Capítulo 26

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En las afueras de Los Santos, mis nuevos compañeros me aguardan. Veo incluso a lo lejos cómo están pendientes de mi llegada, listos para recibirme y planear el siguiente ataque tras la muerte de esos imbéciles de Ivanov y Gonetti. Me siento realmente con ánimos de hacerlo, pues para esto me quise meter en la mafia y no puedo dar marcha atrás. Ni tampoco quiero. Por nada del mundo lo haría.

Camino muy decidida hacia ellos, dispuesta a hacer lo que me pidan sin ningún reparo, por ello estoy aquí. La adrenalina y la euforia se mezclan en mi interior tan sólo con pensar en acabar con esos abusones de poder, poner a cada uno en su sitio y disfrutar de su desgracia, tal y como disfrutan ellos de la nuestra. La sangre tan fría que corre por mis venas me llena de ganas de seguir adelante y hacerlo.

Nada más estar frente a cada miembro de la mafia, paso mi mirada por sus rostros ocultos bajo las máscaras. A pesar de que tengan la cara tapada, sus ojos están al descubierto y es lo único en lo que me puedo fijar. Esas icónicas miradas me dan la confianza suficiente para obedecer las órdenes que me manden. Estoy dispuesta a hacer lo que ellos quieran, como si quieren que mate a un absoluto desconocido. Lo haría sin pensármelo dos veces.

A la última persona que miro es a Gringo, quien al devolverme la mirada, se acerca hacia mí. De hecho, se está acercando demasiado, tanto que su rostro queda a escasos centímetros del mío. Una de sus manos se acopla a mi nuca y me atrae hacia sus labios, los cuales beso con una pasión incontrolable. Siento incluso su lengua atravesando mi boca y jugando con la mía, sellando así nuestra complicidad y nuestras ganas de ver a todos los policías pudriéndose bajo la tierra cuando nos los carguemos uno a uno.

Pocos segundos después, nuestro beso finaliza y el rubio se separa de mí. Una sonrisa pícara se asoma por sus labios mientras sus ojos se posan sobre un punto fijo a mis espaldas. Así que, sin más demora, me giro hacia esa dirección y lo que veo me arranca una carcajada llena de maldad y venganza. Reconozco de inmediato a ese hombre que está de rodillas frente a nosotros con las manos esposadas.

Al acercarme hacia él, su cabeza asciende hasta tenerme bajo sus acaramelados ojos. Él me mira con sorpresa, como si no se terminara de creer que esté ahí, observando cada rincón de su cuerpo antes de hacer lo que voy a hacer. De la funda colgada de mi cinturón, saco mi pistola y la preparo para apuntarlo con ella en la frente. Su mirada está cargada de temor y pánico, justo lo que quiero provocar en él antes de matarlo. Quiero que me mire a los ojos cuando le dispare y la bala le atraviese el maldito cráneo.

-Muñeca, por fav...

Pero mi dedo presiona el gatillo y el disparo lo interrumpe. La bala le ha perforado la zona entre las cejas y su cuerpo se ha desplomado hacia delante, junto a mis pies. El chorro de sangre que sale de esa herida forma un charco en el suelo, el cual estoy pisando en este preciso momento, así como también estoy disfrutando de ver esa apetitosa sangre derramada por doquier.

Ver toda esa sangre me anima a agacharme e impregnar mis dedos en el charco. Todavía está caliente, pero pronto se enfriará y se coagulará, por tanto, me llevo mis dedos húmedos a la boca y disfruto del dulce sabor a hierro que produce ese jugoso líquido espeso. Por cada policía que mate, sangre que probaré.

Mi ritmo cardíaco se acelera en cuanto escucho la melodía de mi móvil y mis ojos se abren de golpe, dejando atrás esas imágenes que mi cerebro no deja de reproducir como si fuera un círculo vicioso. Me incorporo de inmediato sobre la cama, muy agitada, sudando y casi con el aire faltándome en los pulmones.

-Joder- me digo a mí misma con una mano sobre mi pecho antes de prestar atención a mi teléfono, que sigue encima de mi mesita de noche sonando. Apago el despertador y me quedo sentada sobre la cama, con las manos en las sienes, muy preocupada y a punto de derramar lágrimas por esta horrible pesadilla que acabo de tener.

Espina Clavada (Jack Conway y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora