20: Dulces sueños

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14 de enero de 1990, domingo por la mañana a 7ºC. Doyoung se despertó a eso de las nueve, pero no se levantó hasta las diez por la pereza que le daba el simple hecho de vivir. Cuando bajó hasta la cocina, se quedó desayunando un par de tostadas y café creyendo que estaba solo en casa.

Más tarde se dio cuenta de que su madre sí estaba en casa, pero su padre estaba en la tienda reponiendo material para la nueva temporada de este nuevo año y nueva década. La señora Kim estaba, específicamente, leyendo una revista de prensa rosa, lo cual no solía hacer, mientras tenía la televisión puesta sin prestarle ninguna atención. Su hijo se sentó a su lado para ver si era consciente de su presencia, pero ella se mantenía imperturbable leyendo la revista que hablaba sobre la futura boda entre una famosa actriz y un jugador del equipo nacional de hockey sobre hielo. ¿Era eso más importante que su hijo?.

La verdad es que llevaba unos días en los que se notaba bastante distante y era su padre el único que parecía querer hablar con él y cada vez que intentaban meter a su madre en la conversación, su madre se iba poniendo alguna excusa. Doyoung estaba cansado, no quería perder a su madre ni estar en malos términos con ella y mucho menos cuando no sabía el porqué.

Así que la arrebató la revista, la tiró a la mesa y la miró fijamente a los ojos.

— ¡¿Qué haces?– exclamó su madre–

— Te pasa algo, lo sé y sabes que lo sé. Dime porqué llevas días sin querer hablarme.

— ¿Has perdido la cabeza? No me pasa nada y deja de molestarme.

Justo cuando iba a levantarse del sofá e irse, Doyoung la agarró del brazo y la obligó a sentarse de nuevo y pasó verdadero miedo cuando le miró con su característica mirada asesina.

— Cuéntamelo, por favor.

Sabía que el frío corazón de su madre tenía un límite, sobre todo cuando se trataba de su esposo o su hijo. Bastó una sola mirada de compasión para hacerla cambiar de idea y que hablase con él.

— Me parece muy precipitada tu relación con JaeHyun.

Lo sabía.

— ¿Por qué?– preguntó con voz calmada, realmente quería saber la razón o razones–

— Te lo he dicho antes y te lo vuelvo a repetir, acabas de descubrir quién realmente eres y lo primero que haces es lanzarte a los brazos de ese alfa, como si él fuera la respuesta a todo.

— ¿Es eso lo que te parece? Yo creo que más bien él es la luz en mi oscuridad.

— Eso piensas ahora.

Doyoung bufó.

— Mamá, con todo el respeto del mundo, que tu hayas tenido una mala experiencia con los alfas, no significa que yo tenga que encerrarme en una burbuja y amargarme. ¿Sabes cómo mejor se encuentra uno a sí mismo? Buscándose a sí mismo. Las respuestas no llegan solas y ya que tú no quieres contarme nada, tendré que buscar ahí fuera.

Su madre se cruzó de brazos y refunfuñó, en el fondo su hijo tenía razón, no le contaba nada, lo hacía para protegerle, pero tal vez sólo estaba llenándole la cabeza de dudas que nadie mejor que ella podría resolver.

— ¿Qué quieres saber? Soy toda oídos Doie, toda para ti– su teoría se confirmó cuando vio una sonrisa de ilusión surcar el rostro de su hijo–

— ¿Puedo saber qué le pasó a mi padre?.

Comenzamos fuerte. Pensó la señora Kim.

— Tuvimos algún desacuerdo y yo terminé marchándome, le dejé en claro que no quería volver a verle y que ni se atreviera a acercarse a ti, que tú eras sólo mío y él se resignó.

Traidores | JaeDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora