Epílogo

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Comienzo a vagar por un limbo oscuro y sombrío que aparece de la nada. A su vez, escucho voces que no proceden de ninguna parte, es como si no existiera el espacio. Entre toda esa oscuridad, aparece un punto de luz blanco muy fijo y pequeño, que a medida que el tiempo avanza, se va haciendo más grande.

A la vez que atravieso la luz, una serie de imágenes en bucle pasan por delante de mis ojos. Apenas puedo distinguirlas, pero algo me dice que tienen que ver con mi infancia y adolescencia, pues en algunas veo a mis padres, en otras me veo a mí misma en el colegio, en otras me veo en casa, en la calle, en el prostíbulo... Todas me producen una tristeza enorme, así que intento pasar lo más rápido posible por esa luz, hasta que las imágenes desaparecen de mi cabeza, dejándome un fondo blanco y luminoso que incluso me ciega por breves segundos.

Mi subconsciente deja de viajar por aquel limbo para volver a tomar el control absoluto de mi cuerpo y abro los ojos de manera brusca. Al acostumbrarme a esa luminosidad, me doy cuenta de que estoy en una habitación de hospital, pues al recorrer el espacio con la mirada, puedo ver camas, un armario, un cuarto de baño y sobre todo material sanitario por cada rincón.

-¡____!- una voz muy familiar me llama desde mi derecha. Al girarme hacia esa dirección, la felicidad recorre todo mi cuerpo. Jack está a mi lado.

-¡Jack!- me incorporo para quedar sentada sobre la cama y así poder verle mejor. Me doy cuenta de que camina perfectamente, por lo que intuyo que mientras estaba dormida, le han colocado la prótesis de tobillo. Estoy muy contenta por él.

-Estás bien- afirma cuando sus ojos del color del caramelo recorren todo mi rostro.

Entonces se acerca a mí y me envuelve entre sus brazos con un cariño muy gratificante, a la vez que él apoya su barbilla en mi cabeza. Yo correspondo el abrazo sin dudarlo siquiera, pues siento que hace una eternidad que no lo abrazo de esta forma.

-¿Tú estás bien, Jack?- le pregunto.

-Ahora que has despertado, sí- me da un beso en la frente -Tenía tanto miedo de perderte...

-¿Pero qué ha pasado? ¿Cuánto tiempo llevo en el hospital?

-Llevas aquí una semana- me responde. Mis ojos se abren como platos al escucharlo. ¿Una semana? -Sí, muñeca, una semana- me confirma -Lo que ha pasado es que fuimos a la iglesia para hablar con Gustabo, pero acabó activando las bombas que tenía escondidas dentro, por lo que todos acabamos inconscientes. Todos están ya bien, pero faltabas tú por despertar.

-¿Gustabo?- digo extrañada -¡Gustabo!- ya me acuerdo. No era Gustabo quien estaba ahí, sino Pogo -¡¿Es Gustabo de nuevo?! ¡¿Se ha ido Pogo?!

-Sí, ____- afirma -Pogo ha desaparecido del cuerpo de Gustabo por completo. Con ayuda médica y psiquiátrica, Gustabo ha vuelto a ser quien era antes.

-Menos mal- digo aliviada -Tengo ganas también de ver a los demás, ¿están aquí?

-Sí- asiente él -De hecho, están fuera. Voy a decirles que entren.

-Gracias- le sonrío.

Jack camina hacia la puerta de la habitación y lo escucho llamar a mis amigos, los cuales tardan muy pocos segundos en entrar a verme. Todos se ven radiantes de alegría, y eso hace que yo también me sienta feliz, pues si ellos están bien, yo también. Por otro lado, hay algo en sus sonrisas que me descuadra un poco, dado que parecen sonrisas muy cómplices. De hecho, me fijo en que tienen las manos escondidas por detrás.

-¿Qué os pas...?

-¡SORPRESA!- pero antes de que pudiera terminar la pregunta, enseñan sus manos, las cuales tienen un par de ramos de rosas y una caja de bombones. Ya al saber por qué estaban sonriendo de esa manera, mi alegría aumenta todavía más.

