Capítulo 16

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-____, ¿cómo te encuentras?- me pregunta Segismundo delicadamente, se le nota preocupado, lo cual agradezco.

En estos momentos me encuentro en el Audi mientras Horacio conduce, Gustabo está a su lado y Segismundo está detrás conmigo. Vamos de camino hacia mi casa, tal como les pedí. No podía permanecer durante más tiempo soportando ver a Conway torturar de esa manera a alguien, independientemente de que fuera Pablito o fuera otra persona. Siendo sincera, estoy asqueada y decepcionada. Sin embargo, no me apetece hablar.

-No muy bien, aunque preferiría hablar de esto en otra ocasión- le respondo sin muchos ánimos de nada.

-Claro, sin problema- me dice él.

-Si os digo la verdad, no me esperaba para nada esto que ha sucedido- comenta Horacio sin dejar de concentrarse en la carretera -Y menos todavía lo de Conway.

-Ya, sobre todo eso- opina Gustabo -A ver, es cierto que el abuelo tiene muy mala hostia, pero no me imaginaba que fuera capaz de hacer eso.

Habría preferido no seguir escuchando esta conversación, pues me gustaría descentrarme de esa escena tan terrorífica. Por otra parte, es normal que mis amigos comenten lo que ha pasado y den sus opiniones, pero tener que recordar a cada segundo la manera tan malvada con la que ha enchufado a Pablito a esa silla eléctrica y cómo su boca ha acabado ensangrentada a causa de extraerle los dientes... Me da incluso ganas de llorar de nuevo.

-Podríamos dejar de hablar ya de esto, chicos- les advierte Segis a Gustabo y a Horacio -A ____ no le sienta bien.

-Mira, por una vez estoy de acuerdo contigo- le dice Gustabo.

-Tienes razón, Segismundo- se lamenta Horacio -Discúlpanos, ____.

-No pasa nada, chicos- a pesar de que sí me sienta mal que hablen de ello, prefiero no decirles nada, no estoy de ánimos.

Tan ofuscada he estado en ese recuerdo todo este tiempo, que ni cuenta me he dado de que ya hemos llegado a Del Perro. Horacio aparca frente al portal de mi edificio y me despido de ellos con la mano al mismo tiempo que me dedican algunas palabras de ánimo, lo cual agradezco en gran enormidad. Una vez que el Audi amarillo se marcha en dirección al centro de Los Santos, decido adentrarme en el portal, pero en ese preciso instante, una voz masculina e intensa me llama y me detiene en seco.

Al girarme ciento ochenta grados sobre mi posición, veo un coche que enseguida reconozco, aparcado justo donde había aparcado Horacio antes. No me esperaba en absoluto su visita, y menos todavía después de todo lo que ha sucedido. Conway se baja del coche y camina a ligeras zancadas para llegar a mí lo antes posible. Mis ojos no pueden evitar mirarlo con desconfianza, decepción y pánico, incluso no sé cómo puedo estar frente a frente con él sin querer huir de ese lado oscuro del hombre que amo.

-¡¿Qué quiere?! ¡¿Qué hace aquí?!- le pregunto poniéndome a la defensiva.

-Por favor, escúchame- me suplica mientras sus manos se agarran a mis hombros con delicadeza, pero como acto reflejo me aparto de manera brusca, rechazando cualquier tipo de contacto físico con él.

-No tengo nada que escucharle- le digo fríamente -Así que si me disculpa, me voy a mi casa- me dispongo a darle la espalda y seguir caminando hacia el interior del portal, pero su mano agarra mi muñeca para evitar que me aleje.

-Necesito explicarte lo que has visto, ____- dice aún con su mano ahuecando la mía.

-Usted ha torturado a ese hombre a sangre fría, no hay nada que tenga que explicarme- intento zafarme de su agarre, pero no lo consigo -Suélteme ahora mismo- le ordeno.

Espina Clavada (Jack Conway y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora