14: Represión

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El camino en el coche fue silencioso, pero para nada incómodo o aburrido, fue muy agradable y se sintió como algo a lo que podrían acostumbrarse fácilmente. Doyoung con los ojos medio cerrados, con la cabeza apoyada en el asiento y luchando por no caer dormido. JaeHyun conduciendo tranquilamente, ayudaba bastante que apenas pasasen coches por la carretera a estas horas, disfrutando la música francesa que había puesta en la radio y mirando de vez en cuando en dirección a Doyoung para ver cuánto aguantaba sin caer dormido.

Llegó un momento en que no pudo resistir más y sus ojos se cerraron aliviando su pesadez, el alfa miró la hora que era, 2 a.m., los Kim iban a matarle, pero tal vez eso fuera mucho mejor que dejarle con vida.

Notó como las venas se marcaban en sus manos y brazos, estaba completamente en tensión y no sabía cómo relajarse, ni siquiera entendía porqué le estaba pasando esto. Los calores volvieron a consumirle y nublarle la vista, pero no podía permitir que su alfa le cegara, tenía que conducir y llevar a su casa a Doyoung, sano y salvo.

Pequeños gruñidos escaparon de su boca, sus uñas se alargaban y vio en el retrovisor que sus ojos se habían tornado rojos como la sangre. Entonces, vio el cartel que indicaba la entrada al pueblo, estaban muy cerca.

Sólo un poco más.

Rezaba porque no fuera lo que creía que era, pero cuando inspiró el olor dulce del omega, sus sentidos se nublaron aún más, sus pupilas se dilataron y sonidos guturales escapaban de su boca sin que el pudiera evitarlo.

Estaba perdiendo el control de sí mismo y no podía hacerlo, no hasta llegar a la casa del omega.

Pero su alfa interior tenía otro plan.

En vez de tomar el camino directo de asfalto, empujado por sus impulsos se adentró con el coche en el bosque, ahora mismo estaba en una pelea interna en la que por un lado la parte animal quería ir hasta la cabaña en la montaña y hacer suyo al omega y la parte racional hacía lo posible por llegar con el coche a casa de los Kim.

Tal y cómo esperaba, Doyoung se despertó alarmado al notar que el camino ya no era liso, sino que había muchísimos baches y además, el alfa iba a 150 km/h.

— ¿JaeHyun, estás bien?.

Hizo su mayor esfuerzo por pedir ayuda.

— No, sal de aquí, por favor.

— Pero, ¿Qué sucede? Tus ojos...

— ¡Corre!.

Pero, ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Tirarse del coche en marcha?.

Con las manos temblorosas tiró del freno de mano y pisó el pedal para frenar, el coche paró en seco y estuvo a punto de estamparse contra un árbol. Suspiró aliviado e intentó recuperar el aire en los pulmones, pero no había acabado aquí.

Escuchó profundos gruñidos que venían desde el fondo de la garganta, venían de JaeHyun, a quién se volteó a mirar y se arrepintió, porque la imagen que vio se quedaría grabada en su mente y pesadillas por mucho tiempo.

Ojos rojos y abiertos más de lo normal, la pupila en miosis, o sea, que parecía un punto muy pequeño, según leyó, podía ser causado por el consumo de opiáceos. Sus colmillos asomaban más afilados y largos que nunca y su sonrisa era una diabólica, como con sed de...¿sangre?.

— Jae, tranquilo...– por mucho que lo intentara, no conseguiría calmarlo, estaba cegado por lo que sea que le pase a los alfas en su celo–

Debí de informarme más. Pensó con remordimiento.

Decidió hacer caso a lo que le dijo JaeHyun antes de perder la cordura. Corrió como si no hubiera un mañana, iba tropezando cada tanto, pero no paraba y siempre seguía adelante, incluso si no sabía a dónde iba. Sólo había niebla y oscuridad, por suerte la luz de la Luna ayudaba un poco a ver el camino.

Traidores | JaeDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora