Capítulo 7

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Conway me escolta, atravesando la puerta de su oficina y bajando algunas escaleras, cruzándonos a más policías con pasamontañas y sin pasamontañas yendo de un lado a otro. Entramos a la zona donde están los calabozos y, en el primero que veo está Horacio, que al verme se acerca hasta la verja llamándome, pero el superintendente le ordena que se calle. En la segunda celda está Segismundo, quien imita el mismo gesto que Horacio y también me llama, pero al igual que con Horacio, Conway lo manda callar.

El superintendente me acompaña hasta la tercera celda que hay, la que está al lado de Segis. Entra conmigo y me aleja de la puerta seguramente para que no me escape, aunque de todas formas, no me vale la pena huir. Me quita las esposas y se dirige hasta la verja para salir y encerrarme.

-Te voy a dejar aquí alrededor de dos horas- me dice -Mientras tanto, reflexiona y cuando te saque, quiero que me soples todo lo que sepas. De lo contrario, te irás a la federal antes de que tu margen de cuarenta y ocho horas para pagar la multa termine. ¿Te ha quedado claro, muñeca?- en vez de responder con palabras, asiento con desgana -Bien- dicho eso, se va y desaparece de mi campo óptico.

-¡____!- la voz de Segismundo me llega desde mi izquierda, donde la pared de mi celda está pegada a la suya. Me acerco hasta ella para hablar mejor con él.

-¡Segis!- lo llamo.

-____, ¿qué te ha dicho el supermariconetti?- me pregunta -¿Te ha interrogado?

-Sí, me ha interrogado, pero me he negado a hablar- le confieso.

-¿En serio?- me pregunta extrañado -¿Y no te ha amenazado con la porra?

-No- le respondo -Al ver que no iba a colaborar, ha decidido encerrarme aquí.

-Es raro que no te haya amenazado con la porra como hace siempre con todo el mundo- dice -¿Pero, de verdad que no le has contado nada?

-No, no le he contado nada- le contesto -No le iba a decir nada de vosotros. Prefiero que me encierre aquí el tiempo que quiera a delataros a vosotros, sois mis amigos- Segismundo tarda en responderme, no sé si es porque no tiene nada que decir, o porque no me ha escuchado, pero intuyo que sí me ha escuchado, no lo sé -¿Segis?- le pregunto para ver si está ahí.

-Sí, estoy aquí, ____- menos mal -Espera un momento que le diga a Horacio una cosa.

-Vale.

Mientras que habla con Horacio, me siento en el suelo de la celda, apoyando mi espalda y mi cabeza en la pared que comparto con Segismundo. Mi mente reproduce el momento exacto en que Conway rebuscaba entre mis bolsillos para coger mi DNI. Esa escasa distancia que había entre los dos, su pelo acariciando mi piel y sobre todo, las ganas que me dieron de rozar nuestros labios es lo que más invade mis pensamientos. ¿Por qué se me pasaría eso por la mente? A mi parecer, Conway es una persona fría, sin sentimientos, maleducado... Sin embargo, a pesar de todo eso, hay algo en él que me hace perder la cabeza, algo que me atrae. No sé si será su elegancia, su musculatura, sus ojos, sus labios... O él en general. O tal vez es que me estoy volviendo loca.

-____- Segismundo me saca de mi ensimismamiento y, por acto reflejo, me giro hasta ver la pared, como si pudiera ver a mi amigo a través de ella -¿Sigues ahí?

-Sí, claro- le respondo -¿Qué te ha dicho Horacio?

-¿Eh?- me pregunta como si no entendiera -Ah, sí- ¿por qué de repente encuentro su manera de hablar tan extraña? -Le acabo de contar lo que me has dicho tú y dice que gracias, que él tampoco te delataría, y yo tampoco, por supuesto.

-Ah, genial entonces- le digo -¿Sabes? Me alegro muchísimo de haberos conocido- pauso -Aunque lleve poco tiempo en la ciudad y que ahora estemos compartiendo calabozo, he de decir que me lo paso muy bien con vosotros.

Espina Clavada (Jack Conway y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora