Tu sorpresa

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A la mañana siguiente Flavio se despertó por algo que le molestaba en la nariz. Cuando abrió los ojos, se sorprendió gratamente al ver que era un mechón de pelo rubio alborotado, proviniente de la cabeza que dormía en su pecho. Sonrió. Sin moverse demasiado alcanzó su reloj que estaba en la mesilla de noche. Las 10:30. Entonces recordó que era sábado y que tenía muchas cosas que planear para su cita con Samantha aquella tarde. 

Apartó dulcemente el pelo de la cara de la rubia, y empezó a darle besitos por toda la cara, tratando que se despertara con el mejor humor posible. Supo que lo había conseguido cuando vio la sonrisa que se dibujaba en los labios de la valenciana antes de que abriera los ojos. Se le pegó enseguida. 

-Buenos días. - murmuró Samantha. 

-Buenos días. - contestó Flavio. 

-¿Quieres desayunar? - preguntó la rubia acurrucándose más en su cuello. 

-Vale, pero me tengo que ir pronto. 

-¿Por qué? 

-Porque tengo que preparar muchas cosas para esta tarde. - dijo él moviendo la cabeza de un lado a otro y sonriendo. Samantha también sonrió, y luego se llevó una mano a la barbilla simulando que pensaba. 

-¿Qué pasa esta tarde? - dijo haciéndose la loca. Flavio le mordió el pómulo. 

-No sé yo... - Samantha soltó una carcajada. 

-Me muero de ganas. - dijo antes de darle un pico y levantarse de la cama. Enseguida se volvió a girar para mirarle. - ¿Oye, cómo me tengo que vestir? - preguntó curiosa. 

-Normal, como un día cualquiera. - contestó el murciano. - Pero lleva una bolsa con ropa para mañana, no vas a volver a dormir aquí. 

-¿Ah no? - Samantha se sorprendió. 

-No... Y mete un bañador también.

-Flavio estamos a febrero. 

-Ya lo sé, tú hazme caso. 

-Bueno, vale. - accedió encogiéndose de hombros.

Flavio se quedó con una sonrisa boba observando como la rubia se ponía unos pantalones cortos de pijama y la camiseta más grande que encontró en su armario y salía de la habitación. Después él se vistió con la ropa del día anterior y la siguió a la cocina. 

Desayunaron algo rápido y Flavio se marchó. Cuando se encontró sola, Samantha decidió ir a despertar a Maialen, intuía que Eva había dormido con Hugo en casa de él. Entró a la habitación de la navarra y se tumbó en la cama con ella. 

-Buenos días. - musitó la valenciana. Maialen abrió los ojos. 

-Qué resaca, titi. - fue la respuesta de la pamplonica. Samantha se carcajeó. - ¿Qué hora es?

-Casi las doce. - contestó. - ¿Volvistéis muy tarde? 

-Pasadas las cinco. ¿Ha dormido aquí Fla? - Samantha asintió. 

-Se acaba de ir.

Después de un rato tiradas allí salieron de la cama de la navarra, y mientras Maialen desayunaba algo ligero por la hora que era, Samantha fue a ducharse. Se pasaron el resto de la mañana juntas sin hacer nada, hasta que a las dos del mediodía decidieron salir a comer a algún sitio para activarse un poco. Avisaron a Eva, pero les dijo que volvería después de comer. 

-¿Qué tal con Anaju y sus amigos? ¿Se integraron bien? - preguntó Samantha mientras se llevaba una cucharada de risotto a la boca. 

-Muy bien, son majísimos. - contestó Maialen. - Nos llevamos muy bien todos con todos, puedes invitarlos cuando quieras. 

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