Capítulo 1

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Nada más salir del aeropuerto, observo maravillada la ciudad de Los Santos. Si la comparo con Londres, esta tiene unos edificios más modernos, pues Londres cuenta con antigüedades de hace más de un siglo entero. No me disgusta para nada mi nueva ciudad y espero vivir una vida muchísimo mejor.

Lo primero que pienso es en buscar una casa o un piso donde vivir, así que busco en el móvil viviendas disponibles, ya sea para comprar o para alquilar. Veo que hay un piso libre en un edificio en una zona costera llamada Del Perro. Cojo un taxi y me desplazo hasta esa ubicación. Antes de bajar del vehículo, le pago al taxista y cuando lo escucho alejarse, me fijo en todo el edificio. Es bastante moderno y de muy buen gusto, por lo que imagino que el piso tiene que ser espectacular y con unas vistas impresionantes de la playa.

Enseguida me percato del cartel de "se vende" que hay en un balcón del quinto piso y marco el número que se adjunta. Llamo y espero unos segundos hasta que una voz masculina me contesta:

—¿Sí?

—Buenos días —saludo—. Llamo por el piso que hay en venta en Del Perro. ¿Es usted el propietario? —pregunto muy educadamente. 

—Sí, en efecto —me responde el chico—. ¿Le interesa?

—Sí —contesto—. Es que soy nueva en Los Santos y he visto este piso por Internet.

—Vale, magnífico entonces —me dice él—. ¿Cómo se llama usted?

—____ —le respondo.

—Genial, ____. Yo soy Viktor —dice—. ¿Dónde y cuándo podríamos encontrarnos para que vea el piso y tal? —me pregunta.

—Eh, bueno —pienso en alguna posibilidad—. Yo ahora mismo estoy delante del edificio. Si usted está por aquí cerca, podría verlo ya.

—¿Ah, está aquí?

—Sí, sí, estoy justo abajo, delante del portal —le contesto.

—Perfecto, pues suba al quinto piso y así se lo enseño para ver si le gusta —me propone—. Yo vivo también aquí y estoy ahora mismo en casa.

—Ah, bien —asiento con la cabeza aunque él no pueda verme.

—Hasta ahora, ____ —me dice.

—Hasta ahora —cuelgo.

Al entrar dentro del portal, me sorprendo de lo espacioso y bien decorado que está. La puerta de la entrada está rodeada por seis cristales de color azul marino que hace que la luz del sol no incida de manera tan fuerte sobre ella. Las paredes están hechas de ladrillo color beige y el suelo está compuesto por baldosas marrones. A cada lado de la estancia se puede apreciar dos macetas con plantas que le dan al portal un aspecto más exótico, por así decirlo. Al final del mismo se encuentra el ascensor. 

Entro y a la izquierda están los botones, que al lado tienen también los números escritos en braille y pulso el número cinco. Incluso el ascensor tiene un altavoz que anuncia cuándo las puertas se abren y se cierran, así como los pisos que hay. Esto viene bien, por ejemplo, para personas con alguna discapacidad visual.

Cuando el ascensor se detiene y las puertas se abren, salgo y miro a un lado y a otro en busca del chico con el que he estado hablando por teléfono. A mi derecha, efectivamente, se encuentra un chico parado delante de la puerta del piso que quiero comprar. Me dirijo hacia él y lo saludo.

—Hola, ¿usted debe ser Viktor, no? —le pregunto para comprobar que se trate de él.

—Ese soy yo —me contesta con una sonrisa.

El chico se ve joven a simple vista, es alto, tiene los ojos verdes, un poco de barba y el cabello rubio oscuro tirando a grisáceo. Su vestimenta es bastante formal. Lleva una camisa con botones de color granate, unos pantalones vaqueros oscuros y zapatos negros. Saca unas llaves de su bolsillo y abre la puerta.

Espina Clavada (Jack Conway y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora