Después de comprobar que Gustabo tiene pulso, Segismundo lo levanta sobre sus hombros y lo mete en la parte de atrás del coche junto conmigo, mientras que él se sube en la parte del acompañante. Horacio vuelve de hablar con el chico que nos ha golpeado y se monta al lado de Segismundo, en el asiento del conductor. Al mismo tiempo que avanzamos por la carretera para volver al puerto, yo muevo a Gustabo para ver si consigo reanimarlo. Finalmente, despierta.
-Vale, vale, estoy bien- dice él -Hostia terrible, ¿eh, Horacio?
-Sí, nos han dado un buen golpe- afirma el de la cresta.
-¿Vosotros estáis bien?- nos pregunta a los demás.
-Yo como una rosa- le responde Segismundo.
-Sí, yo también estoy bien- le digo yo -Algunos rasguños, pero nada grave.
-Yo me he dado un pequeño golpe en el brazo, pero nada grave tampoco- dice Horacio.
-Bien, bien, me alegro- nos dice el recién despierto -O sea, que he sido el único al que le ha dado fuerte, ¿no?
-Básicamente, sí- le dice Segismundo.
-¡Joder, qué mala suerte tengo siempre!- se queja el de rojo -¡Toda la mierda me cae a mí!
-Bueno, no te preocupes, Gustabo- le dice Horacio -La próxima le caerá a otro.
-¿Ah, que habrá una próxima?- le pregunto yo a Horacio.
-No he dicho eso, sólo digo que en el caso de que pasara algo así otra vez, que seguramente le caiga la mierda a otro- se explica, o más bien se intenta explicar.
-Ya, ya- le respondo, sin creérmelo del todo.
Al cabo de unos pocos minutos, llegamos al puerto, más en concreto donde hay unas lanchas. Horacio aparca y los cuatro salimos del coche. Se nos ha hecho de noche, por lo que ahora el mar no se ve tan evidente como a la luz del día o del atardecer. Sin embargo, el olor a agua salada embriaga mis fosas nasales y la misma sensación de calma que antes me vuelve a subir por toda mi anatomía.
-¡Ah, ah! ¡Suéltalo, dámelo!- observo a Horacio bailando y cantando de una manera algo extraña. Después de la pedazo hostia que nos hemos metido con el coche, no lo veo demasiado afectado que digamos. De hecho, lo veo demasiado bien.
-¿Horacio, qué estás haciendo?- le pregunto sin entender el porqué de ese baile tan gratuito.
-Motivándome para ponerme a bucear ahora- me responde él -Habrá que estar contento, ¿no?
-Sí, supongo.
-¡Venga, márcate uno, ____!- me da un pequeño golpe en el hombro para incitarme a bailar con él -¡Oh, dámelo! ¡Suéltalo!- me hace muchísima gracia y creo que en el fondo tiene razón, hay que estar motivado, así que le sigo el baile y me muevo de la misma manera que él -¡Eso es, ____!- me anima.
-¡Dámelo, dámelo!- decimos los dos a la vez mientras caminamos bailando hacia las lanchas -¡Suéltalo, suéltalo!
-¡Eh!- nos dice Gustabo a Horacio y a mí -¡Que me uno yo también!- empieza a bailar también con nosotros, sólo que él se quita la chaqueta y la camiseta para bailar, lo cual hace que se me frunza el ceño pensando en que eso no es demasiado normal, aunque tal vez para él sí lo sea, así que empiezo a reírme a todo pulmón. Luego llega Segismundo y también se anima a bailar -¡Oh, sí, dámelo todo, coño!- grita Gustabo.
-¡Suéltalo, gózalo!- dice Segismundo.
-¡Pero, bueno!- la voz de Furgencio se escucha desde nuestro lado -¡Aquí no se viene a bailar, aquí se viene a bucear!- vaya, nos ha echado la bronca pero bien. Automáticamente dejamos de bailar y lo miramos con atención.
![](https://img.wattpad.com/cover/231035308-288-k336292.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Espina Clavada (Jack Conway y tú)
Fanfiction____ Watson llega a Los Santos desde Londres, donde sabrá lo que es un lugar con ciudadanos completamente diferentes a los de su ciudad natal. Por culpa de algunas malas influencias, ella termina delinquiendo, pero cuando el policía más conocido e i...