13: Calor

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— ¡Mami! ¡Mira qué chico tan lindo!.

Doyoung y JaeHyun habían parado en una gasolinera de camino al lugar remoto al que el omega se había propuesto llegar. Dentro de la cafetería de la gasolinera habían mesas, pero, aprovechando que este sería uno de los últimos días soleados del año, se sentaron en una de las mesas estilo picnic de fuera.

Mientras hablaban tranquilamente a una niña se la escapó el balón hacia su mesa, antes de que llegara hasta a él, Doyoung se levantó y la pasó el balón con el pie, pero la niña estaba demasiado distraída mirándole con la boca abierta. Doyoung no pudo evitar avergonzarse, esa niña no debía de tener más de seis años.

La madre, al ver que su hija se había quedado paralizada, se acercó a por ella, sin embargo, esta fue corriendo hasta el muchacho y le extendió su pequeña manita con una sonrisa, Doyoung se enterneció por el hueco que dejó uno de sus paletos en su dentadura.

— Hola, me llamo Ji-young, eres muy lindo.

— Hola, yo me llamo Doyoung y tú también eres muy linda.

En vez de darla el apretón de manos que le ofrecía, revolvió ligeramente su suave cabello negro, caliente por el sol que brillaba sobre sus cabezas. No lo hizo con aquella intención, pero consiguió que la niña se sonrojara un poco y riera nerviosa.

JaeHyun desde atrás se ciñó a sonreír atontado por la ternura que le daban ambos, la niña y Doyoung.

— Perdónenla, a veces es demasiado sociable. Vamos Ji-young, dales las gracias a estos chicos y despídete.

— ¿De mayor podré tener un novio como ellos?.

Los dos adolescentes no pudieron evitar reír, era tan tierna y elocuente. Su madre, en cambio, rio más bien avergonzada por el poco recato de su hija.

— Ya veremos cuando llegue el momento, por ahora deberías ser más prudente.

— Tranquila, está bien– dijo Doyoung para luego bajar sus gafas de sol y guiñar un ojo a la niña–

Ahora la madre estaba más bien asustada.

— Que tengan una buena tarde– dijo la mujer llevándose a su hija arrastrada–

JaeHyun no culpaba a la niña en lo absoluto, Doyoung se había quitado el suéter azul quedando solo en una camiseta blanca de manga corta, con gafas de sol y cabello negro balanceándose con la agradable brisa, parecía un retrato digno de exposición.

— Si hubiera sabido que eras un rompecorazones de niñas pequeñas, me habría replanteado el acercarme a ti– dijo el alfa con gracia cuando el omega volvió a sentarse en la banca–

— Si nos pusiéramos a contar quién rompe más corazones, saldrías ganando, Jeong.

¿Es normal que quiera comerle la boca ahora mismo? Yo creo que no.

Por suerte se crio en un ambiente hostil, apenas tembló cuando en su interior se desataba una ventisca de impulsos.

— Tal vez, pero yo no soy el culpable– su contestación hizo a Doyoung levantar la mirada de su batido–

— ¿Así? ¿Entonces quién lo es?.

— Tú.

El omega soltó alguna que otra carcajada, pero paró al ver el rostro serio de Jeong JaeHyun.

— Yo no tengo nada qué ver con tus problemas para corresponder los sentimientos de alguien.

— En realidad, tienes toda la culpa, absolutamente toda.

Traidores | JaeDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora