Tu madre

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Al día siguiente, Samantha se levantó corriendo a las seis de la mañana para vomitar. Flavio se levantó con ella, y como siempre, le sujetó el pelo y le acarició la espalda para mostrarle su apoyo. Cuando se recompuso se dio una ducha, y ambos decidieron que ya no volverían a dormir aunque les diera tiempo. Flavio pensó que era buen momento para enseñarle su canción, así que mientras Samantha se sentaba en la cocina para comerse el desayuno él fue a coger su guitarra. 

-¿Qué haces? - preguntó ella curiosa, ya que normalmente al chico no le daba por tocar a esas horas de la mañana.

-Quiero enseñarte algo. - respondió él. - Me salió ayer. 

Samantha le indicó que prosiguiera con un gesto de cabeza y se dispuso a escucharlo. Cuando Flavio empezó a tocar no tenía ni idea de qué trataría la canción, y cuando escuchó la letra no pudo contener sus lágrimas. Definitivamente era su nueva canción favorita en el mundo, e iba para su hijo. Flavio la miró a los ojos todo el rato, y se enterneció al verla llorar de la emoción, pero no dejó de tocar. Cuando la canción terminó Samantha se levantó y fue hacia él. Flavio, al verle las intenciones dejó su guitarra a un lado y acogió a la chica en su regazo, rodeándola con sus brazos. Ella lo besó con todo el amor del mundo y después lo abrazó fuerte. 

-Flavio, es lo más bonito que he escuchado en mi vida. - dijo entre lágrimas. Él la apretó contra sí. 

-Hoy voy a grabarla y va a estar en el disco. - informó.

-¿Qué dices? ¿En serio? - exclamó ilusionada, apartándose para mirarle. Flavio asintió riéndose. 

-Se la mandé a Iván y me dijo que era la mejor de todas las que tenía, así que tenía que estar en el disco. - explicó. 

-Estoy de acuerdo. - coincidió ella. Le miró a los ojos. - Te quiero mucho, Flavio. Y vas a ser el mejor padre del mundo. - le dijo. 

-Yo también te quiero, y vamos a ser un gran equipo. - dijo él. Le cogió la cara a la rubia y la volvió a besar dulcemente. Se regalaron mimos durante un par de minutos y después Samantha se acordó que tenía un empleo al que atender.

-No quiero ir a trabajar. - se quejó ella. Flavio se rió. 

-Termina de desayunar, anda, que tienes que alimentar a mi hija. - dijo. 

-¿A tu hija? - preguntó ella divertida mientras se levantaba de su regazo, pues aún no tenían ni idea del sexo del bebé y la sorprendió que Flavio se refiriera a él así. 

-Sí, tengo la impresión de que será niña. - respondió.

-Pues a mí me parece que será niño. - rebatió ella. 

-¿Apostamos? - bromeó. 

-No vamos a apostar sobre nuestro hijo, Flavio. - respondió la chica.

-Nuestra hija. 

-Sí, sí, lo que tú digas. - dijo antes de dar un último sorbo al café y levantarse para recogerlo todo. 

Ese día Flavio fue al estudio y grabó la canción tal y como tenía previsto. Estaba tan contento con lo que había compuesto que de las dos horas que le habían dado para grabarla, le sobró media hora, que aprovecharon para pulir detalles. En los dos días siguientes Garabatto trabajaría en la producción y a finales de semana ya mandarían el disco a fábrica con la canción incluída. 

Durante el resto de la semana se limitaron a terminar con la mudanza y a seguir buscando una plaza de párking. A Samantha cada vez le agobiaba más este tema, porque no encontraban nada. Sin darse cuenta, llegó el fin de semana, y con él, Aitor llegó a Madrid para irse a Sidney. El viernes por la mañana, mientras Samantha todavía estaba en el trabajo, Flavio fue a buscarlo a la estación de Atocha con el coche. 

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