Mi implosión

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Samantha abrió los ojos y notó el peso de un cuerpo que la abrazaba. Sonrió. Se habían separado un poco durante la noche, pero allí seguía él, rodeándola por debajo del cuello y por la cintura. Observó a Flavio durante unos instantes, y recordó la noche anterior. El chico no la había presionado a nada, y se había sentido increíble. Seguían desnudos, cuando se habían metido en la cama de nuevo después del acto, habían querido dormirse sin ropa para sentirse el uno al otro, piel con piel. Y qué bien sentaba. 

La valenciana pensó en lo guapo que era Flavio. Tenía una cara perfectamente simétrica, y le encantaban esos labios con los que la besaba tan bien. El chico seguía dormido, así que Samantha decidió despertarle con un dulce beso en la nariz. El chico la arrugó, cosa que provocó la risa de la rubia, y abrió los ojos. Cuando fue consciente de la situación, también sonrió. 

-Buenos días. - dijo adormecido. Samantha se sorprendió, nunca lo había escuchado por la mañana, y sonaba mucho más grave. 

-Buenos días. - contestó ella. El muchacho la abrazó bien, pegándola por completo a su cuerpo. 

-¿Qué hora es?

-No lo sé... - respondió ella. Él se miró el reloj de la muñeca. 

-Las nueve. 

Estuvieron un rato más abrazados, hasta que Samantha anunció que se iba a duchar. Entonces Flavio recordó algo.

-Mierda. - dijo. Samantha lo miró mientras se ponía un pijama para no salir desnuda al pasillo en caso de encontrarse a alguien. 

-¿Qué? - preguntó curiosa. 

-Que voy a tener que salir ahí en traje. - dijo, señalando la puerta con la cabeza. Samantha soltó una carcajada. Sería gracioso que el muchacho hubiera salido vestido de gala, pero la valenciana se apiadó de él. Buscó en su armario hasta que encontró algo. 

-Toma, prueba si te vale. - le dijo tirándole un pantalón de chándal y una sudadera granate. El chico la miró extrañado. Si eso era de Dani, no sabía si quería llevarlo. Pareció que Samantha le leyó el pensamiento. - Es mío, me gustan los chándals anchos. - explicó antes de salir hacia el baño. 

Flavio se lo probó, y aunque el pantalón le iba un poco estrecho, le valía. Se armó de valor antes de salir al comedor. Sabía que seguramente estarían Maialen y Eva, y no le apetecía mucho tener que dar explicaciones. 

Cuando por fin salió del cuarto de la valenciana, se encontró con que no solo estaban las compañeras de la chica, sino también el suyo. Hugo habría dormido allí con Eva. Cuando le vieron entrar al comedor las caras de sus amigos fueron un poema. Hugo soltó una carcajada. 

-¡Anda, pero si estamos todos! - gritó. Flavio se sonrojó de inmediato. 

-Buenos días. - dijo tímidamente. 

-Yo que me había ido del piso para que pudiérais ir allí, y vais vosotros y os venís aquí también... - comentó el cordobés. 

-No sabía que no estarías en casa. - dijo Flavio. 

-Madre mía, ¡pero cuántas cosas han pasado en esta casa en una noche! ¡Y yo sin enterarme! - comentó Maialen. 

-Hombre, mejor que no te hayas enterado filla... - dijo Eva, provocando las risas de Hugo y Mai. - ¿Quieres desayunar Fla? - le ofreció la gallega. 

-No, espero a Samantha mejor, se está duchando. - la excusó. Aquello estaba siendo muy raro para Flavio, todos sus amigos comentando con él su noche con Samantha, porque aunque no lo había dicho era obvio que había dormido con ella. Y sabía que se habrían enterado igual, pero era raro. 

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