28: El principio del desastre

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Los días iban volando al ritmo en que los capullos de las flores se abrían, los riachuelos dejaban correr el agua cristalina a gran velocidad, los animalitos del bosque iban en busca de alimentos con sus pequeñas crías y el mismo ruiseñor de todos los años que se posaba en el alféizar de la ventana del cuarto de Doyoung cantaba para hacer de su despertador.

El muchacho incluso le había puesto nombre hace unos años, porque está seguro de que siempre es el mismo, su nombre es Farinelli, en honor al cantante castrato italiano más famoso del siglo XVIII del que le obligaron hacer una exposición.

Llevaban casi tres meses con las prácticas en el bosque, después de clases, siempre y cuando el alfa no tuviera entrenamiento. Sus padres se pensaban que iba de paseo con JaeHyun y esas cosas, cuando en realidad intentaba transformarse en su forma lobuna completa. Según Jae y la señorita Kang, que le daba algunos consejos, avanzaba a pasos agigantados, en un mes consiguió transformarse al completo, aunque con mucho dolor, tuvo que estar echado en su cama por dos días, a sus padres les dijo que se cayó por unas escaleras al marearse.

Hoy, 22 de mayo, Doyoung estaba sentado en el medio de las gradas del campo del instituto, a la vez observaba al equipo de fútbol local entrenar entre risas y bromas. Por mucho que intentase mirar hacia otro lado, no podía apartar la vista de la figura del alfa calentando junto a los demás, se veía muy bien en la vestimenta del equipo y aún mejor cuando le daba toques al balón con ilusión reflejada en su rostro, se veía que el deporte le gustaba bastante.

Había pequeños detalles en él que le volvían loco sin razón aparente, no se explicaba cómo es que algo dentro de él se revolvía cuando veía gotas de sudor deslizarse desde su frente, cuando las venas se marcaban en sus brazos y cuando pasaba la lengua por su labio.

Los entrenamientos le parecían muy entretenidos, por eso es que iba cada vez que le era posible, incluso el entrenador se extrañaba si no le veía en uno. Era un hábito, igual que sus propios entrenamientos de transformación, que también lo eran. Solía preguntarse cuando sería el momento de decírselo a sus padres, estaba muy a gusto sin contarles nada, pero al mismo tiempo se sentía mal por ocultarles que estaba aprendiendo a transformarse. No tenía ni idea de qué iba a hacer, de momento sólo seguiría practicando.

Al salir del campo, se fueron en la moto de Jae directamente al claro en el que siempre practicaban, uno muy alejado del pueblo, casi en la frontera con Corea del Norte. Una vez allí, empezaron a hacer una especie de calentamiento, que más que físico, era una preparación mental, una charla con tu espíritu lobuno interior. Se quitó la ropa con ayuda de su novio, no fue tan difícil como hace un par de meses porque se estaba acercando el verano y la temperatura te motivaba a quedarte con las menores capas posibles.

Con las manos sosteniendo fuerte el rostro de Doyoung le dedicó unas palabras que creía que le ayudarían, así que mirándole directo a los ojos dijo en un susurro:

«Piensa en algo que te de mucha rabia, algo que haga a tu corazón latir con fuerza, algo que te haga querer destruir todo a tu paso, algo que haga arder la sangre en tus venas».

Le soltó y lentamente se alejó, el cielo se nubló en cuestión de pocos minutos, tal vez se avecinaba algo de lluvia. Doyoung clavó sus crecientes garras en la tierra seca y las venas en sus manos y brazos se marcaron exageradamente, su columna vertebral comenzó a sobresalir por su espalda y el vello crecía sin control.

JaeHyun sabía que Doyoung había aprendido mucho en estos meses, sabía que algo en su interior había despertado y luchaba por salir. Con disimulo fue dando pasos hacia atrás, alejándose de lo que podría resultar en una catástrofe, y es que en su interior lo sentía y su alfa lo sabía.

Hoy era el día en que lo conseguiría.

Sangre...comenzó a oler a sangre y aquel inmundo olor mezclado con el dulce aroma del omega le estaba matando, no quería irse, pero un lobo transformado por primera vez no pensaba antes de abalanzarse sobre su presa, como mucho podía amenazarle por su posición de alfa y tal vez conseguiría intimidarle un poco, pero no sería suficiente para calmar la sed.

Traidores | JaeDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora