T R E I N T A Y D O S

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CARMIN

—Papá...

Pregunté mientras levantaba mi cabeza de su hombro. El me miró con una cálida sonrisa.

Sentí el pasto bajo mis dedos, la manta donde nos habíamos recostado casi dos horas, la comida que habíamos traído y la lápida en frente nuestro.

Zmeya Ivanov de Crivain

Dime, cielo.

Tragué grueso. Hoy se cumplían tres años desde la partida de la mujer más importante de mi vida. Y mi padre nuevamente callaba pensando de todo mientras que yo me esforzaba en recordar a mamá como la mujer sonriente que era.

—¿La extrañas?

El asintió.

—Era el amor de mi vida... y me dio a lo más importante que tengo ahora. A ti.

Sonreí levemente y volví a recostar mi cabeza en el hombro de mi padre.

—Yo también.—susurré.—Yo también la extraño.

════ ⋆ ✩ ⋆ ════

El avión aterrizó y yo me esforcé por respirar.

Otra vez más estaba con los ataques y me había subido fiebre en el vuelo de horas. Mi padre pidió una toalla húmeda para ir secando mi sudor y agradecí por haber estado solos en la primera fila vip de solo dos asientos.

Iba recostada, y me sentía muy débil. Había bajado de peso, nunca me daba hambre, me mareaba con facilidad, a veces me dolían mucho los músculos, y este día era uno de ellos.

—Tenga.—una azafata le dio una manta a mi padre antes de que cerrara los ojos con fuerza. Iba a vomitar.

Levanté mi torso agarrando la bolsa de plástico que llevaba hace horas y solté todo hasta que no quedó nada más. La bilis se hizo presente en mi boca y volví a recostarme.

—¿Puedes pararte, cielo?—preguntó mi padre y asentí. Con ayuda de el pude ponerme de pie y abroché la chaqueta de mi papá encima de mi sudadera mientras desembarcábamos el avión.

Por debajo uno de los hombres de Crivain.inc esperaba en un carro y lo montamos mientras que me calentaba las manos concentrándome en controlar mi respiración.

—Debe de ser una intoxicación alimenticia, hija.

Al llegar Marcia nos recibió con gusto y me hizo mimos un rato llevándome a mi cama mientras me preparaba un baño caliente asegurando que se me haría pasar el mal que tuviera.

—Ven, princesa.

Me levanté y me dejó dentro del baño esperando a que me desvistiera y la llamé cuando la espuma ya tapaba hasta mi cuello y nada de mi cuerpo se veía.

—¿Esta bien?

Asentí relajándome con el agua caliente alrededor de mis extremidades. Las nauseas habían parado y la fiebre también, todo mejoraba.

—No se que sucedió.—contesté aunque algo similar me había pasado aquel día en el hospital.

—No crees que...

—Que...

—Tal vez, náuseas y vomitos...

—¿Estar embarazada?—pregunté hasta yo sorprendida de las palabras que dije y fue como si cemento se hubiera creado en mi estomago.

Mi corazón se detuvo.

Marcia me observó y lo dijo susurrando ya que sabía que si mi padre se le pasaba la remota idea en la cabeza, iría a entrar en pánico.

Mi cruel obsesión《+21 》(borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora