Capítulo 31

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Rizz

Le envié otro texto debido a que el anterior no obtuvo respuesta.

Yo: Nena, te veré esta noche. Te extraño y te quiero.

Ella respondió inmediatamente.

Lola: También te veré esta noche, necesitamos hablar. Te extraño igual.

No respondí ante eso. Me daba miedo. Bueno a cualquier chico le asustaría que su princesa le diga algo como "necesitamos hablar". 

Quería verla y ya pero aún faltaba mucho para la hora en que siempre la veía. Eran las cuatro de la tarde y la hora en que siempre nos veíamos era a las ocho de la noche. Seguía revisando ese mensaje. Me daba vueltas en la cabeza, no encontraba la razón por la cual ella necesitaba hablarme.

Me cansé de tanto pensar y bajé a la sala, me senté en el sillón y mamá veía un programa de televisión y me senté con ella a acompañarla.

Cerré mis ojos un rato e imaginaba historias junto a ella, junto a mi princesa. Quería pedirle que fuera mi novia, pero lo más razonable era ir con calma, no quería que se espante y a la final termine alejándose de mí. A mí me sorprendía mucho como en tan poco tiempo Lola se había convertido en lo que yo más quería en la vida. No entendía como ella pudo llegar a las fibras más profundas de mi ser. No terminaba de comprender de qué manera había se había metido tanto dentro de mí.

No quería perderla. Y mi único objetivo ahora era enamorarla, de a poco. Que sienta que conmigo podía tener más que felicidad asegurada. Me encantaba ella. Era lo que había soñado, lo que había imaginado en la persona que se convertiría en mi alma gemela. Seguía perdido en mi fantasía. Ella junto a mí. Nuestra boda, nuestros hijos.

Me había imaginado un mundo junto a ella que nadie podía arruinar. No quería que nadie tan siquiera piense que podía dañar todo esto. Quería que fuera indestructible. Ella y yo juntos. Para siempre. Aunque sonaba muy extraño, era la primera mujer con la que tenía ese sentimiento, esa sensación de tranquilidad, de serenidad. Ella era mi calma y mi paz y solo éramos amigos.

Pero ahora tenía claro un objetivo. Enamorarla. 

Todo estaba demasiado bien. En mi plan, en mi realidad. Pero no contaba con la aparición de esa persona. Esa persona que creí dejar en el pasado. Volvió.

¡Maldita sea! Pensé.

Mientras revisaba mi red social vi una notificación que había sido hecha hace unas pocas horas.

"Milena Dickens ha publicado en tu biografía"

¡No, no, no! Esto traería problemas. Demasiados problemas. ¿Será por eso que Lola quería hablarme? ¡Demonios, Milena!

Abrí el enlace. Con todo el temor del mundo de que pudiera haber puesto alguna estupidez. Porque Milena era así. A ella le importaba muy poco lo que los demás sentían. Cuando la conocí era diferente o tal vez sabía esconder muy bien su verdadera personalidad. Ella era demasiado posesiva, no quería ni que saliera con mis amigos en Portland. Me tenía demasiado cansado e incluso a mis padres ya les empezaba a cansar. Milena tenía un comportamiento altivo incluso hasta con mi madre. No pude soportarla más. Y se lo había mencionado un montón de veces para que cambie su comportamiento. Obviamente nunca le gustó eso, yo quería ayudarla pero no me dejó. Y ella terminó nuestra relación. Decidió dejarme y que porque yo no la entendía. Creí que me había dejado para siempre y resulta que ahora había regresado.

"Mi amor, te extraño mucho, quiero verte pronto. ¡Estaré de visita en tu nuevo hogar! Te amo".

No pude creer lo que vi, esa publicación tan hipócrita, cuando fue ella la que decidió terminar todo. Eliminé la publicación lo más rápido que pude. Tenía muchísimo miedo de que Lola lo haya visto. O mis otros amigos. Hasta tenía miedo incluso de mis padres. Milena era terca. No entendía para qué rayos había puesto eso.

Decidí tomar una ducha y vestirme con ropa cómoda para luego bajar a cenar.

Hola cariño. Dijo mamá cuando entré a la cocina.

Hola mamá. Dije un tanto distraído.

¿Te sirvo la cena? Preguntó.

No obtuvo respuesta de mi parte. Me quedé callado. Perdido.

Rizz, cariño. Dijo ella sacándome de mis pensamientos.

Ah, sí mamá por favor. Dije aún un tanto perdido.

Ella me sirvió la cena. Le ayudé a acomodar la mesa y nos sentamos juntos. Papá aún no llegaba. Estaba en su trabajo junto al padre de Lola. Comí algo y llevé los trastes al fregadero.

Mamá subiré primero. Dije.

Está bien, cariño. Dijo.

Besó mi frente y me despedí de ella. Subí a mi habitación y me encerré en ella. Eran las ocho menos treinta, faltaba mucho menos. Por fin podría verla. Escuche música unos minutos para ver si así me relajaba un poco.

Ya eran las ocho menos cuarto y me acerqué a la ventana, levanté la persiana y me asomé a ella. La ventana de ella permanecía cerrada y sin señales de que ella estuviera ahí. Decidí esperarla, después de todo no faltaba más que sólo quince minutos.

Mi Primera VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora