Capítulo 17

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La luz de la luna ya ha empezado a relucir en medio de un cielo oscuro y sin apenas estrellas, debido a la contaminación lumínica. Me encantaría poder apreciar algún día el cielo estrellado de Los Santos y recordar el brillo de los ojos de mis padres al ver esas estrellas. Hace un poco de viento, pero no es lo suficientemente fuerte para arrastrarme hacia delante ni ralentizar mis pasos.

A estas horas de la noche, es muy posible que todo el mundo se haya ido a sus casas a prepararse para irse a dormir y levantarse al día siguiente. Espero yo también llegar a mi casa pronto. Camino en medio de un callejón en el cual la luz de las farolas no incide demasiado, por lo que debo tener cuidado para no tropezarme con nada que haya en el suelo, pues está demasiado oscuro.

Justo cuando llego hacia el final de dicho callejón, algo aprieta mi mano con una fuerza impensable. Hasta que no me doy la vuelta, no me percato de que una persona encapuchada me estaba siguiendo. Es extraño, ya que no había escuchado sus pasos tras de mí. Sin embargo, ahí está, pero no puedo verle la cara a causa de su capucha negra y de la poca luz que hay.

La presión de su mano sobre la mía está asustándome tanto que mi respiración empieza a acelerarse, así como los latidos de mi corazón. Intento hablarle a esa persona, peguntarle quién es y por qué iba detrás de mí, pero no soy capaz de entonar ni de expulsar sonido alguno. No sé por qué. Es como si hubiera perdido totalmente la facultad de hablar. A pesar de que no le veo el rostro, noto su intimidante mirada recorrerme de arriba a abajo y eso me incomoda más. ¡Quiero irme a mi casa!

Siento un tirón en mi mano y acto seguido un golpe en mi espalda. Ese sujeto acaba de empujarme hacia un muro del callejón y su rostro se acerca al mío con impaciencia. Su aliento tan cerca de mi cuello me pone la piel de gallina hasta tal punto que estoy temblando del miedo. Quiero poner en práctica lo que aprendí con Conway en aquel hangar, quiero pegarle una patada en los bajos, pero tampoco puedo moverme. ¡¿Por qué, joder?! ¡¿Por qué?!

El pánico al no poder ejercer movimiento alguno me provoca taquicardia. Siento sus manos levantar mi camiseta para tocar mi piel y me produce asco, tanto asco que quiero vomitar, pero tampoco puedo. Siento como si no fuera yo misma, como si no tuviera autocontrol. Sus labios rozan mi oído y escucho cómo me susurra con ese acento mexicano que reconocería en cualquier sitio. Pablito.

Me incorporo sobre la cama empapada en sudor al escuchar la alarma de mi móvil. A la vez, siento el alivio recorrer mi cuerpo al darme cuenta de que sólo era una pesadilla. Sin embargo, parecía tan real que incluso empezaba a asustarme. Una vez de vuelta a la realidad, apago la alarma y me paso las manos por la cara para impregnarme de ese alivio e intentar hacer desaparecer ese sueño de mi memoria.

Me levanto y me cambio me ropa. Me pongo unos vaqueros, una camiseta de manga corta negra y zapatillas negras y blancas. El pelo me lo recojo en una coleta alta. En ese momento, escucho la vibración de mi móvil, por lo que lo cojo para ver de qué se trata y leo en la parte superior que Conway me ha escrito un mensaje. Al leerlo, la pesadilla que he tenido esta noche pasa a un segundo plano.

"Buenos días, muñeca"

Hace bastante tiempo que no me llama así. Desde el día del atraco, no he vuelto a escuchar ese apodo de sus labios. Yo, con una sonrisa cautivadora asomando por las comisuras de mi boca, le respondo al mensaje.

"Buenos días, Papu"

Sé que no le gusta que lo llame así, pero es su culpa por haberse guardado con ese nombre en mi móvil. De todas maneras, espero que se lo tome como un apodo cariñoso, pero teniendo en cuenta cómo es, me puede contestar cualquier cosa y me río por la incertidumbre. Arriba a la izquierda, el móvil me indica que está escribiendo, por lo que me espero hasta recibir su respuesta.

Espina Clavada (Jack Conway y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora