Capitulo 31

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Dan POV

-          ¿Está vivo? – voces apresuradas vuelan a mi alrededor, soy incapaz de descifrar lo que dicen – ¡como le hayas hecho daño te arranco las extensiones zorra!

-          Tranquilízate Maya – una voz nueva se oye, es masculina y me resulta extremadamente familiar.

¿Por qué soy incapaz de despertar?

-          ¡¿Qué me tranquilice?! – la chica que habla parece a punto de explotar. – juro que como tenga una sola neurona menos…

-          No le he hecho nada – es Lea. – simplemente…

Mis ojos se abren con furia, y antes de que logre detener a mi propio cuerpo, ya me he incorporado en la camilla, y ya tengo agarrada a la chica por el cuello, clavando mis uñas en su delicada piel que voy a desgarrar.

Pero hay demasiada gente en esta sala como para que pueda hacerlo a gusto. Mis dedos se relajan sobre el cuello de Lea cuando diviso entre las cinco caras que se encuentran a mí alrededor a Maya.

-          ¿Maya? – mi voz sale fuerte a pesar de sentirme como una bolsa pateada.

Ella se lanza contra mis brazos y yo le respondo como puedo a su entusiasmo.

-          Gracias a dios que estas bien. – susurra contra mi oído.

Mis ojos tratan de acostumbrarse al lugar donde estoy. Tiene las paredes grises y decenas de camas de hospital se extienden a ambos lados de la mía. Formando un círculo alrededor de mi cuerpo, están las últimas personas que esperaría ver.

Ed, Lucas, Eva tomada de su mano, Maya, Lea y ¿Mario?

La chica se despega de mi y lanzo una mirada de odio a Lea que se ha alejado de mi por miedo.

-          ¿Dónde está Ana? – mi voz sale amenazante, y Mario baja la mirada ante la pregunta. – Mario por favor, dime que está pasando.

La incredulidad del momento y la falsa seguridad que están sufriendo mis compañeros es suficiente como para querer correr y huir de aquí.

Él da un paso adelante, con la cabeza agachada, sin mirarme a los ojos. Pero Lea pone una mano en el brazo del anciano y se pone delante de mí.

-          Será mejor que te lo explique yo… - su voz suena arrepentida.

-          Sera mejor que te mate yo – corrijo.

-          Escúchame Dan – sus ojos transmiten pena que por un momento estoy dispuesto a escucharla – Mi hermano nunca fue alguien normal.

-          Siempre ha sido un cabrón – gruño.

-          Lo sé – baja la vista tal vez recordando algo – él y yo nos criamos juntos, nos inculcaron las mismas mentiras y nos criaron de la misma manera. Éramos sus esclavos.

-          Si lo que intentas es darme pena, vas muy mal encaminada – tengo ganas de levantarme y rasgarle el cuello y ver como se desangra dejando una mancha en el blanco suelo. – por tu culpa Ana no está aquí. – mastico cada palabra jurándome a mí mismo algo que se que nunca hare.

-          Lo se – baja la mirada para mirarse las uñas y después de tragar continua sin mirarme a los ojos – ‘’el bien para el mayor número de personas’’ – recita – sabia que los hombres de Paul iban a capturaros. En todo momento sabían donde estabais, mi hermano y yo hicimos un plan, el se llevaba a Ana y en el bosque estarían esperándonos más hombres para capturaros a vosotros. Por separado – cuando comienzo a entender lo que de verdad esta diciendo un nudo se forma en mi garganta. – pero contactaron conmigo otras personas, ya sabía que existían incluso antes de conoceros a vosotros, pero… - su voz se quiebra.

-          Hay un grupo rebelde a los científicos que os crearon – oigo a Mario detrás de Lea – queríamos salvaros Dan, a todos – recalca.

-          Y sin embargo Ana no está aquí – reprocho.

-          Fue fácil acabar con los hombres que esperaban a transportaros a la base del infierno blanco – sigue Mario – gracias a Lea sabíamos donde estabais y entonces atacamos, conseguimos salvaros y llevaros a nuestra base de operaciones. Aquí.

‘’El bien para el mayor número de personas’’

-          Preferisteis salvarnos a nosotros que a Ana – mi corazón se rompe en mil pedazos – la dejasteis a merced de Leo.

-          Mi hermano está loco, Dan – susurra Lea, veo como pequeñas lagrimas caen de sus ojos, pero en vez de compasión sigo sintiendo asco – pero no es tonto, no mataría jamás a Ana, antes la entregaría a sus dueños que dañarla. Al menos esta viva, como tú.

-          Pero no esta a salvo.

-          Tu si, Dan – susurra Ed – por fin tenemos a alguien en quien confiar.

Me levanto de la cama y la maldita bata de papel se pega a mi cuerpo como una lapa molesta. Corro ignorando los gritos que me apremian a volver a la cama.

Corro hasta que encuentro una ventana, entonces descorro la cortina y miro afuera.

Una sensación de estar atrapado me apremia por dentro.

La gran ciudad se extiende a mis pies.

Miles de personas caminan por las calles, acompañados por los coches y por sus perros. Vuelvo a estar en casa, en la civilización. Con gente por doquier con quien estar, estoy con mis amigos y a salvo.

Entonces, ¿Por qué me siento más solo que nunca?

Because we canDonde viven las historias. Descúbrelo ahora