una casa normal, y esta mañana cuando despierto me encuentro en una habitación blanca, lejos de mi hogar si...