29: Nueva Era

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12 de junio de 1990.

— Dios mío, me muero de los nervios.

— Cállate, Woo. Me estás poniendo a mí nerviosa– aseguró temblando un poco la mitad omega–

Los tres parte de licántropo observaban a la directora de su instituto, la señora Seong, dar un largo discurso sobre el año escolar y lo mucho que cambiarían las vidas de los muchachos una vez cruzaran por última vez la puerta de entrada al centro.

Una nueva etapa de la vida, la etapa universitaria, un lujo que no muchos podían permitirse y que, si tenías algo de suerte, te solucionaría la vida con un estable puesto de trabajo. Futuros médicos, abogados, periodistas, historiadores, ingenieros, economistas y biólogos estaban allí sentados y escuchando atentamente las palabras de la que había sido su directora durante al menos seis años. Por otro lado, un pensativo Do-young tenía su mirada perdida en el frente, sus profundos ojos azabache reflejaban preocupación, para él el futuro era algo muy incierto, algo le decía que las cosas no saldrían como él querría.

Desvió su atención a su izquierda, allí encontró a su alfa, el dueño de sus suspiros y pensamientos. Su porte era elegante, destacaba notablemente entre los demás, transmitía una sensación de superioridad, como si proviniera de algún poderoso linaje. Era clara su condición de alfa, gracias al libro que escondía en el cajón de su mesilla sabía que los alfas eran el escalón más distinguido y respetado. ¿Cómo no respetarlos cuando su mandíbula parecía ser capaz de cortar papel, sus colmillos afilados rasgaban hasta las más duras pieles, sus garras dejaban arañazos permanentes, sus ojos se asimilaban a dos agujeros negros y su voz de mando te arrebataba de toda voluntad y razón?.

Según su abuela, pocos alfas quedaban como JaeHyun, tanto para bien como para mal.

Durante un par de segundos hicieron contacto visual, se fijó en como trataba de transmitirle tranquilidad con la mirada, pero algo en su interior se revolvía, era incapaz de bajar la guardia, sentía como un mal acechaba. Pero, ¿qué mal era ese?.

Le tocó a la señora Kang dar unas palabras también, con su mejor sonrisa felicitó a todos los que recibían su título y marcharían a la universidad. «Y a todos aquellos que os vais lejos de casa, no temáis, es fuera de nuestros hogares donde más crecemos y nos conocemos a nosotros mismos».

Do-young reflexionó sobre ello. Tal vez lo mejor no era irse a la capital a estudiar, sino encontrarse a sí mismo en los lugares más inesperados.

Pero, su madre nunca le permitiría hacer algo así.

Llegó el momento de colocarse las bandas después de tanta tertulia por parte de los profesores. Uno a uno fueron subiendo para dar la mano a sus tutores y tomarse una foto con la directora. Cuando fue el turno de Do-young de subir, Jae-Suk no pudo contener las lágrimas, a Soo-Ra y a él les había costado tanto sacar al muchacho adelante contra todo pronóstico que verle ahí subido siendo felicitado por sus excelentes notas les hizo emocionarse a su esposa y a él, el abuelo Kim tampoco pudo evitar ponerse sentimental, a su difunta esposa le hubiera encantado ver a su querido nieto graduarse con honores.

Aplausos, vítores y lágrimas acompañadas por sonrisas fueron lo que más destacó de aquella tarde. El fotógrafo que contrataron no daba a basto con toda la gente que esperaba a inmortalizar el momento, no todos los días te graduabas del instituto al que llevabas yendo todas las mañanas durante largos años.

Hubo un par de mesas de catering y algo de música para ambientar. Jae miraba hacia el grupo de tres muchachos, dos de ellos captaron la indirecta y se fueron a saludar a otros compañeros, dejando intimidad a la pareja de cambia formas.

— Nunca creí que este momento llegaría, parecía algo tan lejano y ahora míranos, no volveremos a cruzar estos pasillos– comentó el pelinegro con los ojos húmedos–

Traidores | JaeDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora