8: Falsas Verdades

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El reloj en su mesita de noche marcaba las 15:03 horas, restregó con el dorso de la mano sus ojos para aclarar su vista y se levantó de la cama para estirar su cuerpo entumecido.

Se sintió muy frío en partes donde normalmente no tenía frío, entonces comprendió que estaba completamente desnudo, ni una tela le cubría y sus partes íntimas estaban a la vista de cualquier ser que hubiera en el cuarto. Rápidamente cogió la toalla de baño que había en su cama y se la enrolló en la cadera.

Empalideció cuando vio al huésped que dormía plácidamente en su cama, con el pelo desordenado y cara de niño bueno. Su abuela tenía razón, paradójicamente, los peores demonios son los que parecen ángeles. 

Pero, eso Doyoung aún no lo sabía.

La imagen era tan dichosa que no se sentía merecedor de tener esas vistas, así que se fue a su armario a buscarse ropa. Entonces, ¿he dormido desnudo con él?.

Era obvio que no habían hecho nada "sucio", JaeHyun estaba vestido de arriba a abajo y Doyoung juraría recordar algo así, pero eso no restaba vergüenza al hecho de que el chico al que debería odiar por ser uno de sus mayores rivales en el instituto, le había visto prácticamente desnudo y con la penosa cara que tenía durante sus alergias.

¿Y eso qué más da? Muchos tipos me ven desnudo en los vestuarios del gimnasio y no me importa.

Pero, por alguna razón, esto sí importaba.

Pensó en ponerse lo primero que viera en su armario, pero algo en su interior le decía que no. ¿Qué quieres subconsciente? ¿Quedarte desnudo todo el día y pasar aún más vergüenza delante de ese idiota?.

Exasperado se giró a observar como dormía de bien el muchacho en su cama, era muy varonil y al mismo tiempo parecía un niño pequeño. En ese momento, vio unas tres sudaderas encima de su escritorio, no recordaba que fueran suyas, así que imaginó que eran de su inesperado invitado, del cual ni siquiera recuerda cuando llegó ni qué hace aquí, pero esperaría a que se despertara para preguntárselo.

Las olió y, no sabe porqué, pero su estómago saltó de alegría al reconocer aquel aroma que ya se le hacía tan conocido. Eran de color rojo, negro y gris, se decantó por la negra, que además de tener ese olor fuertemente impregnado, era muy calentita. La combinó con unos pantalones de chándal también negros y como estaba en su casa sólo se calzó con unos calcetines blancos con rayas negras.

Ya vestido se sintió como en una especie de estado alucinógeno, porque estaba extremadamente feliz, sin saber siquiera porqué. Escuchó el estómago del chico rugir mínimamente incluso si aún seguía dormido y unas ganas de cocinarle quitaron cualquier otra idea en su mente. Decidió dejarse llevar por sus pensamientos, ya que parecía una buena idea.

Aunque no esperaba encontrar abajo a sus padres y sus mejores amigos charlando en el salón y que todos callaran al oírle bajar y le miraran directamente.

— ¡Por fin despiertas hijo! Ya comenzaba a pensar que hibernarías– exclamó sarcástica la señora Kim–

— ¿Te encuentras mejor? Te he traído unas magdalenas, las ha hecho mi madre esta mañana– dijo su mejor amiga sujetando una caja muy bonita que tenía el logotipo de la pastelería de la señora Park–

— Más o menos, al menos ahora no me estalla la cabeza– contestó con una media sonrisa intentando aligerar el ambiente–

Miró el gesto de desagrado de su madre después de olfatearle desde su sitio y se cuestionó realmente si debería volver a ducharse, aunque él no se notó nada raro. 

— Oye papá, ¿Dónde guardamos el molde ese en forma de corazón?– preguntó el omega pelinegro yendo hacia la cocina–

— ¿De corazón? Pues...creo que en ese cajón de ahí– dijo el señor Kim señalando cual–

Traidores | JaeDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora