Mi cruel obsesión《+21 》(borrador)

U N O

𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝟏: 𝐍𝐨 𝐥𝐚 𝐝𝐞𝐣𝐞𝐬 𝐬𝐨𝐥𝐚

12 horas antes...

CARMÍN

Mi cabeza punzaba como nunca antes, de una forma tan dolorosa y desagradable que si hubiera sido por mi me quedaría durmiendo el doble de horas más con este calor emanante y espesa oscuridad solo para suprimir la resaca que estaba experimentando. Pero algo me sacaba de lugar; no estaba en mi casa, no era mi cama, estaba sin ropa, y lo peor de todo, estaba al lado de alguien que apenas le conocía.

Maldecí a mis adentros.

«Por no mantener mis manos quietas y mi boca cerrada.» me reproché.

Me retorcí en mi lugar un poco sudada, viendo que tenía un gran musculoso brazo en mi vientre abrazándome evitando que me moviera y provocando aquel hormigueo que me hacía sentir vulnerable ante el tacto de alguien, pero no alguien cualquiera. Agarré mi celular que estaba en la mesilla de noche que apenas vi gracias a las cortinas pesadas y negras que cerraban los ventanales y marcaban las ocho de la mañana... tenía que correr antes de que mi padre anunciara en todas las comisarías de Los Angeles que había desaparecido.

Aquel hombre... ¿cual era su nombre?
Klaus... Keith... ¡ah! Kai, eso era.
Estaba al lado mío aferrándome con su mano pegada a mi cintura hacia su torso desnudo y marcado perfectamente—sus oblicuos formando unas líneas perfectas en el bordillo de sus bóxers Calvin Klein, abdominales definidos al igual que los pectorales y unas venas que se llegaban a ver en el inicio de su obligo—mientras una leve sábana blanquecina me tapaba con suerte de ser una completa desnudista, donde no evite pasar el gran detalle parado.

Un tatuaje en su brazo derecho me llamó la atención, una palmera con dos lindas líneas por encima muy bello cuando vi su barba incipiente sintiendo que me derretía en sus brazos.

No... no era normal encontrarme desnuda y recordar fotos en modos flash de la noche anterior... ¿O si?

Sus ojos que recordaba como dos gemas de diamante brillantes, estaban cerrados pacíficamente junto a sus largas pestañas, su mandíbula respingada pegada a su barba que tanto me atrajo la noche anterior, de lo poco que recuerdo, dándole aspecto maduro complementando su cabello sedoso y medianamente largo color negro oscuro como la noche, me traía verdaderamente loca en solo verle.
Y aunque anteriormente iba con unos tragos en mi sistema, no podía dejar de verle extremadamente guapo sobria o borracha, casi sacado de una maldita revista de modelos de portada principal.

Me moví lentamente, rozando nuestras pieles recordándome levemente a lo sucedido entre los dos, porque si era sincera no recordaba ni como había llegado a esta cama ni de donde estaba mi vestido o si habíamos usado protección.

«¿Dios santo, que hice?»

Agarré su brazo con un par de tatuajes de por medio y venas marcadas, que casi me hicieron volver a lanzarme encima de el por la estupida manía que tenía con ellas, con la punta de mis dedos intentando de no despertarle cuando lo moví hacia el colchon dejándolo boca abajo todavía descansando profundamente. Que impresionante ver como un hombre podía ser así de llamativo y con tan poca grasa corporal... mis hormonas llamaban por el.

Agarré la sabanilla que con suerte nos cubría envolviéndola en mi cuerpo en ella cuando no pude evitar quedarme perpleja en su espalda morena, esbelta y atlética en forma de V donde inconscientemente la mirada me bajo hacia su bóxer negro, donde, sin exagerar, se podía ver su esplendido trasero bien formado por el deporte seguramente.

Sacudí mi cabeza rápidamente tratando de mantenerme cuerda en el momento, cuando encontré mi ropa interior de encaje negro tendida en el suelo de alfombra crema donde me la puse de un tiron intentando de que Kai no me viera nuevamente de esta forma. Y viéndole en cada segundo, acomplejada por mi espalda y en que el pudo haber visto de ella.