Mi familia

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Samantha y Pau llevaban una hora en el cementerio, abrazados. Aún no se habían dicho palabra. En sus brazos, Samantha había conseguido dejar de llorar, pero hasta el momento no se había atrevido a soltarle. Finalmente lo hizo, se separó de él y lo miró. 

-Hola. - dijo tratando de sonreir. 

-Hola. - contestó él. 

-¿Qué haces aquí? - preguntó, antes de sonarse la nariz. 

-He ido a tu casa a verte, y tu padre me ha dicho que has discutido un poco con tu madre y te has ido, y no sé por qué me he imaginado que estarías aquí. - Samantha asintió. 

-No sé si ha llegado a ser discusión, ha sido lo mismo de siempre. - dijo, mirando a la lápida. 

-Ya... 

-Es que no lo entiende, y me jode mucho. - explicó. - Quiere ayudarme, pero no entiende que la única manera de hacerlo es dejándome el espacio que necesito para llevarlo, y no juzgando cada decisión que tomo. - se desahogó. 

-Bueno, si te sirve de consuelo creo que está dispuesta a intentar darte ese espacio... O eso me ha parecido por lo que me ha dicho tu padre. - Samantha se encogió de hombros. 

-Creo que por lo menos Débora sí lo ha entendido. 

-Es un paso. - dijo Pau. Se mantuvieron en silencio unos minutos. 

-¿Crees que puedo ver a tus padres algún día de estos que estoy aquí? - preguntó Samantha. 

-Claro, estarán encantados de verte. Si quieres podemos ir luego. - comentó su amigo. Samantha le miró con una sonrisa. - Pero primero quiero enseñarte algo. - le dijo. Ella levantó una ceja. 

-¿Qué? - preguntó confusa. Pau se rió. 

-Anda, piensa un poco. ¿Qué puedo querer enseñarte ahora que estás en el pueblo? - preguntó. Samantha trató de hacer memoria. Cuando lo consiguió, sonrió y le dio un golpe en el brazo.

-¡Tu nueva casa! - exclamó. Pau volvió a reírse y asintió. 

-No es mía, por el momento estoy pagando un bonito alquiler, pero sí. Vamos. - se levantó y le tendió una mano para ayudarla. 

Salieron del cementerio, Samantha empujaba su bici con Pau a su lado. El chico le contó como iba su vida en pareja, y Samantha le contó su historia con Flavio y sobre todo su grupo de Madrid. Cuando pasaron por la plaza del pueblo, Samantha vio en la terraza del bar donde iba siempre a sus antiguos amigos, esos que había apartado totalmente de su vida. Se detuvo, y Pau con ella. Enseguida entendió lo que había visto la chica. Pau pensó que lo mejor sería irse, pero Samantha ya había hecho contacto visual con ellos y Lara se estaba acercando. 

Lara había sido muy buena amiga de Samantha, y durante un tiempo fueron inseparables, pero cuando fueron a la universidad se distanciaron, y Samantha también cortó todo tipo de relación con ella tras el accidente. Cuando vio que la chica se acercaba, Pau pensó que quizás la rubia quería ahorrarse el encuentro. 

-Samantha... - empezó. Pero ella negó con la cabeza, indicando que estaba bien. Lara llegó junto a ellos. 

-Samantha, cuánto tiempo. - dijo abrazándola. Samantha lo aceptó, pero fue un abrazo frío, nada que ver con los que solían darse. - Hola, Pau. - dijo al chico. Él le respondió levantando sutilmente la cabeza.

-Hola, Lara. - dijo. 

-¿Qué tal todo? He oído que vives en Madrid ahora. - dijo la chica. Se notaba que estaba un poco cortada. 

-Sí, así es. Estoy muy bien, la verdad. He venido de visita. - dijo con media sonrisa. 

-Qué bien. - dijo ella, devolviéndole la sonrisa. - Me alegro de verte, y de que estés bien. - le dijo. Y Samantha supo que lo decía de verdad. 

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