Mi cruel obsesión《+21 》(borrador)

C U A R E N T A Y U N O

Recuerden que lo que pasa en la novela es ficcion, no lo intenten sin ver bien los posibles riesgos, etc. xd*

KAIDEN

El lunes Carmín decidió por irse con Asfil a la cafetería. Esta semana ella la tenía libre ya que navidad caía en cuatro días, y sabía que cada hora que pasaba se ponía un poco más triste por no pasarla con su padre.

El no la había llamado, contactado ni visto. Como si no fuera su propia hija, la dejó.

Al volver a casa pedí Pad Thai ya que ni de coña iba a tocar ni una maldita sartén. En mi defensa iría a quemar mi casa si lo hacía.

Carmín llegó luego de haber trabajado y me calmó que usará su bota por el dolor además de que trabajo solo en la caja por lo mismo.

Me contó que un tipo quebró casi cinco vasos, que una señora le había pagado con puros centavos y me causó gracia imaginarla contar cada una de las miles monedas.

Luego sacó el ensayo que había escrito junto a mi en la biblioteca, que se note la ironía, con una nota perfecta que había ido a recoger al instituto.

—Sirvió de algo mi ayuda.—me burlé mientras me levantaba para ir a buscar las cajas.

—¿Que es eso?

—Ordené algo de comer.—ella asintió y me senté en el sofá con ella. Se abrazó las piernas a mi lado cuando abrí solo una caja y saqué los palillos.

—¿Que haces?—enrollé una cantidad de tallarines de arroz con verduras y soya, y se lo acerqué.

—Abre.—me miró extrañada y rodé los ojos.

—Abre que no tengo todo el día.—divertida, abrió la boca y comió lo que le di. Mi pecho se infló de no se... de algo, y comí yo esta vez.

Repetí la acción, aunque cada vez masticaba más lento. Le quite un mechón de cabello y lo enganche tras su oreja dejando mi mano unos segundos.

—Gracias.—dijo antes de que tomara la caja de nuevo ella sola y comiera un poco más concentrada.

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—¡Despierta!—me movió por quinta vez pero la ignoré por quinta vez. Creo que eran las siete de la mañana y yo tenía trabajo, no lo se. No me importaba.

Ni me digne en abrir un ojo.

—Bueno, me iré a bañar sola.

—¿Que dices?—levanté la cabeza y me miró juzgándome.—No te veo desnudándote.

—Era para levantarte.

—Entonces te desnudaré pero en mis sueños.—volví la cabeza a las almohadas pero se subió en mi espalda a ahorcajadas.

—¿Porque te despiertas tan gruñon?

—Porque o me levanto temprano o me levanto amable. No puedo con todo.

Sentí su risa mientras caminaba a la cocina. Me levanté quejándome hasta que llegué al taburete. Saqué el sirope para las tortitas pero Carmín me lo quito de las manos, levanté una ceja en su dirección cuando recorrió mi torso con sus ojos.

—Ahora te pondré amable.—se acercó a mi y sacó la tapa del sirope antes de estropearme todo el pecho y abdominales en el jarabe.—Lo siento, se me cayó.

—Claro.—murmuré cuando se agachó de a poco pasando su lengua por mi torso limpiando lo que había derramado. La sangre se me junto en un punto en específico y me agarré de la mesa.