Capitulo 36

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Una alarma molesta empieza a sonar en el fondo de mi cabeza con lentitud, casi como un murmullo lejano, y se va haciendo más molesta a medida que me levanto de mi sueño pesado.

Cuando abro los ojos una luz roja aparece cada pocos segundos, dándole a la habitación un tono de sangre y muerte cada vez que se hace presente.

Me incorporo en la cama en la que estoy, pero un brazo que pasa por mi cintura me devuelve a la cama. Miro hacia el dueño de ese brazo y no me sorprendo al ver a Dan totalmente dormido.

Le zarandeo el brazo mientras miro hacia la puerta de la habitación que nos han asignado. Al principio me asignaron una habitación a mi sola, pero por las noches me despertaba gritando y lo único que me ayudaba a dormir era tener a Dan al lado.

Más allá de la puerta se escuchan gritos y pasos pesados, gente huyendo. Mi cuerpo se pone en tensión a medida que la alarma de peligro de la base Kane se cuela mas al fondo en mi mente, alertándome de que algo malo está pasando.

-          Dan, despierta – le apremio acariciando su pelo negro. Él abre los ojos en silencio. Sus ojos penetran hasta el fondo los míos, mirándome molesto a la vez que gruñe imperceptiblemente.

Pero su expresión cambia al momento cuando agudizar el oído.

-          ¿Qué está pasando? – pone una mano en mi mejilla y me mira con preocupación.

-          No lo sé – susurro y me levanto de la cama rompiendo el contacto con su piel.

El agarra mi mano y salimos al pasillo corriendo.

Pero no podemos dar ni unos pasos sin quedarnos totalmente quietos, observando la pared.

Cadáveres se extienden en el suelo bajo un mensaje escrito con sangre con una caligrafía descuidada.

‘’Vamos a por vosotros’’

Alguien grita por el pasillo que se extiende a nuestra derecha. No es un grito de miedo, ni de pánico. Ojala lo fuera. No, es un grito de dolor, de suplica y sufrimiento físico.

Mi corazón comienza a latir a mil y aprieto la mano del chico que tengo a mi lado. Nos miramos y no hace falta nada más para que salgamos corriendo hacia un rumbo que ni siquiera nosotros sabemos.

Dan tira de mi mano y yo la aprieto sin querer dejarle ir.

-          ¡Corre! – me apremia.

Pero mi vista se detiene en cada cadáver que se cruza en nuestro camino, impactada. Consigo ignorar a los muertos que se extienden por todos los pasillos, como si fueran la decoración de las salas.

Hasta que me parece ver algo.

Hasta que me parece ver a alguien.

Eva.

Muerta, y totalmente inmóvil.

Corro con un grito de miedo y desligo mi mano de la de Dan. Mis rodillas chocan contra el suelo cuando caigo al lado del cuerpo sin vida de la niña.

Su cabeza cuelga siguiendo la gravedad, y el hilo de sangre que sale del boquete que tiene en su cabeza sigue el mismo camino: hacia abajo. Esta sentada contra la pared con los ojos desorbitados por el miedo y la boca abierta en un último grito que nunca llego a pronunciar. Mis ojos se nublan en lágrimas y un lamento de horror sale de mi boca queriendo expresar mi dolor. Abrazo su cuerpo y mis ojos se dirigen con pesadez hacia el cadáver que yace a su lado, entonces  el mundo se cae a mis pies.

Maya. Con la yugular desgarrada.

Y a su lado Ed, con sus ojos que un día fueron preciosos desaparecidos, que únicamente han dejado unas orbitas vacías y ensangrentadas como recuerdo.

Me levanto y me alejo de ellos a punto de vomitar. Muertos. Hasta que mi vista alcanza a mirar hacia arriba, hacia la parte más alta de la pared, donde alguien yace ahorcado, todavía se mece en un balanceo suave y destructor. Cuando miro su rostro, vuelvo a caer contra el suelo rasgándome las rodillas.

Lucas.

Todos muertos.

Entonces busco a Dan con la mirada girando mi cuello hacia atrás, dirigiendo mis ojos hacia el último sitio donde lo vi.

Y allí esta, de rodillas en el suelo, sus ojos están fijos en los míos y veo una expresión total de pavor en sus ojos.

Un cañón se aprieta contra su cabeza, la pistola pierde su seguro y entonces reparo en quien la sostiene.

Paul.

Entonces dispara.

 Y Dan cae hacia atrás, golpeando su cabeza contra el suelo dejando un charco de sangre y sesos a medida que su cráneo batido se vacía con lentitud. Sus ojos sin vida me mandan directamente hacia el infierno.

Haciendo que mi mundo se acabe en unos pocos segundos. 

Because we canDonde viven las historias. Descúbrelo ahora