24: En vano

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— ¡Dios mío! ¡Qué dolor!– se lamentaba el omega–

— La píldora no hará efecto hasta dentro de media hora, ten paciencia.

— ¿Pero cómo voy a esperar tanto, mamá? Dentro de media hora ya estaré muerto.

— ¡Eres un exagerado!, no sé a quién habrás salido.

El señor Kim alzó un ceja pensando que su mujer debería mirarse en un espejo para saber de quién sacó el carácter su hijo.

Era sábado 10 de febrero, hacía un buen día para ser invierno todavía, incluso había quedado con Rosie y Woo para hacer un picnic en el bosque los tres juntos y celebrar íntimamente el cumpleaños de la australiana, pero justo esa mañana surgió un cambio de planes, su irregular celo había vuelto. Sin duda, sus hormonas y cuerpo entero estaban locos, hacían lo que querían y eran impredecibles, lo peor era que tenía unos dolores que no había tenido nunca en su vida, como si le estuvieran torturando por dentro.

— ¿Sabes por qué te pasa esto? Porque tu omega ha pasado de no conocer a ni un solo alfa de su edad a mantener relaciones con uno.

— ¿Y tú qué sabes si he tenido relaciones con él o no?– preguntó un sorprendido Doyoung–

— ¿Te crees que soy tonta? Te recuerdo que he estado en tu lugar.

— Pero, ¿y qué tiene que ver?.

— ¡Todo!.

El señor Kim optó por tirar la revista de motos que leía a cualquier parte y correr disimuladamente hacia la cocina, una batalla inminente estaba por estallar y era mejor ponerse a cubierto.

— ¡¿Por qué?!.

— Porque tu omega quiere pasar su celo con ese papanatas, pero no pienso dejarte hacer eso, así que tendrás que hincharte a pastillas hasta que pasen los tres días.

— Eres muy injusta.

— Soy tu madre y me preocupo por ti.

— Sí, lo que tú digas.

El silencio de adueñó de la sala de estar, únicamente se escuchaba el sonido de la olla hirviendo, Jae-Suk debía de estar haciendo la comida. Soo-Ra lo pensó mucho y decidió quedarse al lado de su hijo, a ella la hizo falta su madre en tantos momentos de su vida, que se negaba a hacerle lo mismo a su hijo. Se sentó en el sofá junto a él, apoyó su cabeza en la de él y con una mano empezó a hacer masajes en la parte trasera de la cabeza de su cachorro, rápidamente notó como se le bajaron los humos, pero sus malditas feromonas sexuales seguían inundando la casa.

Doyoung estuvo reflexionando mientras tanto en lo que dijo su madre, lo cual tenía algo de lógica. Su omega se había acostumbrado a calmar su calor con el alfa y en un momento como este le necesitaba más que nunca, por eso tal vez es que se estuviera volviendo aún más loco. Recordó el hecho de que durante toda esa semana estuvo escabulléndose a los vestuarios con el alfa con la inocente intención de pasar un rato juntos a solas, pero siempre acababan envueltos en algo más que simples besos y caricias. De repente se sintió un pervertido, el hecho de que pudieran verlos le excitaba aún más si eso era posible. ¿En qué se estaba convirtiendo?.

De sólo pensarlo, tuvo que ahogar un gemido de desesperación.

Sus amigos se desilusionaron mucho por tener que cancelar la tarde de picnic, por lo que decidieron hacer un cambio de planes e ir a comer a casa de Doyoung, ellos eran omegas, no habría problema. Así que, a eso de las dos de la tarde, Rosé y JungWoo llegaron con galletas de la señora Park y cintas de vídeo para ver películas. Los tres juntos se acomodaron en el salón y la señora Kim se fue a su habitación para dejarles intimidad. La australiana no dudó ni un segundo en preguntar descaradamente lo que JungWoo y ella llevaban sospechando desde que les dejaron tirados en aquella fiesta la semana pasada.

Traidores | JaeDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora