Nuestra decisión

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Cuando Flavio se fue y la dejó sola, el cerebro de Samantha empezó a funcionar sin cesar. Se sentó en el sofá con las manos en la tripa y empezó a pensar. Sus frecuentes ataques de ansiedad no eran un buen aliciente para tener una criatura, ni su salud mental en general. Pensó en Dani, en como actuaría si se encontrara en el mismo caso con él. Se había prometido no compararlo con Flavio, pero era inevitable imaginarse en esa situación con el que fue el amor de su vida. 

Dani y ella tenían una relación muy consolidada, de casi cuatro años, y hablaban de irse a vivir juntos cuando Samantha diera por finalizada su etapa trabajando en Lanzarote. Aún así, un bebé hubiera sido un problema, pues sabía que Dani no tenía nada claro eso de la paternidad. Flavio, en cambio, sí que quería ser padre. 

Por otra parte, sentía algo extraño, que ni si quiera había terminado de analizar. Sentía que después de toda la muerte que había habido en su vida, no le disgustaba para nada la idea de contrastarlo trayendo una nueva vida al mundo. Pensaba que un bebé quizás le daba la fuerza que necesitaba para ser capaz de vivir feliz con todo su trauma. 

Pero siendo realistas, conocía a Flavio desde hacía poco más de tres meses, y él estaba empezando una carrera en el mundo de la música. Aunque ella estaba segura de que triunfaría con su disco y que solo sería el primer paso de un largo camino en esa indústria, realmente no tenía ni idea de lo que podía llegar a cobrar. No tenía nada claro si serían capaces de crear una familia entre los dos, eran muy jóvenes y llevaban poco tiempo juntos. Un padre artista y una madre emocionalmente inestable, parecía el título de una película. 

Llegó Eva y Samantha lo agradeció. La gallega se sentó a su lado y la abrazó, sin decirle nada. 

-¿Cómo vamos? - preguntó cuando soltaron el abrazo. 

-Tirando... - respondió la valenciana. - Me estoy comiendo la cabeza muy fuertemente, no paro de pensar. 

-Es normal... - Eva le acarició el pelo. - ¿Has llegado a alguna conclusión? - quiso saber. Samantha se encogió de hombros. 

-Sí y no. - dijo. - Solo sé que me gustaría ser madre, pero es algo que he sabido siempre, que en algún momento de mi vida me gustaría tener hijos. Pero siendo realistas, no creo que sea ni el momento ni las circunstancias idóneas. - se explicó. 

-Ya... ¿Entonces la respuesta es no? - volvió a preguntar. 

-La respuesta es no lo sé. Porque aunque sé que no es el momento ni la mejor situación, quiero ser madre. Y si aborto voy a reducir las posibilidades de serlo en un futuro... No sé. Es que no lo sé. - respondió exasperada. - Ojalá Flavio haya sacado algo en claro y me ayude a decidirme, porque ni la lista que acordamos he sido capaz de escribir. 

En ese momento la puerta del piso se abrió y apareció Maialen. Como hizo Eva antes, no saludó, se acercó a la rubia y la abrazó. 

-Hola titis. - saludó. - ¿Cómo van los ánimos? 

-Pues mira, ahí van... Ahora le estaba contando a Eva todo lo que estoy sintiendo, porque llevo un cacao mental que ni me lo creo. - contestó Samantha. 

-No me extraña. - dijo la pamplonica acomodándose en el sofá con sus amigas. - A ver, cuéntame qué sientes. 

-Siento lo mismo que he sentido siempre, quiero ser madre. En algún momento de mi vida quiero serlo, siempre lo he sabido, y ahora tengo la oportunidad de serlo. Pero no sé si es el momento ni si las circunstancias son las correctas... - volvió a explicarle a la navarra. 

-Vale, bueno, al menos tienes claro que te gustaría ser madre en esta vida. - Maialen analizó la situación. - ¿Por qué crees que no es el momento? - Samantha suspiró.

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