Mis orígenes

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Cuando Samantha se levantó a la mañana siguiente y salió a la cocina a desayunar, se encontró chocolate caliente y churros que había preparado su madre. La enterneció el gesto, y la hizo sentirse en casa de nuevo. Estaba charlando con Luisa, y al poco rato su padre entró en la cocina también. 

-Buenos días. - dijo el hombre sonriendo. 

-Buenos días. - contestó Samantha. 

-¿Te acostaste muy tarde anoche? - preguntó su padre.

-Un poco. - reconoció ella mientras se llevaba un churro bañado en chocolate a la boca. - ¿Por qué?

-Porque me desperté para ir al baño y te escuché hablando con alguien... - dijo Juan. El tono que usó hizo que Samantha le mirara. Su padre la conocía muy bien, y sabía que anoche no estaba hablando con un amigo cualquiera. 

-Ah, sí... 

-¿Con quién hablabas? - preguntó su madre, curiosa. Samantha suspiró y se limpió las manos del azúcar de los churros. 

-A ver... - empezó. - Puede que esté conociendo a alguien. - sus padres pusieron cara de ilusión. Samantha levantó el dedo para frenarlos. - Pero es muy reciente, vamos poco a poco y por ahora nada serio. 

-¿Cómo se llama? - preguntó Juan. 

-Flavio. - contestó Samantha. - Es de Murcia. Le conté todo lo del accidente y me está dando todo su apoyo. El otro día, cuando me dio la ansiedad, estuvo a mi lado y me ayudó a salir de ahí. - contó con una sonrisa. 

-Qué bien, hija. - dijo Luisa. - Me alegro mucho por ti, espero que nos lo presentes pronto. 

-No, mama. - se apresuró a decir Samantha. - Te acabo de decir que vamos poco a poco. De momento no os lo voy a presentar.

-Vale, lo entiendo. - contestó su madre. Samantha sonrió a modo de agradecimiento por el esfuerzo de respetar sus decisiones.

Pasó la mañana tranquilamente en casa. Al mediodía quedó para comer con Aitor, Pau y Blanca. Fueron a un bar del pueblo, donde se encontraron a gente que se les acercó para saludar a Samantha. Después de comer, se despidieron de Pau y Blanca y Aitor la llevó a casa de sus padres. Por el camino iban charlando, Aitor le preguntó por su relación con Flavio puesto que había hablado con él en medio de una crisis existencial. Después, Samantha se interesó por él. 

-¿Y ya sabes algo de las becas que pediste para el máster? - preguntó. 

-Pues sí. - dijo él, sonriendo. Samantha levantó las cejas interrogante. 

-Me voy a Sidney. - dijo el chico. 

-¿¡Sidney!? ¿¡Australia!? - preguntó Samantha alzando la voz. Aitor rió. 

-Sí, Sidney, Australia. - reafirmó. 

-Dios mío, qué guay. ¿Podré ir a visitarte?

-Claro, me encantaría. 

-¿Y cuando te vas? 

-En un par de meses, en principio.  

-Espero que te despidas eh. 

-Pues claro. - dijo él. - De hecho la mayoría de vuelos son desde Madrid, así que puede que te pida que me acojas cuando me tenga que ir. 

-¡Claro! Y te acompañaré al aeropuerto. 

-Me parece estupendo. 

Llegaron a casa de los padres de Aitor, y de nuevo un montón de recuerdos invadieron a Samantha. En aquella casa Dani le había dicho por primera vez que la quería. En aquella casa habían tenido algunas de las conversaciones más importantes de su relación. En aquella casa ella le había contado su deseo de irse a Lanzarote, y él le había dado todo su apoyo y la había animado a hacerlo, demostrándole una vez más que era una persona increíble y recordándole por qué se había enamorado de él. 

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