-¡Vaya, no me esperaba esto!- les digo con una sonrisa sincera -Pero no os teníais que haber molestado.

-Claro que sí- me dice Gustabo -Te mereces esto y más- ahora sí que lo reconozco. Este sí es mi Gustabo.

Me dan los ramos de rosas y las colocan a un lateral de la cama junto a mí, mientras que en el otro lateral me dejan la caja de bombones, la cual tengo muchas ganas de abrir y comerme todo el chocolate que haya dentro, ya que tengo hambre.

-Abre la caja de bombones- me dice Paola.

-Vale.

Cuando retiro la tapa, veo un hueco enorme con una caja más pequeña aterciopelada y los bombones rodeándola en forma circular. Me sorprendo al ver el contenido de la caja y echo una mirada interrogativa a mis amigos y a Jack, los cuales me dedican otra sonrisa parecida a la de antes.

-Mira en la tapa- me dice Michelle.

Le doy la vuelta a la tapa y veo una hoja doblada por la mitad pegada. La cojo con cuidado de no romperla y la desdoblo. Es una carta, la cual leo para mí misma.

"____. No sé muy bien cómo empezar esta carta, pero espero hacerlo lo mejor posible, ya que estas cosas no se me dan muy bien.

Debo confesar que desde aquel horrible suceso ocurrido hace años, jamás creía volver a experimentar este sentimiento que tanto me ha marcado. En aquel atraco, me llamaste la atención, pero no pensé que acabaría enamorado. Eres una mujer increíble, amable, hermosa... Podría describirte con tantos adjetivos que no acabría nunca esta carta. Espero que esta sorpresa te guste.

Te amo.

Jack."

Una vez que acabo de leer la carta, observo muy sorprendida al hombre de mi vida, quien me dedica una breve sonrisa pero desvía la mirada hacia el suelo. Luego miro a mis amigos, quienes me señalan con la mirada la caja pequeña que hay en el centro de la caja de bombones, por lo que entiendo que debo abrirla.

Y eso hago. Primero la saco de su sitio y la abro. Lo que veo me hace abrir los ojos tanto que incluso temo que acaben saliéndose de sus órbitas. Es un anillo de oro con un pequeño diamante color esmeralda. Por arriba de la tapa sobresale otro papel, pero más pequeño que la carta. Lo cojo y leo el contenido.

"¿Quieres casarte conmigo?"

Vuelvo a mirar a Jack tras leer eso y ahora sus ojos están fijos en mí. En cuanto a los míos, están a punto de derramar unas cuantas lágrimas, pues no me esperaba absolutamente nada de esto. Jack se acerca a mí y saca el anillo de la caja. Tras eso, se arrodilla para quedar a mi altura y coge mi mano. Deposita el anillo en mi dedo anular y me observa con un brillo resplandeciente en su mirada.

-¿Quieres casarte conmigo?- me pregunta. Leerlo de esta nota me emociona, pero escucharlo de sus propios labios me derrite por dentro. Echo un vistazo a mis amigos y veo que observan la escena con ilusión, así que vuelvo a mirar a Jack.

-Sí quiero- le respondo con una sonrisa -Te amo, Jack.

Dicho esto, mi amado superintendente me devuelve la sonrisa y se inclina más hacia mí para juntar nuestros labios. Al mismo tiempo que nos besamos, escucho a los demás gritar y chiflar de alegría. Al separarnos, unimos nuestras frentes y nos miramos a los ojos.

-Voy a llamar al doctor Muerte para que te dé el alta, ya que con esta sorpresa has mejorado un montón- dice Horacio.

El doctor Muerte no tarda en venir acompañado de Horacio. Me hace unas pocas revisiones para comprobar que esté bien y me da el alta. ¡Por fin puedo olvidarme de mi horrible pasado! ¡Por fin puedo vivir esa vida que siempre he anhelado! ¡Por fin puedo estar con Jack y con las personas que más quiero!

Espina Clavada (Jack Conway y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora