34: El Perdón de la Luna

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Era casi de noche en un día más lluvioso de lo normal, pero no frío, sólo condenado por las torrenciales lluvias de verano.

El ruido de sus tacones chocando contra la robusta madera del suelo hacía contraste con el silencio sepulcral que reinaba en aquella gran casa. Caminaba con ansia y determinación, aunque por dentro debía admitir que tenía algo de miedo. Tenía miedo de la reacción que tendría el señor Jeong ante los acontecimientos y como casi lo echa todo a perder por su impaciencia.

Si tan sólo supiera que todos y cada uno de los pasos que daba lo hacía pensando en lo que sería mejor para él. Si tan sólo le importaran por un momento los sentimientos de los demás, le iría mejor.

La beta iba vestida de punta en blanco, como aquel que dice. Su rostro se veía radiante, casi sin imperfecciones, cuidadosamente maquillado, dándole un aire más elegante y compuesto. Lo que nadie sabía era que bajo sus costosas ropas se escondían unas terribles cicatrices que hacia poco se habían cerrado por fin, pero que aún dolían exageradamente.

Al llegar a su destino, dudó por un instante, pero después propinó un par de cuidadosos golpes a la esplendorosa puerta de madera rústica, como sacada de un castillo medieval.

Tras unos segundos, un hombre alto y robusto de rasgos escandinavos abrió la puerta con una mirada inexpresiva y se apartó para dejarla pasar. Kang entró con un toque de inseguridad, se sintió intimidada al observar la gran y alargada mesa en la que se encontraban sentados varios sargentos, líderes y maestros de guerra discutiendo estrategias de ataque mientras Jeong Gong-Yoo presidía tal reunión y la miraba a los ojos con una dura expresión que la hizo temblar.

Le había decepcionado.

— Tome asiento, señorita Kang, por favor– pidió el alfa con tono contundente–

La beta acató sin rechistar y tomó asiento justo en la silla situada al otro extremo de la vertical mesa y juró sentir las miradas de todos los presentes como puñales que se clavaban en su cuerpo.

— Hazme el favor, Kang, de contarles a todos los presentes la razón por la que te he convocado– ordenó con tono amenazante el señor Jeong–

Kang primero tragó saliva con la mirada baja y después la alzó para mirarle a él directamente a los ojos.

— Cometí un error. Mi pacencia comenzaba a agotarse y no veía a JaeHyun con prisa por actuar, así que me adelanté, pero no salió como fue previsto.

— Cuéntanos, ¿Cuál era exactamente tu plan?–habló el alfa para luego darle un sorbo a su copa de vino, sin apartar ni un segundo la vista de ella–

— Contraté a dos asesinos a sueldo para que fueran ellos los que secuestraban al omega mientras yo trataba de razonar con vuestro hijo.

— ¿Y qué fue lo que ocurrió finalmente?.

Kang Min Joo volvió a bajar la mirada y tomar aire, debía reunir el valor suficiente para dar la cara delante de tantos alfas opresores y manipuladores contra los que había luchado toda su vida. Ahora volvía a ser ella el cordero indefenso y ellos los lobos feroces.

— JaeHyun se transformó, yo me transformé y... el omega se transformó. Tu hijo le enseñó a hacerlo, él trató de ocultármelo, pero lo descubrí una vez que les seguí hasta una zona bastante adentrada del bosque, lo único que tuve que hacer fue tapar mi olor con supresores y ser sigilosa.

Jeong apretó la mandíbula, estaba tratando de salvar su reputación manchando la de su hijo.

— Sus razones tuvo que tener. Pero, ¿Qué fue lo que pasó después de que os transformárais?– intervino el alfa para que no pudiera cambiar de tema la beta y tratar de culpar a cualquier otro que no fuera ella misma–

Traidores | JaeDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora