T R E S

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CARMÍN

La respiración se me paró por cuanto quien sabe. Lo que menos esperaba era verle al chico de faroles azules con quien me había revolcado recientemente en un vuelo de cuatro horas. Cuatro malditas horas carcomiendo mi cabeza luego de verle y de recibir uno de sus besos deseosos por cualquiera. Sus manos tallaron mi cintura cuando las mias subieron a su nuca entrelazando mis dedos en ella mientras mordía por mi cuello y mi clavícula. Sacudí mi cabeza.

—¿Estas bien?—mi padre me preguntó al llegar a mi asiento. Estaba con mis mejillas coloradas y mi pelo revuelto. Agarré el suéter abierto y me encerré en el asintiendo como estupida rezando por no tener ninguna de las marcas de Kai.—Como te decía, la gala es hoy en la noche y mañana iremos a un almuerzo informal con mis socios. Te parece bien ¿verdad?

—Si, está bien, papá.—asegure cuando no estaba bien esto, estaba en otra dimensión calculando en que mierda hacia Kai aquí o que acababa de suceder en el baño VIP que tuve que recurrir ya que el baño de los asientos comerciales estaba ocupado por más de tres personas esperando en fila.

Tres preguntas. Tres preguntas se formularon en mi mente al repasar todo.

1. ¿Que hacia Kai en el mismo vuelo que yo?
2. ¿De verdad quería olvidar lo que pasó?
3. ¿Ahora que hago?

Me puse el cinturón de seguridad antes de que siguiera pensando en la fragancia entumecida de Kai, o sus ojos hipnotizadores azules como el mar, o en su torso bien trabajando que daban ganas de recorrerle hasta que no pudieras más con aquello.

Se me seco la garganta obligándome a estirar mi mano hacia mi botellín de agua que había comprado en el Duty free de Los Angeles. Aunque había tomado ya tres grandes sorbos, los besos de Kai no se iban ni con cloro.

Una parte de mi me imploraba recordar como había sido la noche, que había pasado o quería recordar simplemente como el lo hacía... pero no podía, estaba muy borracha para mi complexión o para generar recuerdos de aquel momento que se escuchaba excitante para cualquiera.

El resto de las horas pasaron calmadas, aunque mi mente no dejaba de estar alerta. No había rastro de Kai, me puse a ver películas de mi pantalla hasta que me aburrí y caí dormida entre las turbulencias del vuelo. Mi padre me levantó delicadamente moviéndome del brazo indicándome que deberíamos bajar acelerando mi pulso al doble que de costumbre...

«Por favor no»

Rogaba para no verle al chico perfecto. Así ahorraba una vergüenza, ¿no?

Salimos mientras mi padre me hablaba de cosas de los hoteles que no lograba ni distinguir gracias a mi preocupación por no ser vista, agarre mi suéter largo y lo enrolle a través de mi cuerpo desarmando mi coleta para cubrir mi rostro aunque el calor ya me sofocaba desde dentro. El clima nos pegó como una bofetada, estaba todo ardiendo y caliente casi dejándonos sin respiración al salir del aeropuerto.

Mi padre alquiló un carro negro mediano Volvo y nos subimos tras meter las maletas en el baúl encendiendo el aire helado a tope, y arrancó el carro dejándome la posibilidad de volver a respirar tranquilamente el aire que faltaba en mis pulmones desde la hora dos del viaje.

—¿Y como está Asfil?—mi padre preguntó sobre mi mejor amiga con melena blanca luego de unos minutos de silencio. Aunque no era silencio incómodo, con mi padre entendíamos aquellos momentos de reflexión. Éramos parecidos en aquel aspecto mientras que mi apariencia era totalmente tirada hacia mi difunda madre, Zmeya , de cabellos negros con unos ojos esmeralda similar únicamente a uno de los míos.—¿Sabes que su hermano, Pax Dashner, también trabaja con nosotros?

—Ah, genial.—fue lo único que se me vino a la mente. Estaba perdida en otras cosas pero luché por dejarlas de lado un momento y concentrarme en mi padre que hablaba con entusiasmo luego de muchos meses.—Ayer estaba con ella y con Electra.

Mi cruel obsesión《+21 》(borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora