Narración de Jessica
Llegamos a Nueva York después del almuerzo. George me guio dentro del aeropuerto JFK para evitar a la prensa hasta que llegamos al auto que nos llevaría durante cinco horas hasta Rochester.
--- ¿Crees que le agrade a tu familia?- cuestioné cuando estuvimos en la carretera.
--- Yo creo que sí, pero lo sabrás en tres días- contestó tranquilo.
--- ¿Tres días?- no entendía por qué los conocería en tanto tiempo.
--- Pues no nos dirigimos a mi casa.
--- ¡George Saunders! ¿A dónde me llevas?- dije histérica.
--- No te preocupes princesa- antes sólo mi papá me podía decir de esa forma, cualquier otro sufriría un golpe por decirlo. Pero cuando provenía de los labios del pecoso que amaba, no podía negarme.- Estaremos unos días en una casa alquilada y conoceremos la gran manzana, solo tú y yo- me emocioné. Siempre anhelé conocer Nueva York y ahora lo haría con mi guapo, atento y mejor novio de la vida, George Saunders.
Llegamos a una casa verde de dos pisos, era encantadora. Bajamos las maletas y nos instalamos en un cuarto. Nunca antes había dormido con George, así que probaríamos nuevas experiencias a partir de ahora.
--- He dicho que llegaríamos a casa el veinticuatro, justo para la cena. Hoy es veintiuno así que tenemos algunos días para disfrutar de nosotros- era tan tierno y a la vez tan seductor, tan gracioso y tan él, tan el ídolo con el que tanto soñé y tan el hombre que tanto busqué.
--- Eso es lo que más me gusta, estar contigo- confesé, desde que estaba con George podía hablar más libremente de mis sentimientos.
--- No soy un buen cocinero, así que ¿qué te parece si eliges que quieres comer en la noche para hacer un pedido? Yo me encargo de todo lo demás- me besó fugazmente y se dirigió fuera del cuarto.
Después de llamar a un restaurante italiano para pedir lasaña para ambos, me metí en la ducha para disfrutar de una larga ducha tibia y relajarme, el viaje me había tensado los músculos.
Sabía que teníamos tres días para que nuestra relación pase a otro nivel pero ¿para qué esperar más? Yo no era ninguna chica primeriza y había hecho esperar a George
Busqué en mi maleta la ropa interior que había comprado con Emi hace unos días, aunque ella no sabía de aquello en ese momento. Era un conjunto verde, mi color favorito y también el color de los ojos de George, con unos pequeños lazos decorándolo.
Nunca usaba vestidos y hoy no sería la excepción a la regla. Opté por unos pantalones de jean y una blusa transparente negra. Puse un poco de rímel en mis pestañas y brillo en mis labios. Rocié sobre mí mi perfume favorito y estaba lista.
Antes de salir contemplé la cama de dos plazas ubicada en el centro de la habitación, en ella me uniría a la persona que más había querido en toda mi vida.
Bajé para buscar a George y me encontré con la mesa del comedor cubierta por un hermoso mantel blanco con dos platos de lasaña y dos vasos de vino. Con dos sillas dispuestas para nosotros.
Después de contemplarla, subí la mirada para ver a aquél hermoso hombre de los ojos esmeralda con una camiseta verde y pantalones negros, se veía espectacular.
--- Te ves hermosa- dijo en cuanto se acercó a mí.
--- Deja de decir tantos cumplidos duende pecoso que sino la cena se enfriará- rió ante esto.
Me ayudó a sentarme y tuvimos una amena cena. Siempre me hacía reír, lo amaba y me asustaba, me asustaba todo lo que podía llegar a sentir por él. Pero en ese momento lo más importante para mí era que él estuviera conmigo.
--- Me ayudas a llevar los platos a la cocina- preguntó cuando terminamos la deliciosa lasaña.
Me acerqué para besarlo, pero en lugar de eso lo empujé y salí corriendo escaleras arriba.
--- ¡Hazlo tú solo!- grité entre risas.
--- ¡Esto no se queda así!- dijo y luego rió, aquella risa me hacía sonreír aún más. Corrió atrás de mí.
Me escondí atrás de la puerta del cuarto y lo vi entrar a la habitación, buscándome. Salí de mi escondite y le dije al oído:
--- ¿Quién encontró a quién?- lo volteé y atrapé mis labios con los suyos.
Él me respondió de inmediato. Comenzó como una caricia y se fue volviendo ardiente, demandante. Caminamos a tientas hasta la cama.
Me acosté encima de él y me mantuve en el poder. Empecé a quitarle la camiseta que tenía, dejando ver los abdominales que tenía en aquella blanca piel con algunos pequeños tatuajes decorándolo. Él hizo lo mismo con mi blusa y se quedó contemplando mi lencería.
--- Había visto el color a través de tu blusa, pero no estaba seguro. Ahora puedo afirmar nuevamente por qué el verde es mi color favorito, te queda precioso- volvió a besarme pero esta vez nos giró para que él quedara encima. Rápidamente se deshizo de todo lo que impedía el contacto piel contra piel. Afortunadamente yo no tenía pena a mostrar mi cuerpo, no tenía problemas con él, y me encantó cuando sentí la mirada llena de admiración que lanzaba mi novio. Besó cada tatuaje que yo poseía- Amo tus tatuajes, amo la forma en que la tinta perfecciona aún más tu hermosa piel y te amo a ti con todo mi corazón.
Y entonces sucedió, ya no éramos Jessica ni George, éramos una sola persona. Y mientras nos besábamos y nos susurrábamos palabras llenas de pasión, me di cuenta de cuan correcto se sentía aquel momento junto a él. Se sintió como si hubieran pasado minutos o tal vez horas cuando ambos tocamos el cielo con las manos, fue la mejor sensación del mundo y lo hacía mucho mejor que haya sucedido con mi amado pelirrojo.
Se acostó a mi lado y me cubrió con su brazo.
--- Gracias por ser tan perfecta- murmuró.
--- Gracias por ser tú- dije feliz.
El viaje y la actividad de hace poco nos había dejado exhaustos. Besó mi hombro y apoyó su cabeza en él. Poco después caímos en los brazos de Morfeo con una gran sonrisa en los labios. Ahora podía afirmar, que era la mujer más feliz y afortunada de todas.
Fin de la narración de Jessica
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Mientras Respire
RomanceEmilia como toda adolescente en su vida, estuvo obsesionada hasta los huesos con la boy-band más popular del momento. ¿Qué pasaría si años más tarde tuviera la oportunidad de vivir fuera del país? Y más aún, qué sucedería si esos ojos azules que la...