A la mañana siguiente despierto sola pero contenta, más que en toda mi vida, y una gran sonrisa permanece en mi rostro mientras me ducho y me hago una coleta de caballo, mientras desayuno, e incluso mientras voy por mi pasillo hasta la sala común, pero cuando llego esa sonrisa se borra completamente de mi rostro.
Solo hay seis pasillos en este sitio, seis habitaciones, seis personas. Y allí está la sexta persona.
Una niña.
Debe de tener siete u ocho años, no más. Parece una muñeca de porcelana y sus fracciones están muy relajadas. Los ojos grises miran en todas direcciones hasta que se detienen en mí, parece a punto de llorar.
Me acerco a ella. Se tapa la cara con las manos y veo que a través de los dedos los ojos se le llenan de lágrimas y empieza a sollozar en silencio. ¿Esta es la última de nosotros? ¿Una niña tan pequeña? No pueden hacerle esto, estará echando de menos a sus padres, y estará asustada. Una ira nace en el interior de mi corazón y decido que si no me vengo por mi y por los demás, asesinare a todos los cabrones que decidieron hacer experimentos con esta niña tan pequeña.
Debe de haber un error, me digo a mi misma, pero ella esta aquí, y tiene una camiseta negra de su talla con un perfecto seis cosido en blanco.
Sintiendo pena por la niña, me agacho a su lado y la atraigo hacia mí para darle un abrazo de oso. Por un momento deja de sollozar sorprendida pero luego se agarra a mi camiseta y empieza a sollozar con más fueras. Noto como esconde su cabecita en el hueco de mi hombro y como mi camiseta se moja con sus cálidas lagrimas. Le susurro palabras para reconfortarla y le acaricio el rizado pelo rubio. Es tan pequeñita. Al cabo de unos segundos, parece que deja de llorar pero su cuerpo aun se sacude ante algún sollozo suelto.
- Tranquila – le digo intentando calmarla – ¿estás mejor? – asiente con la cabeza lentamente frotándose los ojos. Se separa de mí pero no se aleja. - ¿Cómo te llamas? – le pregunto.
Su pequeña manita agarra mi camiseta con desesperación como si me fuera a escapar y a dejarla sola entre esas cuatro paredes blancas. No lo hare nunca, quiero susurrarle
- Eva – su voz es muy bajita.
- Bien, Eva. Tienes que estar tranquila porque no te vamos a hacer nada – le miro a los ojos – con nosotros estarás bien.
- Vale – alguna lágrima se escapa accidentalmente de sus ojitos grises.
- Me llamo Ana – le digo – estoy encantada de conocerte y espero que podamos ser buenas amigas – le sonrío y parece relajarse. – una sonrisa torcida sale de sus labios color rosa.
- Yo… - hace pequeñas pausas al hablar y tiene sollozos que le hacen hablar entrecortadamente – tengo… miedo…
- Lo sé pequeña, yo también lo tengo…
- ¿Por qué… estoy aquí?
- No lo se… - no pueden hacerle esto, no pueden, es demasiado pequeña – pero te prometo que saldremos de aquí.
De repente sale una sombra negra del pasillo número uno, sin necesidad de levantar la mirada se quien es: Dan.
Siento su mirada en mi nuca, y noto como se acuclilla a mi lado, para estar a la altura de Eva, que lo mira casi con miedo.
- ¿Y tu quien eres? – su voz produce un gusanillo en mi estomago.
- Me llamo Eva y estoy encantada de conocerte – repite mis anteriores palabras. Me saca una sonrisa.
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Because we can
RomanceHicieron experimentos conmigo, me metieron dentro el ADN de un animal peligroso cuando era un bebe. He vivido toda mi vida con mis padres, en una casa normal, y esta mañana cuando despierto me encuentro en una habitación blanca, lejos de mi hogar si...