Dan POV
Mis manos se mueven sobre una piel que conozco a la perfección, abro los ojos con lentitud, esperando que de verdad sea quien creo que es.
- Ana… - susurro soltando un suspiro de alivio. Esta aquí, a mi lado, a salvo.
Ella simplemente mira mis ojos y luego aprieta mis hombros con fuerza. Esta sentada encima mía, y yo tumbado paso mis manos por su pelo maravillado al verla aquí.
Muerde mi labio con furia, pero yo la aparto, ¿Cómo ha llegado aquí?
- No quiero volver Dan – dice con la voz rota, parece más triste que nunca.
- ¿Volver a donde?
- A tu lado.
Algo se rompe en mi mente.
- Pero si estas a mi lado.
- No, no lo estoy – una lagrima se escapa de su rostro. – estoy muy lejos.
Limpio sus lágrimas con amargura, ¿Cuánto más voy a tener que verla sufrir?
- ¿Donde estas? – acaricio su mejilla y ella cierra los ojos, disfrutando de mi tacto tanto como lo estoy haciendo yo con el suyo.
- Para ti, siempre en tu corazón – susurra, nuevas lágrimas mojan mi mano cuando dice esto – para los demás, muerta.
Abre los ojos y sus pupilas se dilatan con la suave luz que entra por la ventana.
- No – pido que esto no sea verdad.
- No volveré a veros nunca más.
- ¿Por qué? – no la entiendo, ¿Qué quiere decir con eso?
- Me he rendido – susurra con lentitud. Se inclina hacia delante y apoya su mejilla en mi pecho – mi corazón ya no late como el tuyo, Dan. Ha parado de hacer el precioso sonido de la vida.
- No, por favor – porque me está torturando – vuelve a mi lado, Ana – suplico – te necesito.
- No puedo Dan – eleva de nuevo la cabeza y cuando me mira veo pena y desesperación – ya es demasiado tarde.
Coge mi cara entre sus manos y me besa con lentitud, una lágrima se cuela entre nuestros labios.
- Ana no…
Y entonces despierto, me incorporo sudando y respirando entrecortadamente en la litera en la que duermo.
Ha sido un sueño.
Y eso no me alivia nada.
A los cinco días de encontrar el infierno blanco en llamas, los investigadores de KANE encontraron unos archivos en la red que llevaban a un posible paradero de Ana y el resto de mutantes perdidos. Toda la base se volvió loca y se empezaron a movilizar patrullas enteras de soldados para ir en busca de todas esas personas que faltaban por ser rescatadas.
Nada más enterarnos, mis compañeros y yo fuimos a la sala de operaciones donde los hermanos Kane controlaban todo.
- ¿Podemos ayudar en la búsqueda de Ana? – pregunto Lucas antes de que yo incluso abriera la boca.
- Estaba esperando a que vinierais a pedirlo – Faciliti sonríe y hace un gesto hacia un señor que espera pacientemente apartado en una esquina. – este hombre os guiara hasta nuestro arsenal de armas, Eva no puede ir. – la pequeña cogida como siempre de la mano de Lucas suelta un bufido parecido a un gato. – Elegid lo que queráis y dentro de media hora sale un helicóptero hacia el lugar de la pista. Iréis con otro helicóptero guía con soldados especializados para ayudaros.
Oteo de nuevo el horizonte con el cuerpo sobresaliendo del helicóptero en movimiento, hectáreas y hectáreas de bosque se extiende bajo nuestros pies.
El pelo golpea mi frente por el viento producido por las aspas del helicóptero. Entrecierro los ojos cuando veo en la distancia un cambio en el color de los arboles.
Entro de nuevo en la cabina de mando, donde Luis pistola el helicóptero como si fuera tan fácil como caminar.
- ¡Hay una zona más clara hacia el oeste! – grito por encima del ruido de las aspas.
El helicóptero vira bruscamente, y me agarro a una cuerda que cuela de la pared del vehículo para no caer.
Tardamos unos cinco minutos en estar encima de la zona de arboles clara. Claramente se distingue que han acordonado la zona con vallas para que nadie salga ni entre, la zona nueva se extiende hacia el horizonte tanto que desaparece de mi campo de visión cuando trato de adivinar cuanto territorio vamos a tener que recorrer.
- ¡Descended! – las ordenes de Luis se oyen lejanas.
Lucas, y Maya aparecen a mi lado, y los tres nos asomamos por la abertura, unos dos soldados mas que van con nosotros tiran una cuerda mientras el helicóptero desciende sobre los arboles hasta que parece que los podemos tocar con las manos.
El primer soldado baja y luego le siguen Lucas y Maya, antes de bajar miro unos metros mas allá donde del otro helicóptero bajan el resto de soldados.
Me tiro por la cuerda y no me abraso las manos gracias a unos guantes que me proporcionaron los del arsenal de armas.
Cuando sobrepaso las copas de los arboles, la oscuridad me invade por unos segundos hasta que me acostumbro a la poca luz.
No tiene sentido el tipo de vegetación de esta zona.
Mis pies aterrizan en el suelo con un pesado ‘’plof’’ y me aparto de la cuerda para dejar bajar al segundo soldado que iba en nuestro helicóptero.
Saco la pistola que llevo en un cinturón solo para sentirme más seguro, y veo como Maya mi imita mirando a todos los lugares a los que alcanza la vista. Escruto detrás de las plantas que veo, observando que no son los arboles que estoy acostumbrado a ver, parecen más verdes en el tronco, y están más juntos entre si, como si quisieran crear una trampa mortal.
- Quedaros aquí – uno de los soldados se aleja dando pasos largos y la pistola levantada hacia un sitio que no me importa.
Vuelve a los dos minutos, para alivio de su compañero que se movía de un lado a otro nervioso. Detrás suya avanzan el resto de soldados, y Ed acompañado de un Mario que va tan tranquilo sin arma.
- Ahora hay que buscar– uno de los soldados con una brújula indica a sus compañeros que avancen, y eso hacemos.
Entre los árboles, nos movemos en silencio como si fuéramos parte de la fauna de esta selva medio tropical. Registrando detrás de cada arbusto, levantando cada piedra.
Y entonces los veo, pelajes naranjas a rayas negras. Tres o cuatro tigres se amontonan a los pies de un árbol.
Rondan algo que no logro ver.
Alguien manda callar y todos nos escondemos detrás de lo que podemos.
Y entonces el primer soldado que bajó del helicóptero tira algo contra los animales que se comportan de forma extraña.
- Apartad la vista y tapaos lo oídos – grita.
Un ruido molesto sale de la granada aturdidora, y los cuatro felinos salen huyendo despavoridos por la luz y el sonido que proviene del objeto.
Cuando volvemos a mirar y los efectos de la granada se desvanecen, algo me deja petrificado, a los pies de un árbol hay un quinto tigre, su pelaje naranja claro está cubierto de sangre, yace completamente inconsciente, pues el ruido no le ha afectado.
Incluso a esta distancia soy capaz de reconocer a quien pertenecen esas rayas: a mi tigresa.
Mi Ana.
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Because we can
Любовные романыHicieron experimentos conmigo, me metieron dentro el ADN de un animal peligroso cuando era un bebe. He vivido toda mi vida con mis padres, en una casa normal, y esta mañana cuando despierto me encuentro en una habitación blanca, lejos de mi hogar si...