T R E I N T A Y C U A T R O

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CARMÍN

—¡Noup!—me resigné mientras me devolvía al carro. Pero la mano de Kaiden me detuvo.

—Tienes que hacerlo.

—No. Me resigno. Me niego. Me...

—Carmín, tienes que entrar a tu casita y explicarle todo lo que sucedió ayer.—dijo mientras yo me cruzaba de brazos.—Y de pasada decirle lo bien que gritaste mi nombre ayer en mi cama pero...

—Ya callate. No seas pesado.—dije cuando este sonrió satisfecho.

—Anda. Si las cosas se desmadran me llamas y vengo a rescatar a la pobre chica sin ovarios.

—Si tengo y bien puestos, guapo.—contesté esta vez armándome de valor. Este era un vil juego de su parte para enfrentarme a mis miedos.—Ahí voy.

Me fui caminando luego de sentir una nalgada fuerte y ver como Kai se hacía el inocente. Negué con la cabeza y al mismo tiempo que iba a tocar la puerta, mi corazón latió a mil por hora.

Y... toque el timbre.

Esperé unos segundos sin respuesta. Sabía que papá estaría mal con lo que sucedió ayer... ¿y si me deja fuera de casa? ¿Y si me odia? Y si...

—Carmín.

«A la madre.»

—Papá...

Me abrió la puerta con una expresión absoluta de seriedad. Al entrar noté que Marcia estaba en la cocina haciendo alguna de sus creaciones pero no me permití ver más cuando observé que me examinó de abajo hacia arriba.

—¿Tienes deberes?—preguntó algo de lo más extraño.

—Emm... si.

—Bien. Sube a hacerlos.

«¿Que?»

—Papá yo quería hablarte de lo de...

—Basta. No quiero escuchar ni una otra palabra más, Carmín Crivain.—dijo con un tono fuerte, yo me encogí.—Sube ahora mismo y deja tus discursos de lado.

Esto salió peor. Mucho peor de lo que esperé.

════ ⋆ ✩ ⋆ ════

Respiré profundamente y bajé las escaleras.

Ayer no había bajado a cenar, tampoco había hablado con papá que había gritado como loco cuando subí, ni hablé con Kaiden, aunque si me escribió una vez.

Simplemente lloré y descargué todo.

Siempre he dicho que llorar es para débiles, pero creo que estaba en mi derecho al ver que la persona que más apreciaba en el mundo me odiaba actualmente.

La mirada que me dio cuando entré a la cocina solo me confirmó mis dudas. Sentí como se me apretaba el estómago y como tuve que tragar el nudo en mi garganta.

—Hola.—susurré.

—Hola, cielo—me saludó Marcia con una sonrisa de lamento.—¿Quieres una magdalena?

—Esta bien.—acepté mientras la tomaba y sacaba una botella de agua.—Iré a la escuela y...

—Te quiero a las cuatro de la tarde aquí.—interrumpió mi padre.

—¿Que?

¿Me estaba poniendo toque de queda?

—Ya me oíste. Apenas salgas de la escuela te quiero de vuelta aquí.

Mi cruel obsesión《+21 》(borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora