7: Ojalá

244 35 7
                                    

— Esto no me gusta.

— ¿El qué? ¿Qué nuestro hijo esté en su habitación acompañado de un alfa que simplemente marcándolo nos lo podría arrebatar?.

— Exactamente cariño, y gracias por los detalles– soltó irónicamente la señora Kim mientras terminaba su tercera infusión de lavanda–

Ahora más que nunca tenía que ser fuerte y no dejar que las ansias por beberse una botella de vino de un trago la ganaran.

— ¡Luna mía!, deberías dar gracias que no hueles nada, porque la casa se está inundando del olor de ese maldito cachorro. Si fueras un alfa, lo hubieras echado en cuanto llegó, no sin antes desgarrarle los intestinos.

— Pues siento decepcionarte amor mío, pero con solo ver como cortan los filetes en la carnicería ya me mareo– contestó un acongojado Jae-Suk–

El mundo de los hombres lobo siempre le pareció muy violento, injusto y visceral, por ello nunca quiso que Doyoung viviera envuelto en esa sociedad. Pero, a diferencia de su esposa, él sí sabía que, por mucho que lo evitaran, este día llegaría.

— No aguanto más, necesito saber que está pasando– se levantó del sofá decidida, pero su marido fue más rápido, tirándola del brazo para que volviera a sentarse–

— No seas chismosa y deja que hagan lo que estén haciendo.

— ¿Qué estás insinuando Kim Jae-Suk?– de sólo oír su nombre ser pronunciado con tanta agresividad, creyó que se mearía encima–

— ¡Nada! Sólo digo que les des intimidad, todavía son pequeños para enlazarse o cómo se llame eso, seguro que solo están durmiendo y por eso mismo no tienes que molestarlos.

Desgraciadamente, en la sociedad de los hombres lobo, la edad no es un impedimento para seguir los deseos de tu lado animal, pero hizo todo lo posible por creer en lo que decía su esposo y se recostó en él, intentando no pensar en ello.

— Debí imaginármelo, debí haber sido más lista y saber con anterioridad que Doyoung no iba a perder su instinto, sólo esconderlo, pero este siempre estaría allí hasta que llegara el día en que no pudiera ocultarlo más.

— No te tortures Soo-Ra, no es culpa tuya, los dos decidimos que alejarle sería lo mejor. Lo único que podemos hacer ahora es cuidar de él y contarle la verdad.

— ¡No! ¡Me niego! No podemos decirle la verdad.

— Nuestro hijo vive en una mentira, cariño. No es justo para él, ni para sus amigos. Así que, yo que tú convocaría una reunión de máxima urgencia con los Kim y el señor Park y les contaba la situación, porque lo que ahora le estaba pasando a nuestro hijo, les va a pasar a JungWoo y Rosé también.

Kim Soo-Ra se quedó petrificada, su marido no podía tener más razón. Era hora de tragarse el miedo y encarar la verdad.

— Está bien– dejó un corto beso en los labios de su marido y se fue a donde estaba el teléfono fijo, primero llamaría a Kim y luego a Park, en realidad tendría que haberlo hecho antes, pero la cegó el pánico–

— Creo que también deberías llamar a tu madre-

— ¡No! A ella no.

Jae-Suk suspiró cansado y no insistió, por mucho que su mujer se negase, un día no muy lejano tendría que llamarla.

_______________


El reloj en su muñeca marcaba las 9:34 pm, llegaría tarde a cenar, aunque qué más daba ya, si no había aparecido en todo el día por allí.

Traidores | JaeDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora