22: Juramento de amor

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«Vámonos de aquí».

Por supuesto.

Doyoung no dudó ni lo pensó dos veces. Asintió y el alfa le sacó por la puerta de la izquierda, que daba directamente a un callejón que era la parte de atrás del local y donde los empleados tomaban su descanso fumando y charlando. Según le dijo JaeHyun, la puerta derecha era un cuarto de basuras y un almacén con mesas y sillas.

Fueron medio corriendo hasta la parada de autobuses porque si iban a un paso tranquilo, el frío se les metería por los riñones. Un lobo no era propenso a un resfriado, pero tampoco era intocable, los virus no se fijaban si se estaban metiendo en un hombre lobo con sangre legendaria corriendo por sus venas o en un simple señor que atiende una ferretería y es adicto a la cerveza, al fin y al cabo, todos estamos hechos de lo mismo, ¿no?.

Esperaron pasmados de frío en la parada hasta que llegó el bus que les llevaría de vuelta al pueblo. Al entrar vieron como estaban prácticamente solos, exceptuando una señora con uniforme de enfermera, Doyoung la reconoció, era la señora Min, vecina de Rosé, seguramente estaba volviendo a casa después de una larga jornada de trabajo en el hospital. Se sentaron al fondo y entrelazaron sus manos, el omega no se dio cuenta de ese detalle hasta que pasó un rato largo y cuando lo hizo un rubor subió a sus mejillas y su pecho se oprimió. ¿En qué momento cayó en las redes del forastero de ciudad con mirada intimidante?.

Mientras más lo pensaba, más miedo le daba. ¿Tendría un final feliz con el alfa o se convertiría en un vago recuerdo de lo que fueron su juventud y primer amor?. Para ser sinceros, no tenía muchas esperanzas, pero se prometió a sí mismo vivir cada segundo como si fuera el último y así lo haría.

Vieron un cartel que decía: "Bienvenidos a Yanggu" junto a una parada de autobús en la que se bajaron los únicos tres pasajeros del mini bus. Ellos dos no fueron por la carretera asfaltada que llevaba al centro del pueblo, ellos atajaron por entre el bosque y fueron tambaleándose y riendo a causa del alcohol ingerido, por impulso, el alfa acorraló al omega contra un gran roble y en ese mismo sitio fue que aspiró tanto como le fuera posible del aroma natural y hogareño de su novio.

Estaba sediento de él, joder que si lo estaba.

Sintió sus colmillos crecer, al igual que sus garras, con la poca delicadeza que tenía daba pequeños mordiscos y succiones a su cuello mientras el chico respiraba entrecortadamente. Un fugaz pensamiento cruzó su mente y le recordaba que llevaba meses controlando sus impulsos y deseos para no hacer daño a la hermosa criatura que tenía frente a sus ojos, su subconsciente tenía razón, pero era tanta la tentación. Por el momento le llevaría a su cabaña y luego vería lo que hacer, tal vez ni siquiera aguantaba despierto hasta llegar allí.

Entrelazó su mano con la de su novio y le guio por entre la frondosa arboleda. Era una noche hermosa, fría, pero hermosa. El sonido de los grillos, las ardillas asomándose desde sus guaridas para ver quienes eran los molestos sujetos que interrumpieron su plácida noche, las ranas croando en el lago y la brillante media Luna iluminando el agua de la charca. En medio del absoluto silencio del bosque, Doyoung hablaba de cualquier cosa sin sentido que le cruzara la mente y a JaeHyun le hacía mucha gracia.

— ¿Sabes, Jae? La primera vez que te vi me pareciste el chico más guapo que había visto en mi vida, me parecías incluso irreal y no entiendo porqué. Hay muchos más chicos guapos en el instituto, pero ninguno me provocó lo que me provocaste tú, eres tan raro.

El alfa esbozó una sonrisa y decidió aprovechar el arrebato de sinceridad del omega debido al alcohol, sería una de las pocas veces en que ocurriría.

— ¿Qué te provoqué exactamente?.

— No te lo voy a decir– aseguró el omega–

Y Jeong no pudo insistir porque ya habían llegado y Doyoung corrió hasta entrar porque decía estar muerto de frío, una vez dentro encendieron la chimenea con un par de cerillas y se sentaron frente a ella, admiraron con suma tranquilidad las llamas destruyendo poco a poco el grueso tronco de madera y haciéndolo cenizas. JaeHyun se preguntó si eso era lo que estaban haciendo el omega y él; destruir sus vidas con el juego de un estúpido enamoramiento que tarde o temprano no sería nada más que ceniza que se llevaría el viento.

Traidores | JaeDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora