T R E I N T A Y O C H O

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CARMÍN

Me desmayé en medio del tapete. El dolor me había sobrepasado, y yo me había auto exigido más de lo que podía.

Desperté ya en un carro con Karen; mi entrenadora, a mi lado mientras que nos trasladaban a un centro médico. Me vi con mi chaqueta puesta, el buzo y mi pie todavía enfundado en la venda que había asegurado que quitaría mis molestias, solo para que me dejaran competir.

No podía dejar la competicion. Esta era mi oportunidad de beca deportiva, de crecer, de demostrarle a papá mis logros...

—Vamos de camino al hospital de Chicago.—me informó Karen mientras me acariciaba el cabello. Asentí y palpé mi móvil en la chaqueta.

Tenía llamadas perdidas de Kaiden, de papá e incluso de Marcia. Respondí poco a poco los mensajes.

Le hice saber a Kai que iba de camino a cuidados, le informe a papá que había sufrido de un accidente y que Francesca no se aparecía por ningún lado...

La última vez que le vi fue cuando me acompaño hacia el camerino mientras hablaba de su nuevo carro, luego las escaleras. Pero al estar ya abajo con el tobillo entre mis manos, no la vi ahí.

«—Lo sientoFueron sus extrañas palabras antes de perderla se mi vista.

Habíamos llegado ayer en la noche por lo que no nos tuvimos que hablar mucho, solo que sabía que cuando me fue a dejar al lugar de la competencia, en las escaleras, me deseó suerte.

Un dolor punzante e insoportable me inundó la pierna izquierda, y por la adrenalina o el momento no supe decir si me había esguinsado, lesionado o incluso roto un tendón o hueso.

Solo rezaba para que fuera la primera, así solo estaría un mes fuera de práctica, y luego volvería para practicar...

—¿Quien ganó?—pregunté alterada cuando ya estábamos en la camilla del cubículo del hospital. Karen se sobresaltó y me miro con sus ojos bien abiertos.

—Carmín...

—No...—susurré para mi misma. Mi temporada había terminado si no clasificaba entre las primeras 5.

—No he visto.—confesó mientras sacaba su iPad.—Han subido los resultados recién. Leeré los puntajes...

Me tensé cuando comenzó. La rutina de aro a pesar de mis lagrimas constantes en cada paso que daba, había salido o por lo menos lo que recordaba muy bien.

Karen siguió leyendo y empecé a morderme los dedos cuando levanto sus ojos hacia mi.

—Tercera.—dijo y me quede helada.—¡Haz sacado puesto dos con 27.85 puntos!

Me llevé las manos a la cara y no sabía si estaba riendo, celebrando, llorando o agonizando por el dolor de mi pie pero estaba feliz. Había valido la pena o eso quería pensar por ahora.

El doctor entró diez minutos después cuando Karen me estaba sacando fotos en la camilla para mandárselas al nuevo grupo nacional. Dijo que me darían el uniforme en unas semanas y que dos veces al mes vendría la coordinadora a hacer arreglos en las rutinas, pero que fuera de eso podía seguir en mi elite.

—Carmín Crivain.—dijo el doctor luego de que estuve horas haciéndome radiografías.—Tienes un esguince de grado dos. Tus tendones y ligamentos están levemente desgarrados y la zona hinchada por el golpe. Te envendaremos el tobillo y el pie, te enseñará la enfermera para que puedas hacértelo sola y usarás una bota walker dura para que evitemos accidentes.

Suspiré. Le informe a papá que todo iba bien aunque seguíamos hablando a monosílabos y también le mande un breve mensaje a Kai, aunque dudaba que contestara a las casi dos de la mañana.

Mi cruel obsesión《+21 》(borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora