Mi cruel obsesión《+21 》(borrador)

T R E C E

CARMÍN

Dios mío, esto me matará.

Sus ojos azules brillaban mientras con uno de sus brazos me apresaba a él que seguía sentado como rey de la fiesta y la otra agarraba mi muslo.

—Nick, hablo enserio.—le dijo a su amigo cuando este rodo los ojos negando con la cabeza. La morena en sus piernas volvió a su trabajo y por dos segundos me preocupe de Asfil quien fue quien me había traído luego de ir donde Faith.

Faith... era Faith y aseguró que prefería quedarse en su casa en vez de venir con nosotras.

Vi como la rubia volvía al ataque con Demian pero sentí como la mano de Kai agarró mi cuello por detrás fuertemente dirigiéndome hacia su mirada.

—Que tal, Rouge.—le saludé chistosamente.

La adrenalina y sus maravillosos efectos.

—No quiero que hables.—se acercó a mi con un tono hostil hasta que sin pudor acercó sus labios a los míos encajando a la perfección mientras sentía su sabor a menta y tabaco.

Su boca era adictiva, sus labios ondularon en los míos mientras la música se sentía lejana. No había cosa tan exquisita y excitante que besar a Kaiden Rouge y eso el lo sabía.

—Debes dejar de ser irrespetuosa y saludarme como se debe.

—Sin vergüenza.

Bajo su mano hacia mi culo y lo apretó dolorosamente mientras mordía mi labio. Parece que no le preocupaba que nos vieran.

—Veinticuatro siete, cariño.—soltó sonriendo de forma coqueta, lo cual hacía muy poco pero se veía tremendamente irresistible. Me separé de su adicta boca por un segundo para respirar.

La música seguía resonando y las luces pegaban de lugares que ni sabía de donde salían cuando vi a Asfil haciéndome una seña para ir a bailar.

Intente pararme pero Kai me lo impidió.

—Donde crees que vas.—me preguntó con un tono frío. Levantó una ceja mientras volví a ver a Asfil esta vez con Daniel a su lado.

El único amigo que tenía cabe decir. Estaban bailando y traían un vaso extra. Intente pararme nuevamente pero los brazos del socio de mi padre volvieron a agarrarme.

—Quiero ir por un trago.—respondí cuando negó riendo. «Una sonrisa para derretirse»

—No le aceptes a nadie aquí.—me susurró. Luego movió mi cabello para despejar la zona donde su aliento chocaba con mi piel.—A nadie, excepto a mi.

Rodé los ojos y nuevamente intente pararme pero obviamente fue nulo.

—No sabes con quien te metes aquí.

—Tampoco se con quien me meto aquí.—le pinche el pecho con mi dedo índice cuando agarró mi nuca y me beso hambrienta y torturosamente una vez más.

Creo que podría besarlo por horas sin aburrirme.

«Dios me encanta.»

Encontró espacio entre mis labios para su lengua cuando mordió mi labio inferior fuertemente tanto que pensé que me iría a lastimar, pero en vez de doler me excito más.

—Y que tomaré entonces, imbecil.—le recrimine a centrimetros de su boca.

—De lo mío.—agarró su vaso y me lo entregó. Probé e hice una mueca de la más extraña al sentir el sabor amargo. Soltó una carcajada casi armónica a mis oídos.—Pensé que estabas preparada, fortachona.