Adiós a mis miedos, hola a los suyos

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Estaba en el cuarto que me habían dado en la casa de mi novio, tirada en la cama pensando una y otra vez en la charla  con Lucy y las demás mujeres. Tal vez tenían razón. Esperar al matrimonio era el deseo de toda mujer, pero casi nunca se cumplía. Tal vez yo tampoco sería la excepción a la regla. Si me pongo a pensarlo ¿qué era hacer el amor? Para mí era entregarle mi más preciado regalo, mi virginidad, a la persona que me completaba; que podía amar sin medidas sin sentirme avergonzada de parecer tonta; que me hiciera reír a cada momento; que con sola una mirada me confiara sus más profundos sentimientos; que no solo fuese mi amante sino mi compañero, mi amigo; que a su lado me olvidara de mis miedos y del mundo porque él sería mi seguridad, mi todo. Y ahora que lo pienso bien, ese es para mí, era Kyle. Él es mi amigo, puedo contarle cualquier cosa y sé que no me juzgará; me hace sentir como la mujer más bella en la tierra, aunque eso no sea así; me hace reír siempre, me hace feliz y por lo que yo veía en él y él mismo decía, yo también lo hacía feliz. Entonces ¿por qué no hacerlo? Puede que lo nuestro no vaya a durar por siempre, o en el mejor de los casos él, mágicamente, se diera cuenta que quiere estar conmigo por el resto de su vida; pero lo amo a tal grado que me encantaría que fuera el primero, que al recordar mi primera vez él aparezca en cada recuerdo. Lo amo tanto que aunque esto acabe sé que nunca lo olvidaría, hasta sería feliz sabiendo que le entregué lo más preciado para mí.  Pues él viviría en mi memoria mientras yo siga respirando.

Todas las dudas se habían evaporado, sabía lo que quería. Sonreí al techo de la habitación, pero entonces algo o mejor dicho alguien,  se posicionó frente a mí cubriéndome la vista.

--- ¿Por qué sonríes preciosa?- dijo mirándome y ahogándome en el profundo mar de sus ojos.

Estaba apoyado en sus brazos para que su peso no recaiga sobre mí.

--- Porque sí- respondí simplemente.

Él hizo una mueca que mostraba que no estaba complacido con mi respuesta.

--- Porque sí, no es una respuesta- me mostró mi puchero favorito. No resistí y mordí el labio que le sobresalía.- Mujer mala, no sabes lo que ocasionas en mí- me regañó.

--- Discúlpame- pedí como una niña pequeña.

Me besó.

--- Pequeña ¿quieres ir a dar un paseo conmigo?- preguntó levantándose y ofreciéndome la mano para hacer lo mismo conmigo.

--- Vamos- sonreí.

Fuimos a un parque muy hermoso, que estaba muy cerca de su casa. Íbamos tomados de las manos y veíamos muchos niños y otras parejas disfrutando de la nieve en Birmingham.

--- ¿Sabes? Venía muy seguido a este parque cuando era niño y siempre dije que traería a recorrer los caminos que he andado a la chica de mis sueños- me miró profundamente a los ojos.

--- ¿Soy la chica de tus sueños?-cuestioné ilusionada.

---  Siempre imaginé que sería un poco más alta, 1.70 como mínimo, pero…- dejó la frase en el aire y yo le pegué un manotazo y solté su mano.

--- Entonces anda busca a tu rubia supermodelo, pie grande- avancé un poco más.

Él me giró y acercó su boca a mi oído.

--- ¿Sabes lo que dicen de los hombres que tienen las manos y los pies grandes?- asentí algo sonrojada- Pues entonces sabrás que… -  sonrió pervertido pero lo interrumpí antes de que prosiguiera.

--- ¡Puerco! Anda con tus idioteces a tu chica de metro ochenta- no podía estar más roja.

Me enredó con sus brazos, impidiéndome alejarme de él.

Mientras RespireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora