Capítulo 25

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El aire que entra por la ventanilla agita mi pelo con brusquedad y me reseca un poco los ojos. Sin embargo, no me priva de contemplar las montañas que veo a lo lejos, ni tampoco de esos edificios tan característicos de Los Santos. Miro hacia arriba y observo todas y cada una de las blancas nubes que decoran el cielo azul, las cuales toman formas muy diferentes entre ellas. Me detengo en una que tiene forma de pájaro y en otra mucho más pequeñita, del tamaño de una bala. El recuerdo de lo ocurrido hace unos instantes con aquella hembra me hace despegar los ojos del paisaje y pasar a observar sólo mis manos apoyadas sobre mis rodillas.

-¿Estás bien?- Gustabo me habla con un tono de voz preocupado, pero no le miro. Sólo me concentro en cómo mis dedos trazan líneas sin sentido sobre mis piernas.

-No- es lo único que puedo decirle. No estoy bien y no me sentiré bien nunca después de lo que he hecho, después de haber matado a esa madre ave que sólo estaba incubando sus huevos. Es algo que no me perdonaré jamás en la vida.

-Piensa que al menos ya estamos dentro de la mafia- entonces mis ojos se despegan de mis manos para verlo a él -Hemos conseguido lo que queríamos.

-Ya, si eso sí- mi vista pasa de Gustabo a mis manos de nuevo -Pero...

-¿Pero?- me incita a continuar.

-Me siento mal por haber matado a ese pájaro- le confieso. Y es verdad, yo nunca había matado a nadie, pero a un animal menos todavía. ¿Qué me está pasando? Mi vida se está volviendo cada vez más turbia y retorcida.

-Ah, ya- al parecer, Gustabo no había caído en ese detalle -Lo entiendo, yo tampoco estoy muy contento de haber disparado a ese nido. Sin embargo, era lo que teníamos que hacer.

-Lo sé- suspiro -Gustabo, me he sentido como una vulgar asesina.

-Sólo era un pájaro, ____.

-Un pájaro que estaba al cuidado de sus crías, Gustabo- le respondo con irritación -¿No lo entiendes? Me siento como si fuera uno de esos desgraciados que mataron a mis padres. Ellos los mataron y yo he hecho lo mismo con su madre.

-____, no puedes compararte con esos asesinos sólo por haber disparado a un pájaro- no, definitivamente Gustabo no lo comprende. ¡No lo comprende! -Deja de decir tonterías.

-¡¿Tonterías?!- mis ojos vuelven a enfocarse en Gustabo, fulminándolo con una intensidad increíble -¡¿De verdad te parecen tonterías?!

-A ver, entiendo que lo de tus padres debió ser terrible- mi ceño se frunce cada vez más -Pero de ahí a considerarte una asesina por haber disparado a un puto pájaro, creo que te has flipado demasiado.

¿Ah sí? ¿Eso es lo que piensa realmente? ¿En serio? Se nota mucho que él no ha vivido lo mismo que yo. Se nota que no ha tenido que presenciar la muerte de sus padres, estar viviendo en la calle o que lo obligaran a ejercer la prostitución. No ha experimentado la misma vida que yo y por lo tanto, no es capaz de comprender mi postura. Gustabo acaba de decepcionarme muchísimo.

-Para el coche- le ordeno.

-¿Cómo que pare el coche?- me pregunta sin entender -Estamos en plena carretera, no puedo parar.

-¡He dicho que pares el coche!- le vuelvo a ordenar, pero ahora con una mayor fuerza potenciando el tono de mi voz.

-¿Pero cómo voy a parar aquí?- Gustabo sigue sin hacerme caso.

-O paras- le digo -O me tiro del coche en marcha, tú verás lo que haces.

Tras un largo suspiro, Gustabo se coloca a la derecha de la carretera para frenar lo más pegado al borde y así no obstruir el tráfico y que los demás coches puedan pasar sin problemas. Una vez que Gustabo para el coche, tiro de la palanca de la puerta para salir, pero su voz me detiene.

Espina Clavada (Jack Conway y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora