Capítulo 32

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Ha pasado ya bastante rato desde que Gringo me dejó sola en esta habitación. Perder la noción del tiempo en las circunstancias en las que me encuentro sería una buena opción para mí, pero desgraciadamente me es imposible. Sobre todo cuando tengo una mezcla muy amarga de pensamientos en la cabeza y a punto de explotar dentro de ella.

Primero pienso en Jack y en cómo va a reaccionar con este asqueroso vídeo. Después me viene Gustabo a la mente y en qué habrá pasado con él mientras yo estaba aquí. ¿Le habrá pasado lo mismo que a mí y lo tienen encerrado en otro cuarto? ¿Lo habrán amenazado al saber que somos unos topos?

Pero, un momento... Creo que Gringo no mencionó a Gustabo en ningún momento cuando me dijo que yo le estaba vendiendo información a la policía sobre la mafia... No, no lo hizo. Entonces, ¿él piensa que la única infiltrada soy yo? Sin embargo, no tiene sentido, pues los dos entramos en la mafia juntos. No es posible que sólo me haya descubierto a mí. Es decir, si me ha pillado a mí, también ha pillado a Gustabo... Aquí hay algo que no me termina de encajar.

Sacudo levemente la cabeza al escuchar la puerta de la habitación para despejarme de esa inquietud y centrarme en lo que vaya a pasar ahora. Fijo la mirada en el hueco previamente vacío de la puerta esperando a que Gringo aparezca para a saber qué. Pero me llevo una inmensa sorpresa al distinguir el rostro de Gustabo, oculto bajo ese maquillaje de payaso. Sigue vestido igual que cuando lo encontré en la mina. Mi amigo se para frente a mí y alza una mano para bajarme la mordaza hasta el cuello, cosa que agradezco.

-¡Gustabo!- pronuncio su nombre -¡Gustabo, ayúdame a liberarme de esta mierda, por favor!- le pido mientras hago fuerza contra las cadenas. No obstante, se queda parado sin hacer nada mientras me mira con un gesto triunfal y prepotente. Entonces paro de forzar las cadenas y me quedo mirándolo con extrañeza -¿Gustabo?- lo llamo una vez más para ver si reacciona.

-Gustabo ya murió, ____- su respuesta me hace fruncir el ceño y entreabrir mi boca en una mueca confusa y extraña, pues si fuera verdad lo que dice, significaría que estoy soñando o que estoy teniendo visiones.

-¿Me estás vacilando, no?- le pregunto sin entender absolutamente nada -Yo te veo aquí ahora mismo.

-¿Aún no te has dado cuenta de que yo no soy Gustabo? ¿De que Gustabo ya es agua pasada?- ahora sí que mi mente acaba de estallar en mil pedazos. En serio, no estoy comprendiendo nada de lo que está sucediendo.

-¿Entonces, quién eres?- me da por preguntar, aunque por otro lado, me da miedo saber la respuesta.

-Soy lo que Gustabo no ha sido capaz de ser nunca- esa contestación me deja todavía más confundida -Soy la revolución contra este mundo lleno de policías de mierda y corruptos- pausa -Y de pobres- añade.

-No te entiendo- niego con la cabeza -¿Qué quieres decir?

-____- su manera de pronunciar mi nombre es tan apática, que me da escalofríos. Jamás lo había oído llamarme así -¿No te has dado cuenta de lo poco valorados que habéis sido Gustabo, Horacio, Segismundo y tú trabajando para el viejo?- me llama mucho la atención el hecho de que esté hablando de "vosotros" en vez de hablar de "nosotros", como si de verdad él no fuera Gustabo. Me parece increíble -¿No te has dado cuenta de lo mal que os lo hizo pasar siempre ese carcamal sin sentimientos?

En realidad, no sé qué responderle a eso. Me ha pillado completamente por sorpresa. Así que, me quedo en silencio observándolo a los ojos mientras los suyos se acoplan a los míos. Nunca me he sentido tan incómoda por la mirada de Gustabo, tanto que incluso me parece surrealista. De pronto, sus facciones se endurecen todavía más, por lo que su mirada se vuelve más inquietante. Definitivamente, esta persona que está frente a mí no es Gustabo. No lo reconozco en absoluto.

Espina Clavada (Jack Conway y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora