Mis comienzos

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Samantha llegó a Madrid tan solo un mes después de aquella conversación con Pau y Aitor. Había empezado a buscar piso enseguida, y había encontrado una habitación en un piso compartido con dos chicas más que le pareció perfecta. Pau y Aitor se habían ofrecido a llevarla y ayudarla a instalarse, y ella había aceptado. Al fin y al cabo le daba un poco de pena dejarlos atrás, se habían convertido en las personas más importantes de su vida. Aitor se ofreció a llevar su coche, él y Pau se quedarían en un hotel para volver al día siguiente. 

Eran la una del mediodía cuando Aitor aparcó frente al nuevo edificio de Samantha. La chica lo observó. No era un edificio bonito, pero tampoco feo. Era un bloque de pisos sin más. Llamó al piso que le había indicado la muchacha con quien había hablado, que se llamaba Maialen, 3º B. Una dulce voz respondió al telefonillo. 

-¿Sí? - dijo la voz.

-Hola, soy Samantha, la chica que va a...

-¡Claro! Sube titi. - contestó la chica alegremente. 

La puerta se abrió, Samantha cogió su maleta, Aitor la guitarra de la chica y unas bolsas con libros y Pau una caja con objetos personales que Samantha no había querido dejar atrás, y los tres subieron. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, el portal del 3ºB estaba abierto y una chica morena con flequillo, y otra con el pelo larguísimo y ojos azules esperaban que Samantha llegara. 

-¡Hola! - dijo la chica del flequillo, que por la voz Samantha dedujo que era la misma del telefonillo. - Soy Maialen.

-Yo Eva. - dijo la otra. Maialen fue a abrazar a Samantha, tomándola desprevenida. 

-Yo soy Samantha... - dijo, no muy cómoda con el abrazo. Pau le puso una mano en el hombro para recordarle que estaban ahí y Samantha se tranquilizó. - Ellos son Pau y Aitor, mis amigos. 

-Hermanos, prácticamente. - corrigió Pau, dando dos besos a las chicas. Aitor hizo lo mismo.

-Pasad, hombre, no os quedéis aquí. - dijo Eva. 

Los tres siguieron a Eva dentro del piso, y les guió a una habitación con tan solo una cama doble, un armario y un escritorio. 

-Esta es tu habitación, ¿te gusta? - le preguntó la chica. 

-Sí, está muy bien, gracias. - contestó Samantha. 

-Bueno, dejo esto por aquí, ¿vale? - dijo Pau, que llevaba la caja más pesada. 

Colocaron todo como pudieron en la habitación, y Maialen y Eva parecía que tenían ganas de charlar. 

-¿De qué os conocéis? - preguntó Maialen. 

-Del pueblo. - se apresuró a decir Samantha. No quería entrar en detalles de lo que les unía, por lo menos no ahora. 

-¿Y os quedáis aquí en Madrid mucho tiempo? - les preguntó Eva a Pau y Aitor.

-No, mañana ya nos vamos, pero queríamos asegurarnos que Sammy estaría bien. - dijo Aitor. 

-Y creemos que lo va a estar. - añadió Pau, refiriéndose al buen trato que habían tenido las chicas con ellos. 

Entonces los dos chicos entablaron una conversación con las nuevas compañeras de piso de Samantha en la que ella participó más bien poco. Se sentía muy rara. Estaba allí, en su nuevo piso, con los hermanos de sus difuntos mejor amigo y novio y con unas chicas que parecían tener muchas confianzas con ella sin conocerla de nada. La Samantha de antes, habría hablado con ellas sin ningún problema, y de hecho creía que tanto Maialen como Eva tenían personalidades muy bonitas con las que su antiguo yo habría congeniado a la perfección. Pero ahora, no se sentía nada cómoda. 

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