Capítulo 18

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El alivio se apodera de todo mi cuerpo al ver que no se trata del hombre que abusó de mí a mis quince años, sino de otra persona que se le parece un poco, pero se nota que no es él. Este hombre viste con una camiseta de media manga de color azul oscuro tirando a negruzco, pantalones blancos y zapatillas negras. Su pelo oscuro lo lleva sujeto en una coleta corta y baja.

No lo conozco de nada, pero al escucharlo hablar, no puedo evitar acordarme del hombre que arruinó mi vida, ya que sus voces son muy similares. Mis compañeros y yo intercambiamos miradas una vez más, muy sorprendidos y desconcertados de oír a alguien cuya voz es muy parecida a la de Pablito.

-¿Pablito?- le pregunta Horacio no muy seguro. Evidentemente no es él, sólo alguien que se le parece.

-¿Quién dijo Pablito, wey?- el sujeto se gira hacia nosotros y nos escanea a cada uno con la mirada.

-Yo, yo dije Pablito- le responde el de la cresta. El hombre se dirige entonces hacia nosotros y se coloca en frente de Horacio.

-¿De qué conocen a mi hermano, pues?- su hermano... Es el hermano de Pablito. Eso sí que no me lo esperaba. Me resulta curioso que justamente cuando desaparece Pablito, el hermano se presente aquí. Lo que no llego a entender es por qué ha venido a comisaría.

-Éramos amigos suyos- le contesta Gustabo. Eso más bien lo dirá por ellos porque yo, amiga del asqueroso que me violó y mató a mis padres, jamás de los jamases. Antes muerta.

-¿De veras?- nos pregunta con sorpresa. Aunque me moleste, asiento con la cabeza, siguiéndole la corriente a los tres -Pues verán, llevo desde ayer intentando comunicarme con él, pero no responde a las llamadas ni tampoco da señales de vida, por eso vine a comisaría, para denunciar su desaparición.

¡Dios mío! Espero que Conway no tenga nada que ver en eso, de lo contrario me habría mentido y no podría confiar más en él. Más le vale no estar involucrado en la desaparición de Pablito. Sobre todo, espero que no esté muerto porque sino, eso significaría que él autorizó a Volkov y a Torrente para asesinarlo. Nada más pensar en eso, un malestar se incrusta en todo mi sistema y se me revuelve el estómago. ¡No quiero pensar que Conway ha matado a Pablito! ¡No quiero!

-Verá, eh...- Segismundo le echa una mirada interrogativa -¿Cómo se llama?

-Discúlpenme por no haberme presentado- se rasca la nuca -Yo soy Emilio Escobilla.

-Encantado, Emilio- le dice Segis -Yo soy Segismundo y ellos son Gustabo, Horacio y ____- el gallego nos señala a la vez que nos presenta ante el hermano de Pablito -El caso es que...- duda unos segundos en cómo continuar -A ver cómo te lo digo, Emilio...

-¿Qué está pasando? Me están poniendo nervioso- le dice un con poco de impaciencia -¿Le ocurrió algo a mi hermano?- la preocupación se le nota incluso en el blanco de los ojos. No parece que Emilio sea de la misma calaña que su hermano. Incluso me pregunto si estará al tanto de todos sus crímenes.

-No lo sabemos con exactitud- por primera vez desde que ha empezado esta conversación, decido intervenir. Antes de que alguno de mis tres compañeros le pueda decir algo relacionado con lo que pasó en la federal, prefiero ser yo la que hable -Pero creemos que Pablito ha huido de Los Santos.

-¡¿Cómo que ha huido?!- noto los nervios haciéndole temblar las manos de la incertidumbre, de la desesperación por haber estado intentando localizar a su hermano y que este no le diera señales de vida. Es comprensible. Igualmente, tengo que hablar con Conway lo antes posible y que me diga qué hicieron Volkov y Torrente con el mexicano, porque no quiero acusarlo sin haber aclarado este asunto -¿Tú sabes qué le sucedió?- la impaciencia también se le nota en los ojos.

Espina Clavada (Jack Conway y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora