Entregándonos al amor

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Como era de esperarse no pude dormir en toda la noche pensando en mañana, o mejor dicho, hoy día en unas cuantas horas.

Me desperté por el toque del timbre y al salir me encontré con un peluche con unas rosas en una mano y una carta con mi nombre, en la otra. Lo llevé a dentro, coloqué las rosas en agua y me dispuse a leer la carta.

“Quiero que esta noche sea memorable para ti, por lo que guardaré el secreto hasta que estés aquí conmigo. Sigue el pequeño mapa adjunto a la carta. Llega a las ocho de la noche y no hagas trampa buscando el lugar en Internet. Yo estaré vestido de traje esperándote, tu ven como deseas igual te ves hermosa con todo. Espero que las horas corran con prisa para verte amor. Te amo, Kyle. Pd: Pregunta por Eddy Hope.”

Empecé a reír, ese fue el nombre que usó al conocernos. Tenía un buen presentimiento sobre hoy.

La mañana la pasé con Jessica en el centro comercial. Ya enterada de lo de Kyle casi me obligó a ir a comprar algo para seducirlo. Casi nunca estuvimos de acuerdo por nuestros gustos tan opuestos  pero al salir del probador con la última prenda dijo:

--- Si  con esto no haces que babee peor que bebé no sé qué lo hará. Y combinará perfectamente con el vestido negro que compraste hace unas semanas, el contraste perfecto- concluyó.

Ya a las siete y media estaba lista. Me había maquillado con un poco de colorete, rímel y lápiz de labio rojizo, nada estrambótico pero tampoco muy sencillo, perfecto para la ocasión. Mi vestido era dos dedos encima de las rodillas con un escote prominente adelante pero no recaía en lo vulgar. El color negro le daba un toque seductor. Unos tacos altos pero cómodos para aminorar nuestra diferencia de estatura y ya estaba lista.

Jess me deseó suerte y me dio las gracias por dejarle el apartamento libre para ella y su pelirrojo novio. No quería saber eso así que rápidamente subí a mi coche y seguí las instrucciones del mapa. Era tan complicado manejar y leer el mapa que tardé más de lo esperado. Lo bueno fue que salí temprano y llegué exactamente a la hora acordada. La equis marcada se situaba en un hermoso hotel, cerca del río Támesis. Aparqué y me adentré en la recepción.

--- Disculpe aquí ha hecho una reservación el señor Eddy Hope- pregunté al recepcionista. Qué mi miró de pies a cabeza sin la mayor vergüenza, algo que me incomodó.

--- Sí, señorita Díaz, ¿cierto?- asentí- suba al ascensor y marque el último piso, ahí estarán esperándola. Tenga la llave.

--- Gracias- traté de sonreír.

Me retiré inmediatamente. Ya en el ascensor hice lo que me dijo y abrí la puerta al llegar. Pero no me esperaba lo que vi, mi mandíbula si no estuviera pegada a mi cabeza probablemente estuviera en el suelo. Estaba en una suite inmensa con un gran ventanal hacia un balcón desde donde se podía ver la bella noche de Londres. Miles de pétalos de rosa la decoraban con unos pequeños faroles iluminándolo todo. Una mesa circular con dos sillas a un lado y una imponente cama cuadrada de sábanas blancas, también roseada de pétalos, se hallaba en el centro del lugar. De las tinieblas apareció con su típica sonrisa coqueta, mi novio.

--- ¿Te gusta?- preguntó al acercarse. Se veía muy guapo con su esmoquin negro, sin corbata, y sus siempre revoltosos rizos dorados.

--- Me encanta, es como un sueño- dije tomando sus manos.- Pero ¿cómo hiciste todo esto en tan poco tiempo?

--- Desde que me dijiste que estabas lista lo he estado planeado, quería que fuera especial e hice todo lo posible para que esta noche la recuerdes por el resto de tus días- me guiñó el ojo y yo sonreí estúpidamente, él era tan atento.- Te ves endemoniadamente preciosa esta noche no podía concebirte más bella y mírate, haces lo imposible algo fácil. Amo ese escote.- dijo contra mi oído, haciéndome estremecer.

Mientras RespireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora