Narración de Jessica
Los días en Nueva York fueron los mejores de mi vida. Paseábamos por la gran manzana en las mañanas, comíamos a toda hora, pocas veces discutíamos y en las noches nos amábamos sin esquemas. Pero lamentablemente tuvo que terminar pues debíamos reunirnos con el padre de George.
Desde que había llegado a la casa de David Saunders, me había sentido como en mi propia familia. David era un hombre muy dulce y amable, me hizo sentir bienvenida desde el primer instante, hasta había aprobado de muy buen gusto mi relación con su hijo. El hermano de George, Dan, vivía con su padre en Rochester. Él era el opuesto a su hermano, podría decirse que era como yo en muchos sentidos por lo tanto nos volvimos amigos muy rápido.
Era una familia muy católica, así que la Navidad la pasaríamos como se debía, iríamos a misa y comeríamos pavo. Dos cosas que no solía hacer y menos la segunda porque detestaba el pavo, pero quería quedar bien con ellos. Afortunadamente George le había avisado a su padre sobre mi problema al ave esa y me preparó un filete de carne especial. Fue una gran comida navideña, mi suegro era una gran cocinera.
También conocí, unos días más tarde por medio de una video llamada a la mamá del pecoso, Gabrielle, pude observar de dónde había sacado los genes. Su nuevo esposo, era un hombre muy amable pero nada en comparación a David.
Hoy era nuestro último día en Rochester puesto que pasado mañana tendríamos que regresar a Londres para la fiesta de Año nuevo y los chicos se fueran de gira. Estaba nerviosa por eso, llevaba casi dos meses con George y esta sería nuestra primera gran separación.
Íbamos caminando por el centro comercial, él tenía unas gafas de sol, una bufanda y una gorra cubriéndolo de la prensa; cuando nos hizo entrar a una tienda de mascotas.
Empecé a ver todos los animales que estaban esperando tener dueño, pero rápidamente me acerqué a los cachorros de labrador, los amaba.
--- ¿No me digas que tienes el mal Kyle?- se burló mi novio.
--- ¿Cuál de todos es?- me encantaba reírme del novio de mi amiga, era una presa fácil para chistes.
--- Su afición por los labradores, en serio si ve uno se vuelve loco- soltó una carcajada.
--- Pues eso no es ningún mal, los labradores son la mejor raza de perros del mundo- me defendí.- ¿Qué hacemos aquí pecoso?
--- Vine a recoger un regalo para ti- me regaló su sonrisa.
--- ¿Es un labrador?- dije entusiasmada.
--- No, porque sé que Kyle te lo intentaría quitar y luego se escondería con Emilia para que no lo lastimes- reí eso podría ser muy típico de él.
--- Estas en lo cierto ¿entonces qué es?- no se me ocurría nada.
--- Bueno, Emilia me ayudó un poco en escogerlo- sacó una pequeña jaula de atrás de su espalda- espero que te guste.
No lo podía creer. Ante mis ojos estaba la criatura más bella que podría haber imaginado. Era la mascota que toda mi vida quise tener, pero por una que otra cosa que siempre ocurría nunca la tuve. Era un puercoespín africano, tan pequeño como la palma de una mano y tan delicado como el pétalo de una rosa.
--- ¡Gracias, gracias, gracias!- chillé.
George hiso gestos para que callara.
--- Me van a descubrir- rió- es un regalo para agradecerte lo feliz que me haces.
--- Eres tan dulce que me vas a hacer vomitar pero te amo así, gracias- me colgué de su cuello.
--- Te amo también Jess- me besó-¿Cómo le vas a poner?- cuestionó.
Mi respuesta no tuvo que pensarse, el nombre para este puercoespín ya lo había elegido hace mucho tiempo.
--- Hanz- sonreí abiertamente.
Salimos de la tienda y fuimos a su casa, para pasar tiempo con Dan y David, enserio los extrañaría, con tan poco tiempo ya les había agarrado cariño. Tendría que volver en otra ocasión, eso era indudable.
A las dos de la tarde ya estábamos partiendo hacia Nueva York. Y aproximadamente a las ocho de la noche llegamos a la ciudad que nunca duerme.
--- Nuestro vuelo sale mañana a las ocho de la mañana, te parece si alquilamos una habitación para descansar esta noche- giró el auto hacía un hotel muy concurrido de la ciudad.
--- Me parece perfecto aunque no creo que vayamos a descansar mucho que digamos- le di una sonrisa cómplice.
--- Sí, yo también estaba extrañando los días donde solo existíamos tú y yo- tomó sus gafas para luego ayudarme a bajar y besarme cuando estuvimos dentro de la gran recepción hotelera.
Fin de la narración de Jessica
ESTÁS LEYENDO
Mientras Respire
Любовные романыEmilia como toda adolescente en su vida, estuvo obsesionada hasta los huesos con la boy-band más popular del momento. ¿Qué pasaría si años más tarde tuviera la oportunidad de vivir fuera del país? Y más aún, qué sucedería si esos ojos azules que la...